En pleno corazón de Jaén, entre callejones que huelen a historia y a aceite de oliva virgen extra, se esconde un lugar tan pequeño como asombroso. Su nombre es Bagá, y aunque apenas cuenta con 45 metros cuadrados y un aforo que ronda los 8 a 15 comensales, ha conseguido lo que muchos grandes templos gastronómicos sueñan: una estrella Michelin y el título de quinto mejor restaurante de Europa según Opinionated About Dining. Bajo el lema Sentir Jaén, que preside la minúscula cocina, Pedro Sánchez (sí, el chef, no el presidente) ha convertido este espacio en una joya culinaria que ha puesto a Jaén en el mapa gastronómico mundial. Bagá no es sólo un restaurante: es una experiencia sensorial, un homenaje al olivo y a la tierra, una oda a los sabores que nacen del alma del sur.
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El restaurante Michelin más pequeño del mundo está en Jaén
Bagá ocupa un local en la calle Reja de la Capilla, número 3, justo al lado de la basílica de San Ildefonso. Lo que a simple vista parece una cafetería diminuta, es en realidad un escenario donde cada plato cuenta una historia. Con una sola placa de inducción, un microondas y un robot de cocina, Sánchez logra crear un menú degustación de 16 platos que cambia constantemente, siempre en función de los productos locales y de temporada.
El nombre Bagá, por cierto, es un guiño precioso: significa flor de olivo en árabe, un detalle que resume a la perfección la filosofía del lugar. Cada plato, cada textura, cada aroma, está impregnado de ese respeto por el producto jienense y por el paisaje que lo rodea. La propuesta de Bagá es sencilla en apariencia, pero de una profundidad creativa abrumadora. Aquí no hay fuegos artificiales, sino una cocina honesta, que emociona. Entre sus platos más emblemáticos destacan el consomé de Carrueco, elaborado con una variedad autóctona de calabaza; las Quisquillas de Motril en escabeche de perdiz, un elegante mar y montaña, o el ya célebre postre de Coco, Almendra, Piña y Albahaca, que redefine la frescura en cada bocado.
Cada creación es una declaración de amor a la provincia de Jaén. Pedro Sánchez no busca deslumbrar con técnica, sino hacer sentir. En Bagá no hay distancia entre el comensal y el cocinero, literalmente. Desde la barra se puede ver cada movimiento de Pedro y su equipo, cada gesto medido en un espacio donde no sobra ni un centímetro. Es un espectáculo íntimo y mágico. El diseño, a cargo del arquitecto Alfonso Mollinedo, evoca un bistró francés contemporáneo, cálido y elegante.
El menú degustación de este restaurante Michelin cuesta 98 euros, un precio que, teniendo en cuenta la exclusividad y el nivel de la experiencia, resulta más que razonable. Eso sí, reservar es imprescindible: las plazas vuelan y las listas de espera pueden ser largas. Con sólo siete años de vida, Bagá ha pasado de ser una curiosidad local a convertirse en un destino de peregrinación para los amantes del buen comer.
Pedro Sánchez lo tenía claro desde el principio: quería poner a Jaén en el mapa gastronómico nacional e internacional. Hoy, lo ha conseguido. Bagá demuestra que no hacen falta grandes salones ni menús kilométricos para conquistar al mundo. Sólo pasión, raíces y mucho talento. Así que si alguna vez pasas por Jaén, ¡reserva con tiempo!
