En COOL somos grandes amantes de la gastronomía. Nos encanta viajar, conocer y probar. Dicen que la mejor forma de conocer a un país es a través de la cocina y no tengo pruebas, pero tampoco dudas. Este artículo está destinado a los más glotones y con paladar exquisito, para aquellos que disfrutan de un buen chuletón, pero también de unas patatas fritas. Y sobre estas últimas va la receta de hoy. ¿Crees que lo has visto todo? Hoy en COOL te contamos la exclusiva receta de las patatas fritas más caras del mundo. ¿Sabrías adivinar el precio?
‘Creme de la Creme Pommes Frites’
Nacen en La Gran Manzana, Nueva York, concretamente en el restaurante Serendipity 3. Y no, no lleva ni ketchup, ni mayonesa, ni mostaza. Este ‘suculento’ (habría que probarlo), plato, está destinado a los amantes del lujo y de las excentricidades.
El Serendipity 3 es un espacio gastronómico a primer nivel conocido por ofrecer los menús más extravagantes y caros del mundo, para un tipo de clientela muy específica.
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El 13 de julio es el Día Mundial de las Patatas Fritas y los cocineros del Serendipity 3 decidieron crear una exclusiva y única ración de patatas cuyo precio ascendería a… ¡170 euros! Al plato se le ha bautizado como ‘Creme de la Creme Pommes Frites’ y ha entrado directamente y sin dudas en el Libro Guinness de los Récords.
Receta
Como no podía ser de otra manera, todo está medido al detalle en esta ración, desde sus ingredientes hasta su elaboración.
Las patatas, de variedad Chipperbeck, están bañadas en una mezcla de champán Dom Perignon, champán de J. LeBlanc y vinagre. Posteriormente se fríen en grasa pura de ganso del sudoeste de Francia.
Llega el momento de añadir los condimentos y aquí viene lo interesante. Primero se sazonan con sal de trufa de Guerande, aceite de trufa de verano de Urbani, trufa negra y un queso Pecorino de Crete Senesi, una región de la Toscana. El toque final lo ponen el oro comestible de 23 quilates y la trufa de verano laminada de Umbria.
Vienen acompañadas por una salsa Mornay, una bechamel enriquecida con yema de huevo y un poco de queso rallado. Como toque final, el emplatado, y como la vajilla importa, la ración se sirve en un plato arabesco de cristal de Baccarat.