En el período comprendido entre 1928 y 1932, Julio González y Pablo Picasso colaboraron en el proyecto artístico que tenía como fin realizar un monumento funerario dedicado a Guillaume Apollinaire, fallecido en 1918. Este trabajo conjunto se ha estudiado tradicionalmente como el origen de un nuevo tipo de expresión escultórica: la escultura en hierro. Este año la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre alberga desde el 23 de septiembre al 8 de enero de 2023 una exposición que profundiza en la escultura metálica y examina las afinidades creativas entre los dos artistas. Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura es el último gran proyecto de Tomàs Llorens, uno de los más lúcidos y emblemáticos historiadores del arte de nuestro país, fallecido en junio de 2021. Descúbrela en este artículo y anímate a visitar la exposición.
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‘La Desmaterialización de la Escultura’
Picasso había recibido el encargo de una comisión formada, entre otros, por la viuda del poeta, Jacqueline Apollinaire, y los escritores André Billy y André Salmon y que tenía como fin realizar un monumento funerario dedicado a Guillaume Apollinaire.
Picasso no abordó este trabajo hasta pasados casi diez años desde la muerte de su amigo y que no llegó a materializarse en los términos previstos. El nuevo modo de trabajar el metal iba a jugar un destacado papel en la producción artística de las décadas centrales del siglo xx y sería considerado el equivalente escultórico del expresionismo abstracto y del informalismo; es decir, equivaldría al nacimiento de la escultura abstracta.
La segunda premisa desde la que se suele tratar este tema implica encerrar la indagación dentro de los límites del pequeño conjunto de obras producidas en colaboración por los dos artistas, once esculturas, siete de ellas bocetos de pequeño tamaño, realizadas en el transcurso de unas quince o veinte sesiones de trabajo a lo largo de cuatro años.
La exposición Julio González, Pablo Picasso y ‘La Desmaterialización de la Escultura’ que presenta Fundación Mapfre pone de manifiesto que la cuestión es bastante más compleja; su planteamiento permite un mejor entendimiento de la relación entre ambos creadores y aborda problemas fundamentales para la comprensión de la escultura moderna.
Como señalara Tomàs Llorens, comisario de la muestra, «cuando las estudiamos de cerca, se hace evidente que las obras resultantes de la colaboración entre Picasso y González respondían a las incitaciones del tiempo en que fueron creadas, más que a una voluntad de anticipación histórica «.
Si bien estas piezas se inscriben, en efecto, en el clima artístico y cultural de su tiempo y conectan con el cubismo posterior a Picasso, respondiendo al impulso de transparencia y desmaterialización que practicaron asimismo Juan Gris, Henri Laurens, Jacques Lipchitz o Alexander Archipenko, no hay que olvidar que ya en la Barcelona modernista del cambio de siglo se había producido un cambio profundo en la visión de las artes decorativas, que fueron equiparadas a las bellas artes, lo que conllevó un renacimiento de las primeras y, como consecuencia, de la forja del hierro.
Las trayectorias creativas de Picasso y González fueron bastante diferentes, aunque culturalmente próximas. Amigos desde muy jóvenes, ambos vivieron en la Barcelona modernista de principios del siglo xx, trabajaron en París durante las tres primeras décadas y mantuvieron un vínculo que solo rompería la muerte de González en 1942.
Su colaboración artística se estudia en esta exposición teniendo en cuenta esa formación e inquietudes comunes, así como el impacto que dejó en sus respectivas obras. En el caso de González, este trabajo conjunto dio lugar a una serie de esculturas desmaterializadas, a una línea creativa que «le permite potenciar la fantasía y la imaginación como claves de su poética personal», en palabras de Tomàs Llorens, en el de Picasso, supuso el aprendizaje de las posibilidades del trabajo de forja y de la soldadura en hierro, así como la realización de algunas de las esculturas más relevantes del pasado siglo, como ‘Mujer en el jardín’.
Julio González, Pablo Picasso y ‘La Desmaterialización de la Escultura’ es el último gran proyecto de Tomàs Llorens, uno de los más lúcidos y emblemáticos historiadores del arte de nuestro país, fallecido en junio de 2021.
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Comisariada junto a su hijo Boye Llorens, esta muestra culmina una línea de investigación a la que el historiador dedicó una parte central de su trabajo a lo largo de su trayectoria.