Hay lugares que invitan a parar el tiempo. Menorca es uno de ellos. Con sus aguas cristalinas, calas escondidas, cocina de raíces y ritmo pausado, la isla balear se convierte en el escenario perfecto para una escapada de 24 horas que lo tiene todo: naturaleza, bienestar y buena mesa.
Desde un paseo en embarcación tradicional hasta una cena con estrella local, pasando por playas de postal y momentos de pura desconexión. Para quienes buscan vivir Menorca con todos los sentidos, alojarse en el Meliá Cala Galdana (a pie de una de las playas más hermosas de la isla) es el primer paso para hacerlo con estilo.
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24 horas en Menorca: lujo frente al mar
9:00 | Despertar con vistas privilegiadas
Imagina abrir los ojos y que lo primero que veas sea el azul turquesa del mar, enmarcado por los pinos que abrazan la cala. Así amanece en la Suite Junior The Level Panoramic View de Meliá Cala Galdana, la joya de la corona del hotel. Con su terraza privada frente al mar, bañera independiente, amenities de diseño y acceso a servicios exclusivos, esta habitación redefine el concepto de escapada de lujo.
Aquí, el silencio es oro y el ritmo lo marca el sonido de la naturaleza. Los detalles importan: desde la carta de almohadas hasta el minibar prémium incluido, cada rincón está pensado para el confort absoluto. Además, los huéspedes The Level disfrutan de check-in privado, acceso al Level Lounge con snacks y bebidas durante todo el día y atención personalizada. Todo, a pie de playa, en una de las calas más bellas de Europa.

10:30 | Clase de yoga con sabor a mar
A sólo unos pasos de la habitación, en una de las terrazas más mágicas del hotel, se imparten las clases de yoga. Pero no son clases cualquiera: los instructores han sido formados por Xuan Lan, referente del yoga moderno y mente inquieta que ya nos inspiró en una reciente entrevista. Su método va más allá de las posturas: es una invitación a vivir con más conciencia, a respirar con más calma, a conectar con uno mismo.
Practicar yoga aquí, frente al horizonte, con la brisa marina como única banda sonora, es una experiencia casi espiritual. Una forma de activar el cuerpo y despejar la mente antes de adentrarse en todo lo que Menorca tiene por ofrecer.

12:00 | Navegar en menorquina: el plan perfecto
Una de las actividades más especiales que ofrece el hotel es la posibilidad de recorrer algunas de las calas más secretas de la isla en una embarcación tradicional menorquina. Un plan de medio día (ideal para exprimir cada minuto de estas 24 horas) que combina aventura, belleza natural y cultura local.
Desde el puerto de Cala Galdana, la ruta serpentea entre acantilados y bosques hasta calas tan emblemáticas como Macarella, Turqueta o Mitjana. Con paradas para nadar, snorkel o simplemente flotar y observar el cielo, es una invitación a reconectar con el Mediterráneo en su forma más pura.

14:30 | Comer frente al mar en Cap Nao
De vuelta en tierra firme, nada como reponer fuerzas en el restaurante Cap Nao, ubicado en el propio Meliá Cala Galdana. A los mandos, un equipo que trabaja con producto local de temporada y una clara inspiración mediterránea.
El ambiente es relajado pero sofisticado, con mesas en la terraza y una carta que rinde homenaje al mar balear. ¿Los imprescindibles? El arroz meloso de gamba roja, el tartar de atún con aguacate y, por supuesto, los pescados del día, siempre frescos y cocinados con mimo. El maridaje con vinos locales completa la experiencia, sin prisa, con vistas infinitas.

17:00 | Cala Galdana: la postal hecha playa en Menorca
Después de comer, lo natural es bajar a la playa. Y cuando tienes a tus pies Cala Galdana, no hace falta ir más lejos. Esta bahía en forma de concha, con aguas tranquilas y arena blanca, es una de las más espectaculares de la isla. Ideal para nadar, leer bajo la sombrilla o simplemente tumbarse y observar cómo cambia la luz sobre el agua.
Además, su ubicación la hace accesible y cómoda, con todos los servicios, pero sin perder ese aire de paraíso menorquín que tanto enamora.

21:00 | Cena especial en Menorca en Sa Pedrera d’es Pujol
Para terminar el día, toca vestirse para una cena inolvidable. A unos minutos en coche, el restaurante Sa Pedrera d’es Pujol ofrece una experiencia gastronómica con alma menorquina y técnica de alta cocina. En un entorno encantador —una antigua casa de campo reconvertida—, su carta mezcla raíces locales con innovación.
Entre sus platos estrella, dos recomendaciones brillan con luz propia: el solomillo Wellington, una reinterpretación del clásico inglés con carne de primera y hojaldre perfecto; y la raya, un pescado poco habitual que aquí tratan con maestría, resaltando su sabor suave con salsas y acompañamientos sutiles. El servicio es atento y cálido, y la carta de vinos, extensa y bien curada. Una forma redonda de cerrar este viaje express a la Menorca más auténtica y refinada.
