No todos los días se presenta un yate que parece salido del sueño más sofisticado de un magnate. El nuevo Vesta 56, una embarcación de 56 metros de eslora, es precisamente eso: un superyate concebido como un santuario flotante, con el sello del icónico astillero italiano Baglietto y el diseño interior a cargo del prestigioso estudio neoyorquino Meyer Davis, que por primera vez se aventura en el mundo náutico de esta magnitud. El resultado: una obra maestra del diseño contemporáneo, cargada de lujo, intimidad y sí, un precio que supera los 100 millones de euros.
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Inspirado en Vesta, la diosa romana del hogar, este superyate ha sido creado no sólo como una embarcación, sino como un refugio personal sobre el mar. La idea, según sus creadores, es que los propietarios no sientan que están en un barco, sino en su propia residencia de ensueño, rodeados por el océano.

La arquitectura exterior lleva la firma de Enrico Gobbi, del estudio Team for Design, conocido por sus siluetas aerodinámicas y elegantes. El casco, imponente y estilizado, juega con volúmenes curvos y detalles angulares que lo convierten en una pieza de diseño reconocible a primera vista.
Pero lo más espectacular se encuentra al cruzar la pasarela: Meyer Davis, con sede en Nueva York y clientes como Oscar de la Renta, Four Seasons o Rosewood Hotels, ha trasladado todo su expertise en hospitalidad de lujo al interior de este yate.

La atmósfera no tiene nada que ver con la estética náutica clásica: aquí hay piedra travertina, madera noble, cuero color coñac, alfombras de rafia tejida, curvas orgánicas, iluminación tenue y espacios que se abren como una villa mediterránea frente al mar. No hay ni una línea dura, ni un color estridente: todo emana calma, calidez y exclusividad.
Y, ¿cuánto cuesta un sueño así?
¿Y cuánto cuesta vivir esta fantasía flotante? Aunque el Vesta 56 sigue siendo un concepto, los expertos coinciden en que su precio superará con creces los 100 millones de euros. Sólo el casco de aluminio y acero, fabricado en el legendario astillero de La Spezia, ya implica decenas de millones.

Si añadimos los interiores totalmente personalizados, tecnología de última generación, piscina, gimnasio, cine a bordo, helipuerto y alojamiento para 12 invitados y una tripulación de hasta once personas, la factura final puede acercarse fácilmente a los 120 o incluso 150 millones, dependiendo del nivel de detalle y los caprichos del propietario.
Y es que, en el mundo del gran lujo, el precio no sólo refleja los materiales o la ingeniería, sino también la exclusividad. Baglietto sólo construye unos pocos yates al año, todos a medida.

La entrada de Meyer Davis en este universo es otro guiño al comprador que no busca simplemente un barco, sino una pieza única, un objeto de deseo irrepetible que hable de su estilo de vida. Como ellos mismos dicen: «No estamos diseñando un yate. Estamos diseñando un hogar».
Este hogar cuenta con múltiples cubiertas que se abren al mar a través de balcones retráctiles, espacios que se transforman según el momento del día, y un concepto de fluidez que elimina las fronteras entre interior y exterior.

En lugar de un salón, hay un espacio habitable. En lugar de un comedor, una experiencia. Hasta la suite principal parece diseñada para una película de James Bond: ventanales de suelo a techo, baño tipo spa, vestidor y acceso directo a una terraza privada con vistas infinitas.
En el universo de los superyates, donde la personalización es norma y la competencia feroz, el Vesta 56 se diferencia por una idea poderosa: crear algo profundamente humano. Un lugar donde la belleza, la serenidad y la sofisticación no sean un lujo, sino la base. Y eso, claro, tiene un precio. Uno que sólo unos pocos podrán, y querrán, pagar.

