Aunque la moda siga su curso, es inevitable recordar los orígenes. Porque sin ellos, nada sería hoy como es, ni de la misma forma. Cuando pienso en Chanel, rápidamente me vienen a la mente valores, características que hicieron de esta gran casa francesa un sello e icono mundial. Que permanecerá ahí, sin importar el tiempo que pase. Un auténtico mensaje con tanta fuerza y tanto que enseñar a cada una de las generaciones que van conociendo la marca, que hacen sacar lo mejor de cada director creativo al tomar las riendas. Coco Chanel como fundadora de la marca, Gaston Berthelot, Yvonne Dudel, Jean Cazubon, Philippe Guibourge.
Además de los que seguramente tengamos algo más presentes en nuestra memoria: el gran Karl Lagerfeld, al que hace poco despedimos, y la actual Virgine Viard. Si un cometido tiene la comunicación de las marcas de moda, ese es transmitir legados, mensajes y valores que identifiquen a sus marcas. Por eso, las películas de moda o los Fashion Films son una de las armas visuales más potentes e interesantes donde descubrir la evolución de las marcas.
¿Qué mantienen en común estas películas de moda? Chanel, una de las marcas reinas en la moda y, por supuesto la que aparece probablemente como uno de los top of mind más repetidos, aúna en cada uno de los productos audiovisuales la esencia por completo de su marca.
En concreto, en esta marca los fashion films hacen referencia a la vida de Chanel, la narran desde diversas perspectivas y, en algunas ocasiones, traducidas en el tiempo. Ocurre por ejemplo, en los filmes dirigidos por Karl Lagerfeld.
Es el ejemplo del Fashion Film «Once Upon a Time», en el que se reflejan los inicios de la diseñadora como empresaria. En una pequeña boutique donde tuvo la oportunidad de vender sombreros decorados a personalidades de la época.
Tampoco pierden desde la marca la oportunidad de escoger a modelos que arrasen en el momento y que compartan con la marca y con su fundadora ciertos valores, y características que lleven impregnados en su personalidad y físico. Todas ellas son, al igual que Gabrielle Chanel, féminas misteriosas, de tez pálida (generalmente) que aboguen por la elegancia Chanel y que sean mújeres dignas de representar el espíritu de la maison francesa. Entre ellas, hemos visto a Audrey Tautou, Keira Knightley, Cara Delevigne, Kirsten Stewart, Geraldine Chaplin.
Los colores como sello de identidad
El blanco, el negro, el beige, el oro y la elegancia y la clase de Coco Chanel. Todo un legado reconocible en cualquier lugar del mundo; se trata de un sello cargado de significado de detalles donde cada uno de ellos tiene mucho que decir.
Así, estos son los colores que predominan en cada colección, aunque se combinen con destellos de color que en muchas ocasiones acaparen todas las miradas. El negro, que significa lo esencial, evoca al rigor monacal de los uniformes del orfanato de Aubazine donde Grabrielle creció; convirtiéndose en un color que «hace resplander a la mujer». De este modo, rompe los código preestablecidos dejando a un lado el luto, para convertirse en el color de la elegancia.
El blanco porque en los inicios de la tierra todo era blanco, ilumina el rostro y a Coco le recordaba a la cofia de las religiosas de su infancia, y a su vestido de primera comunión que le regaló su padre. Blanco como las perlas y como su flor por excelencia: la camelia. Como la seda, como la gasa o como un vestido que llevó en el funeral de Diaghilev.
Beige por su naturalidad, el color su tierra, de su hogar, la región de Auvergne, de las playas de Deauville, Biarritz y del Lido de Venecia. Un auténtico contrapunto entre la neutralidad y la elegancia absoluta.
El dorado representa la veracidad entre lo auténtico y lo falso, por la reliquias religiosas con las que siempre mantuvo un estrecho vínculo desde su infancia. El Imperio Bizantino y el arte barroco siempre la inspiraron. El dorado adorna y muchos de los productos de la marca llevan algún detalle en este color representante del triunfo.
Y, por último, “el color de la vida, de la sangre”, como ella misma declaró hacia el rojo. Si nos fijamos, en el forro rojo de un bolso, rápidamente encontraremos lo que buscamos y así se convirtió en su color de la positividad con el que pintar los labios cualquier día.