Así vive la tripulación de un yate de 100 millones: «De guardia por si de madrugada se les antoja comer»
Cada verano, las aguas de Mallorca e Ibiza se transforman en un desfile flotante de lujo. Es la temporada alta de los megayates, embarcaciones que no sólo sirven como símbolo de estatus, sino como verdaderos palacios equipados con helipuertos, piscinas infinitas, gimnasios, spas y tecnología de última generación. Los nombres detrás de estos titanes marinos son tan impresionantes como sus dimensiones: Mark Zuckerberg ha sido visto en su yate Launchpad o el espectacular yate de Jan Koum, el fundador de WhatsApp.
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Detrás de cada yate de los magnates anteriomente mencionados, hay una coreografía milimétrica que sucede antes de que cualquier estos pongan un pie a bordo. La tripulación trabaja en un silencio meticuloso para que cada rincón esté impoluto. Así lo revela Esmée Yntema, tripulante de yate y creadora de contenido española, que documenta a través de sus redes cómo se vive el detrás de escena de estos gigantes del mar.
Esmée Yntema trabajó durante años en la organización de eventos en Holanda y Mallorca, pero durante la pandemia decidió reinventarse profesionalmente y realizó un curso de formación marítima (STCW), centrado en los conocimientos básicos para trabajar a bordo.
Antes de la llegada del propietario, Esmée cuenta que hace una última ronda por el barco. Acomoda los cojines en un orden específico (con la cremallera siempre hacia abajo, una regla de oro del servicio náutico, como ella misma relata), coloca bombones de manera simétrica con la punta hacia arriba y arregla la fruta en un frutero como si fuera una instalación artística. Las flores también reciben un tratamiento especial: a los lirios, por ejemplo, se les retira el polen para evitar manchas en las superficies. Si has visto la serie Sirenas, recién llegada a Netflix, seguro que Esmée te recordará a la protagonista, Simone (Milly Alcock), la asistenta de la millonaria Michaella (Julianne Moore).
La puesta a punto no se limita al salón. Aunque el dueño del barco no vaya a dormir a bordo, todas las habitaciones deben estar iluminadas. «Por si decide bajar, que vea que todo está preparado», explica Esmée en uno de sus vídeos. Las alfombras se aspiran hasta borrar cualquier rastro de pisadas, y se limpian con mimo interruptores, pomos y pasamanos para eliminar huellas dactilares que delaten el paso del personal.
La tripulación a pleno rendimiento
Jamila García guía a través de su web Starfish Sea a aquellas personas que quieren trabajar a bordo de un yate y asegura que «conseguir el primer trabajo en esta industria sin ningún tipo de ayuda no es nada fácil». Como tripulante de yate, en concreto es jefa de azafatas, asegura que lo que más odia es estar de guardia. «Ya sabrás lo exigentes que son las personas con las que tratamos en este mundo de súper yates», relata en su blog.
«Si los huéspedes vuelven de fiesta a las 5:00 am y se les antoja algo de comida tiene que haber un chef disponible para cocinar, si quiere ponerse rumbo a un destino, tiene que haber un oficial y el capitán…»
Ambiente cinco estrellas dentro del yate
El objetivo es que, al cruzar la puerta, el propietario entre en una burbuja de calma y sofisticación. Para ello, Esmée desvela que activa luces ambientales, pone música relajante y, como toque cálido, reproduce un vídeo de chimenea encendida en Netflix. Puede parecer un detalle menor en medio del lujo desbordante, pero es precisamente esa atención al ambiente lo que eleva la experiencia.
Mientras que el yate de Jeff Bezos, el Koru, con su velero auxiliar Wingman, ha acaparado titulares en todo el mundo, lo que muchos desconocen es el nivel de exigencia y profesionalismo que se esconde tras bastidores. No se trata sólo de tener un barco de cientos de millones de euros, sino de ofrecer una experiencia sin fisuras, donde cada flor, cada bombón y cada luz encendida hablan de excelencia.
Y aunque Mallorca, Ibiza y la Costa Azul compitan por ser el destino favorito de estos yates, una cosa es segura: el verdadero espectáculo del lujo comienza mucho antes de zarpar.