Para muchos puede resultar curioso, pero la Reina Isabel II conducía sus propios vehículos siempre que podía. Era una de sus actividades favoritas. Tanto ella como su marido, Felipe de Edimburgo, eran grandes conductores y tenían una especial relación con el mundo del automóvil. Tanto, que el esposo de la difunta Reina diseñó el coche fúnebre que participó en su entierro, un Range Rover modificado, la casa británica de motor favorita de la Monarca. Este Range Rover de Isabel II sale a subasta y las pujas están servidas.
Su reinado está calificado como uno de los más largos de la historia y su figura ha sido una de las más respetadas, a nivel nacional e internacional. Ella tenía predilección por dos marcas inglesas, dos marcas que siempre fueron sus permanentes. Una de ellas, la favorita podríamos decir era Land Rover y, la otra, era Jaguar, la misma con la que fue trasladada a Windsor para ser enterrada. Aunque tampoco podemos olvidar otra británica, la cual era una habitual en sus día a día, puesto que el coche oficial de los reyes de Inglaterra era de Rolls-Royce. Todo un icono de la corona británica y de las imágenes más reales.
Muchos podrían pensar que solo una marca suministraba a la familia real, pero no era así. Ambas marcas colaboraban estrechamente con la familia real siendo, además, las dos únicas marcas que podían ser usadas, ordenado de esta manera por la Reina Isabel II. Uno de ellos sale a subasta, precisamente un Range Rover L322, el cual se va a subastar. Para aquellos que puedan dudar de ello, la casa de subastas Iconic Auctioneers ha certificado su procedencia con una serie de fotos y vídeos en los que se ve a la reina al volante.
Cuentan desde la casa de subastas que ha resultado bastante complicado que las autoridades certifiquen el uso de este tipo de coches en cuanto salen de su entorno. No por otro motivo, sino por que el vehículo entró en servicio en 2004 y fue suministrado por Land Rover Special Vehicle Operations, la filial encargada de modificar los coches para clientes especiales, en este caso, para el servicio secreto de la reina.
El vehículo salió de fábrica con una parrilla delantera con luces de emergencia ocultas y otra serie de elementos que la propia Isabel II, encargaba de manera privada y personal. Entre ellos las protecciones especiales para sus perros, estribos laterales, faldones guardabarros, interruptores dobles de las ventanas traseras o asideros traseros para ayudar en la entrada y salida de pasajeros. Además, no era nada raro ver a Isabel II conducir un 4×4.
A pesar de la larga vida del vehículo, desde su fecha de fabricación de origen, este solo tiene algo más de 176.000 kilómetros recorridos y un historial de servicio completo. Iconic Auctioneers saca a subasta este Range Rover de la Reina Isabel II en el un exclusivo evento, el cual se prevé que asistan grandes coleccionistas a nivel mundial y se espera que el vehículo se venda por encima de los 70.000 euros.