El arte del aperitivo no se mide por la cantidad de platos, sino por el acierto de las combinaciones. No todos los encuentros piden lo mismo: hay días de terrazas soleadas y vermú, tardes de risas improvisadas entre amigos o cenas en las que el aperitivo se convierte en el verdadero protagonista. Para cada ocasión, un vino distinto puede marcar la diferencia. Te proponemos tres vinos para tres momentos de aperitivo muy diferentes, desde el más fresco y desenfadado hasta el más elegante y con cuerpo.
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Vino 1: perfil blanco elegante para arrancar la velada
Una excelente opción para empezar es el Sonrisa de Tares 2024, blanco 100 % Godello de la D.O. Bierzo. Se describe como de “color limón brillante con destellos dorados”, nariz de cítricos, fruta de hueso y flores blancas, y boca cremosa, con acidez fresca y final agradable.
¿Por qué elegirlo para el aperitivo? Porque aporta frescura y elegancia sin resultar pesado, lo que hace que los invitados se sientan cómodos desde el primer sorbo. Además tiene la versatilidad para acompañar tanto aceitunas aliñadas, mini tostas de sardina o un tartar ligero, como para dar pie a la conversación.
Consejo de anfitrión: enfríalo a unos 10–11 °C, sirve una copa al llegar los invitados y acompáñalo de unos snacks con un punto salado o ácido (almendras marcona, aceitunas aliñadas, crudités con dip). Ese arranque ligero pero cuidado marca el tono de la velada.

Vino 2: blanco con algo más de carácter para seguir el ritmo
Para cuando el aperitivo avanza, y quizá ya hay tapas más elaboradas, entra en juego un vino con un poco más de cuerpo: el Hera Verdejo Criado sobre Lías. Un blanco que combina lo mejor de dos mundos: la frescura herbácea característica de la Verdejo con una textura sedosa gracias a su crianza sobre lías. Esa técnica, mantener el vino en contacto con sus levaduras tras la fermentación, le da volumen y una sensación más envolvente en boca.
El resultado es un vino elegante, con notas de piña, manzana verde y maracuyá, que se siente amable y largo en el final. Perfecto para acompañar un tartar de salmón, unas vieiras a la plancha o una ensalada de burrata con albahaca. Es el tipo de vino que mantiene la conversación interesante sin robar foco, y que demuestra que un aperitivo puede ser sencillo, sí, pero también sofisticado.
Consejo de anfitrión: pon la botella sobre un cubo con hielo unos minutos antes de servir, sírvelo en copa blanca estándar, y acompáñalo con tapas que aporten color y variedad: hummus de remolacha, ceviche de vieira o una tabla de quesos frescos + uvas.

Vino 3: opción ligera para alargar la velada
Para un giro más relajado, o si prefieres algo un poco más informal, la opción del LIX Sauvignon Blanc (o similar Sauvignon Blanc joven) es interesante. Este estilo se caracteriza por notas tropicales, cítricas, y una textura ligera-vibrante buenísima para aperitivos y comidas informales.
¿Por qué meterlo en el listado? Porque hay momentos en que quieres ofrecer algo que invite a alargar la copa, que sea fresco, fácil de beber, sin que el vino mande. Ideal si los invitados se quedan más rato o si la reunión tiene un tono más distendido.
Consejo de anfitrión: sírvelo en jarra transparente con rodajas de limón o lima, estilo copita en terraza, y acompáñalo de tapas más veraniegas: sushi, ceviche, brochetas ligeras o crudités con salsa ligera. El vino actúa más como acompañante suave que como protagonista.
