El mundo del coleccionismo de coches es de lo más apasionante. Para aquellos a los que les gusta el motor, es una auténtica maravilla encontrar vehículos clásicos que aún conservan algunas de sus piezas originales y se mantienen intactos. En las subastas encontramos coches que han competido, por ejemplo, en las 24h de Le Mans, pasando por vehículos de película, hasta ediciones limitadas. A veces las casas crean prototipos que nunca ven la luz, pero llega un momento en el que se liberan al mejor postor. El último hito es un Chevrolet que se subasta y promete un final de siete cifras.
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En 1911 el mundo vio nacer a Chevrolet, un esfuerzo más de William C. Durant al crear el primer vehículo de la marca en la ciudad estadounidense de Detroit. En 1913, Chevrolet se convirtió en leyenda en las tradicionales 500 millas de Indianápolis. Durante los siguientes años, la marca fue construyendo automóviles sobresalientes y avanzó en la ingeniería de un gran motor.
En 1964, la casa americana quiso competir con el famoso modelo cobra y crearon un prototipo de coche de carreras que, actualmente, se encuentra en venta a través de la casa de subastas Hemmings. Aunque la marca presume de tener vehículos a un alcance popular, este modelo no se subasta por un precio común. Cuando la versión de Carroll Shelby del AC Cobra llegó a escena a principios de la década de 1960, este marcó un antes y un después en los coches de carreras y la estética de los bólidos en las pistas comenzó a cambiar. Chevrolet tuvo la oportunidad de trabajar con ellos y no lo hizo, lo cual fue un arrepentimiento para ellos. Tenían que satisfacer sus ansias de competición y de ahí nació el modelo Cheetah.
Muchas marcas lo han intentado copiar, por lo que en la subasta aseguran la autenticidad a través de un número de serie, para que vean que es el diseño original y único de Thomas. El curvilíneo coupé lleva una carrocería de aluminio que cuenta con un morro extendido y un compartimiento del conductor ubicado encima de las ruedas traseras. El automóvil se construyó sobre un chasis de tubo de cromo con una distancia entre ejes de 90 pulgadas y un sistema de suspensión independiente. La cabina tiene dos asientos, ambos cubiertos hoy con vinilo plateado.
El modelo Cheetah está impulsado por un motor V-8 de 327 pulgadas cúbicas del Corvette de 1963. El molino, que se puede ver a través de una ventana en el capó del automóvil, se complementa con marchas manuales y una caja de, sólamente, cuatro cambios. Eso es mucho empuje para cualquier automóvil de la década de 1960, y mucho menos para uno que solo pesaba 793 kilos.
Muchos expertos en motor afirman que el coche tenía muy buena pinta en papel y en formato real, pero por sus características, era una creación que no iba a alcanzar al cobra y menos en un momento de competición, donde no estaba preparado para asimilar una intensidad de tal calibre. Aunque en aquella época se consideraba un coche que no merece la pena, el tiempo siempre da la razón y tener un coche tan bien cuidado y que es único, es algo que cualquiera desea. No se ha desvelado el momento de la subasta, pero está cerca y la casa afirma que el precio final puede ser, sin pestañeos, de dos millones de euros.