El Ministerio de Cultura y Deporte, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla presentaban en junio la exposición ‘Sorolla En Negro’, comisariada por Carlos Reyero, catedrático de Historia del Arte y exdirector del Museo de Bellas Artes de Valencia. La exposición se compone de 62 obras, 42 procedentes de las colecciones del Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla, 13 procedentes de colecciones particulares y 7 de otras instituciones. En COOLthelifestyle no podemos dejar pasar la oportunidad de convencerte una vez más para visitar uno de los enclaves más especiales de la capital madrileña y disfrutar de las obras de un gran artista.
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‘Sorolla En Negro’
La exposición dirige la atención hacia el color negro a partir de la aparente contradicción que supone asociar a Sorolla, pintor de la luz y el color, con el negro. De este modo, ‘Sorolla En Negro’ es una exposición que tiene la fuerza de un oxímoron: anuncia lo contrario que uno espera ver del pintor.
‘Sorolla En Negro’ nos invita a preguntarnos si asociar a Sorolla con el negro puede ser una paradoja o si, por el contrario, representa otro punto de vista para comprender y apreciar al artista en toda su complejidad.
La intensa luz del Mediterráneo, las escenas llenas de color, los blancos de infinitos matices son los rasgos con los que se identifica al pintor Joaquín Sorolla y su vasta producción. Sin embargo, el negro, que puede considerarse como la antítesis del color, la oscuridad misma, también está presente de manera notoria en su paleta.
El uso del negro en Sorolla arranca de la tradición pictórica española, de su conocimiento de Velázquez, del Greco, de Goya, para convertirse en un elemento de expresividad, sugerir estados poéticos y anímicos y reinterpretarse como un color que traduce la modernidad de su tiempo y su sobria elegancia.
Comisariada por Carlos Reyero Hermosilla, con la colaboración de Blanca Pons-Sorolla, la exposición nace de una larga investigación que profundiza no solo en el estudio de la pintura de Sorolla, sino en la valoración estética y cultural de negros y grises en la pintura de entre-siglos.
Fruto de ello, se ha reunido una cuidada selección de más de 62 obras procedentes tanto de la colección del Museo como préstamos de instituciones y de colecciones particulares que generosamente han colaborado con el Museo Sorolla en esta exposición: Museo Nacional del Prado, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo de Segovia, Museo de Málaga, Banco de España, Fundación Sorigué y Fundación Banco Santander, etc.
Algunas de las obras expuestas, especialmente las de coleccionistas particulares, permanecían inéditas para el conocimiento del público, como María pintando, 1911, Retrato de Manuel Bartolomé Cossío, 1908 o Retrato de Manuel Ducassi de Laiglesia, 1905. Así mismo se presenta por primera vez tras su reciente restauración la obra S.M. La Reina María Cristina. Estudio para ‘La Regencia’, 1903-1905.
Recorrido por la exposición
La muestra se inicia con los acordes cromáticos de negros y grises en retratos que dotan a la pintura de una personalidad particular; para centrarse a continuación en el significado cultural del color negro que impregna la época y la obra del pintor naturalista; y adentrarse en un nuevo uso del negro, que toma forma en el siglo XIX, como creador de contrastes radicales y potenciador de otros colores.
La exposición se articula en cuatro secciones:
Armonías en negro y gris
El empleo de gamas negras y grises, particularmente en los retratos, debe tanto a la tradición pictórica española como a una reinterpretación moderna, en la que negros y grises son considerados colores elegantes y cosmopolitas, propios del buen gusto.
Esta sección invita a reflexionar, por una parte, sobre aspectos ligados al género: la elegancia del traje negro de las mujeres o su sensualidad; o la seriedad, responsabilidad y discreción que sugiere la indumentaria oscura en los retratos masculinos.
Pero también habla de la relación entre la edad y la puesta en escena; o sobre el misterio de la figura que emerge de un fondo oscuro. El gris, lejos de ser percibido como una mezcla sucia de negros y blancos, fue interpretado como un color moderno, dotando de una personalidad particular a la pintura como no se había visto antes.
Unas veces, el gris es un color profundo; otras veces es la luz misma, la claridad, sin las estridencias del color. Combinado con el negro, el gris nos sumerge en una atmosfera lírica que convierte al retrato en una expresión pictórica autónoma cercana al esteticismo.
Negro simbólico
El siglo XIX fue particularmente proclive a la consideración del color como fuente de sensaciones y en este contexto particular, el negro adquiere múltiples significados que lo ligan a valores negativos. Intrínsecamente asociado a la melancolía, el mal o el pesimismo, también, al oponerse al color y a las connotaciones positivas de la luz, es símbolo de tristeza y decadencia. Es asimismo el color del misterio y de la incertidumbre, del drama que mueve a la conciencia.
Con tonos oscuros y negros, Sorolla también se acerca a la estética de la España negra para caracterizar tipos humanos que denotan la dureza de la vida de las clases populares o subliman, en el caso de los nazarenos en Semana Santa, el dolor más profundo.
Superficies negras y oscuras
El color negro funcionó, a finales del siglo XIX, como un plano intenso que aportaba, en sí mismo, luminosidad, una lección heredada de Velázquez por pintores como Manet y, por supuesto, Sorolla. Ningún otro pigmento permite de forma tan evidente crear contrastes y aportar cualidades a la luz general de la obra. El negro funcionó, a fines del siglo XIX, como un plano intenso que potencia los otros colores, como puede verse en las obras del pintor valenciano.
El recurso de una superficie fuertemente iluminada frente a otra oscura u oscurecida, negra en algunas ocasiones, aparece con frecuencia en la obra de Sorolla. Con este fin actúan las profundas y oscuras sombras que enmarcan las escenas de barcas de algunas obras de Sorolla.
La fascinación por las superficies negras con carácter decorativo que se dio en la época procede también de la cultura japonesa. Y no es casual su conexión con la obra de Sorolla, puesto que en su colección conservaba tres álbumes de estampas japonesas en los que el negro define y equilibra las figuras y objetos, convirtiéndolos en el centro de atención.
Monocromías
A través de las monocromías, Sorolla sabe captar con maestría determinados valores y poéticas. Del mismo modo que sus obras más luministas irradian una interpretación vitalista, en otros casos, paisajes donde predominan monocromías de grises transmiten una visión melancólica.
En otras ocasiones, el pintor se decantó por la monocromía, por necesidades del formato, y en concreto cuando se trató de obras destinadas a la impresión fotomecánica, como demuestran los óleos sobre cartón que realizó para la edición ilustrada de las Leyendas de José Zorrilla; un compromiso con la empresa ilustradora que obligó al pintor a prescindir del color.