Dentro de mis frecuentes escarceos con motos que salen al mercado, y que pruebo, tuve un amor juvenil cuando se lanzó al mercado la Suzuki Bandit 400. Me parecía una belleza de moto: desnuda (naked) y con una cilindrada tan cercana a aquella deseadísima Yamaha RD 350, pero la Suzuki con 4 cilindros, 16 válvulas y refrigerada por agua. Lo mismo que se llevaba en la época en los coches más cañeros. Así abría Suzuki la década de los noventa, con este homenaje a una moto española, aquella Bultaco ‘El Bandido’ de los años sesenta que corría exitosamente por el desierto de los Estados Unidos en la frontera mexicana, y que tras varias versiones deja de producirse en 1972, año de inflexión, y donde comienza la historia de nuestra super Kawasaki.

La marca japonesa lanza al mercado la denominación ‘Z’ con la Z1, otra preciosa naked y que pretende demostrar a Honda que podía hacer un gran producto ante la CB 750 Four que había lanzado sorpresivamente en 1969. Entre las dos motos abren y cierran el ciclo de ‘paseítos lunares’, motos que impactan el mercado europeo con productos de altísima fiabilidad, seña de identidad del orgullo japonés milenario a golpe de kodachi. La Kawasaki que fue denominada Super Four por ser la primera de este cubicaje con motor de cuatro cilindros, era una moto con una estética atemporal y que juntaba muchas virtudes para poder venderse en muchos mercados, como efectivamente ocurrió. Se considera que fue la primera superbike y desbancaba de lejos en prestaciones a la Honda, siendo la moto más rápida y superando los 210 kilómetros por hora con facilidad.

El proyecto final se denominó ‘New York Steak’, y es que conquistar el mercado americano era uno de los objetivos de esta moto cuyo proyecto comenzó a fraguarse antes de la Honda, en 1968 y con una cilindrada de 750 cm3. Pero ante la presentación de la CB, Kawasaki entra en pánico y se reinventa con esta moto superior que se desarrolló a marchas forzadas y que salió muy bien. De hecho, y en relación a su nombre clave, es que el estudio de diseño McFarland’s de Nueva York diseñó los elementos estéticos de la moto, entre ellos ese depósito de aspecto más británico que el de la Honda, porque la Kawa también competía con motocicletas inglesas de la época. Las prestaciones sin precedentes no evitaban sin embargo que fuese una moto cómoda, muy bonita, y además sometida a duros exámenes de fiabilidad en Japón y en los Estados Unidos. Desde luego era algo totalmente nuevo para hacer girar el mundo de otra manera distinta, y es que eso se decía de esta nueva saga ‘Z’.

No será la primera vez que escribo que cuando a los fabricantes de coche y motos no se les ocurran ideas de diseño, no tienen más que mirar por el retrovisor en las líneas clásicas de antaño, y a poder ser de su legado histórico, en caso de tenerlo. Algunos no reflexionan sobre ello, y lanzan productos al mercado de dudosa estética, y donde se rompe con un pasado imitando patrones ajenos con algún que otro adefesio que a la vista nos preguntamos ¿por qué han hecho esto?

Este desde luego no es el caso de la Kawasaki de la que voy a hablar que es un ‘motón’ en toda regla y homenajea su Z1 900 del 72: La nueva Z900 RS. Una moto para no ponerle un solo ‘pero’. Siempre y cuando, por supuesto, entiendas que es una moto naked sin protección aerodinámica y por supuesto, sin ninguna virtud campera. La Kawa es una moto impecable en su estética que no copia a nada más que a aquella japonesa de hace medio siglo, eso sí, incorporando tecnología moderna de manera absolutamente impecable.

A primera vista la Z900 RS impresiona más que en fotografías y videos porque es más bonita en vivo, más grande y compacta de lo que parecía, dando una sensación de mucha robustez. Muy acertadamente la marca renuncia a su verde por una bicolor como las del 72, como si fuese una avispa. Aunque creo que también hay una combinación roja bicolor que no debería de denominarse diablo, porque es bastante clásica ¿será por el Bulova Deep Sea del 72? La combinación negra y amarilla me encanta porque es muy atractiva en motos, así era mi CBR.

Dos sorpresas más a primera vista muy gratificantes: los relojes gemelos en vez de la pantalla que ahora pone todo el mundo. Decisión acertada y con información adicional necesaria en una discreta pantalla que te cuenta todo lo que necesitas saber, hasta los modos de conducción. Pero también la nueva Z900 tiene un sonido fantástico al arrancar, de moto ‘R’. Se ve que al fantástico propulsor lo que le han hecho es cambiarle el traje por uno muy elegante. Hasta con los ojos cerrados es imposible no percatarse que se trata de una moto japonesa, arranca con mucha suavidad, a la primera, y como digo el sonido delata que es algo grande. No sé si Kawasaki debería de haber incluido alguna placa haciendo referencia al homenaje a la Z1 con numeración especial …

De los elementos modernos de los que he hablado que han quedado tan bien integrados, destaco sus fantásticas suspensiones. En el caso de la delantera con horquillas invertidas y todo tipo de regulaciones para hacer lo que quieras y meterla en circuito. Y detrás un llamativo amortiguador Olhins transversal también regulable en todo, y que se delata con su amarillo inconfundible. Y es que la 900, como pasaba con la Z1, a pesar de que permite un uso urbano, únicamente condicionado por dónde dejar el casco como en cualquier naked, es una auténtica ‘R’. No voy a decir con piel de cordero, sino con estética clásica y bonita, y que cuando sube de vueltas anda muchísimo, pero también nos sirve para buenos paseos por su comodidad y con seguridad gracias a la calidad de sus elementos y su buena electrónica.