Elena Yorda y Elena Fuenmayor, dos ingenieras visionarias con más de una década de experiencia en el mundo fintech, han transformado su pasión por la tecnología en una innovadora joya: Rikki, el primer anillo inteligente español. Su viaje comenzó con pulseras NFC para festivales, pero su incansable búsqueda de soluciones más seguras y sostenibles las llevó a desarrollar este anillo que combina elegancia, minimalismo japonés y tecnología de vanguardia. Con Rikki han redefinido la forma en que llevamos y usamos nuestro dinero, ofreciendo una alternativa discreta y segura a las tarjetas y dispositivos móviles. Inspiradas por la simplicidad y la necesidad de desconexión en un mundo digitalmente ruidoso, Yorda y Fuenmayor no sólo han creado un producto revolucionario, sino que también han marcado un hito en la innovación tecnológica de nuestro país. Hablamos con ellas para conocerlas más de cerca y, por supuesto, descubrir cómo funciona este dispositivo.
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Elena Yorda y Elena Fuenmayor nos cuentan que la idea de crear Rikki no surgió de una revolución, sino de una evolución constante en el ámbito fintech. Las ingenieras comenzaron su trayectoria en una startup de pulseras NFC para festivales, donde descubrieron el gran potencial detrás de este pequeño dispositivo.
Inicialmente, desarrollaron un wearable de pago con servicios adicionales para menores de edad. «Es un mundo fascinante pero no conseguimos dar con un modelo de negocio sostenible, que no se basara en acumular pérdidas multimillonarias, mantenidas sólo por constantes rondas de inversión», confiesan las fundadoras de Rikki.
Después de más de un año de trabajo, las creadoras decidieron no lanzar el producto inicial y buscar un enfoque más viable. «Así nació la idea de un wearable pequeño enfocado a adultos, que se pudiera utilizar en open loop, es decir, por todo el mundo, utilizando tecnología puntera de tokenización y con la posibilidad de ofrecer servicios adicionales de alto valor sin interferir en la seguridad del chip».
«Pagar con una joya discreta y bonita es más cómodo y no revela datos innecesarios de tu estatus económico»
La primera necesidad que abordaron las fundadoras de Rikki fue la mejora de la seguridad en los pagos. Yorda y Fuenmayor nos explican que «a diferencia de las tarjetas bancarias, que pueden ser clonadas, y los pagos móviles, que pueden exponer todas las tarjetas del usuario si se suplantan sus credenciales, Rikki utiliza un token gestionado por Visa o MasterCard, interpretable sólo por estas plataformas. Esto garantiza que los datos de pago sean seguros y no interceptables».
Otra necesidad que vieron en el mercado y que las impulsó a desarrollar este dispositivo fue la de llevar dinero de forma discreta y elegante. Las fundadoras recuerdan que «la tarjeta se inventó para aligerar la abultada cartera del hombre pudiente de los años 50 y, por esto, tiene este formato, pensado en caber en este tipo de cartera».
Señalan que hoy los hábitos han cambiado. «No nos gusta remover el bolso para sacar la cartera y mostrar todas las tarjetas que tienes. Poder pagar con una joya discreta y bonita es mucho más cómodo y no revela datos innecesarios de tu estatus económico».
El diseño del anillo inteligente, inspirado en el minimalismo japonés, funciona sin batería y es sumergible hasta 50 metros, permitiendo pagar en cualquier circunstancia sin llevar cartera o móvil.
Al tratarse de un artículo sin batería y sin conexión a Internet, la fundadoras nos explican que el anillo inteligente «permite disponer siempre de dinero y nos ofrece la posibilidad de acallar el ruido constante de notificaciones, mensajes, llamadas… para poder concentrarnos en lo que realmente es importante en cada momento».
«Nada te hace pensar que este anillo inteligente tiene un chip de seguridad bancaria en el que puedes llevar un millón de euros encima»
El diseño de Rikki está profundamente influenciado por el minimalismo japonés, que valora la simplicidad y la reducción de ruido visual y auditivo. Este enfoque ha llevado a crear un anillo inteligente elegante y discreto, sin sensores ni luces, priorizando la desconexión tecnológica. «Está pensado como un artículo simple y elegante que no pretende llamar la atención como artículo tecnológico», enfatizan Yorda y Fuenmayor.
«Cuando lo observas por fuera nada te hace pensar que dentro encierra un chip de seguridad bancaria con el que puedes llevar un millón de euros encima y no aparentarlo para nada». Un detalle que sus fundadoras relacionan con la privacidad pues apuestan por la no acumulación de datos. Es decir que no registran datos que revelen qué hacen las personas en su día a día.
El nombre Rikki fue cuidadosamente elegido para transmitir confianza y proximidad, evitando nombres tecnológicos comunes. «Buscábamos confianza y cercanía porque el anillo es tan innovador que requiere dar una imagen más humana. Así que antes del nombre surgió el anagrama de la compañía, un muñequito con aires mironianos, de Joan Miró«, declaran.
Nos cuentan que después buscaron un nombre fácil de recordar, visualmente armónico y que pudiera posicionarse sin conflictos con otras marcas ya consolidadas.
«El chip del anillo gestiona el token de pago de las tarjetas bancarias, ofreciendo una seguridad superior en los pagos presenciales»
El anillo Rikki utiliza tecnología NFC para conectarse con los datáfonos, pero lo esencial es el chip de seguridad bancaria certificado por Visa y MasterCard. Este chip gestiona el token de pago de las tarjetas bancarias, proporcionando una seguridad superior en los pagos presenciales. Además, los usuarios pueden gestionar sus pagos y tarjetas a través de la app de Rikki, que permite cambiar la tarjeta, pausar pagos o dar de baja el anillo en caso de pérdida o robo.
Las creadoras de Rikki nos explican cómo funciona y señalan que todos los gastos realizados con el anillo se envían automáticamente al móvil del usuario y «siempre puede disponer de un registro de los gastos realizados». Asimismo, tal y como marca la legislación bancaria, el anillo requiere PIN para pagos de 50€ o superiores.
«Estamos trabajando en dos líneas más: la apertura de puertas y la localización de menores y ancianos»
Rikki se visualiza como un aliado íntimo y discreto de las personas. Nos adelantan que están trabajando en dos líneas más: la apertura de puertas y la localización de menores y ancianos.
«Imagínate que puedas acceder a la oficina sin necesidad de llevar colgada la tarjeta de control de acceso, o que puedas abrir la puerta de tu casa sin necesidad de buscar las llaves. O si esa persona tan querida pero vulnerable se está retrasando, poder localizarla en un instante».
Rikki se desmarca de otros anillos inteligentes enfocados a la salud pues las fundadoras consideran que, además de estar este sector ya muy cubierto, no es «un tipo de servicio tan básico como los pagos o la apertura de puertas».