Los labios cuentan historias, pero también secretos. Hoy, en plena era del retoque estético, cuando el más es más ha llenado las redes de rostros clónicos y expresiones congeladas, hay una profesional que defiende justo lo contrario: la belleza auténtica, esa que mejora lo que ya hay sin que nadie pueda señalar el retoque. Ella es Olalla Álvarez, experta en estética y enfermera, fundadora de la clínica que lleva su nombre en Madrid, y una de las voces cada vez más sensatas —y queridas— del universo de la medicina estética. En su consulta no se busca transformar, sino revelar. Hablamos con ella sobre los mitos y realidades del aumento de labios, el auge de los retoques entre los más jóvenes, el valor de decir que no y el arte de embellecer sin que se note.
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En un momento en el que los retoques estéticos están más presentes que nunca, hay una profesional que destaca por ir a contracorriente de los cánones exagerados, de las bocas imposibles y de las cejas en punta que uniforman los rostros. Su nombre es Olalla Álvarez, y desde su clínica de estética en Madrid ha conseguido algo mucho más difícil que viralizar un aumento de labios en redes: que sus pacientes se vean mejor sin que nadie sepa por qué. ¿Su secreto? Una mezcla muy precisa de honestidad, técnica depurada y una filosofía de belleza sin artificios.

«Potenciar la belleza de nuestros pacientes por encima de todo, manteniendo siempre la naturalidad”, esa es la esencia que guía cada tratamiento en la Clínica Olalla Álvarez Aesthetic Medicine. Olalla es experta en estética, pero antes fue enfermera pediátrica, y esa sensibilidad y vocación asistencial siguen muy presentes en su forma de tratar a quien se sienta en su camilla.
De la pediatría a los labios: un cambio de rumbo con alma
«Estudié enfermería en 2010 y trabajé varios años con niños, algo que me encantaba», cuenta Olalla. «Fue en 2019 cuando, por curiosidad, hice un máster en enfermería estética. Ni siquiera me había planteado cambiar de campo, pero aquello me atrapó». La pandemia hizo el resto: los turnos infinitos en el hospital, la cancelación de prácticas y la necesidad de seguir aprendiendo hicieron que se sumergiera aún más en el mundo de la estética. «Estudiaba por hobby. Nunca pensé que acabaría dejando el hospital, pero el boca a boca hizo que, en dos meses, tuviera la agenda llena», recuerda.

Hoy, dirige una clínica que lleva su nombre y que es un pequeño refugio en el que la estética se trata con mimo, criterio y muchísima formación. «Aquí el objetivo no es parecer otra persona, sino sacar la mejor versión de ti misma», resume.
Aumento de labios: entre el deseo y el buen juicio
«Antes, el objetivo era el volumen a toda costa. Ahora, por suerte, los pacientes entienden que menos es más»
Uno de los tratamientos estrella de la clínica —y el más solicitado, según confirma ella misma— es el aumento de labios con ácido hialurónico, un procedimiento que se ha popularizado en los últimos años y que, sin embargo, no siempre se hace con cabeza. «Antes, el objetivo era el volumen a toda costa. Ahora, por suerte, los pacientes entienden que menos es más», señala.

«Me ha pasado que se han enfadado porque me he negado a pinchar más»
Olalla ha dicho que no a muchas bocas. «Me ha pasado que se han enfadado porque me he negado a pinchar más. Pero me quedo más tranquila así. No me dedico a inflar labios, sino a embellecerlos. Y si ya hay suficiente volumen, no lo hago. Punto». Su honestidad, lejos de espantar, ha fidelizado a una clientela que valora su criterio profesional por encima de cualquier filtro de Instagram.

Naturalidad, el nuevo lujo
«Un aumento de labios bien hecho no es el que tiene más volumen, sino el que está correctamente infiltrado»
El enfoque de Olalla rompe con la idea de labios clonados o caras hinchadas que tanto daño han hecho a la estética. Ella lo llama el temido pillow face. «Ese rostro abombado que se consigue por exceso de producto y falta de criterio. Para mí, eso es un error», sentencia. «Un aumento de labios bien hecho no es el que tiene más volumen, sino el que está correctamente infiltrado, que respeta la anatomía del paciente y que pasa desapercibido».
«Si alguien ve que te has hecho algo, lo hemos hecho mal»
Porque, según ella, el buen trabajo es aquel que no se nota. «Si alguien ve que te has hecho algo, lo hemos hecho mal. Lo bonito es que duden, que digan: «Te veo mejor, ¿qué te has hecho?». Pero sin saberlo».

Más allá del ácido hialurónico, Olalla defiende los tratamientos que mejoran la calidad de la piel como base para cualquier intervención. «Me obsesiona la piel. Puedes hacer un relleno perfecto, pero si la piel está apagada o dañada, el resultado no luce igual», explica. Por eso, en su consulta triunfan técnicas como el Hydrafacial, el láser efecto lifting (Titán) o los skinboosters, microinyecciones de vitaminas y ácido hialurónico que hidratan desde dentro y que son, según ella, una gran puerta de entrada al mundo de la medicina estética.
«Para quien tiene miedo de verse artificial, siempre recomiendo empezar por la piel. Cuidarla, mimarla, protegerla del sol… A veces, con eso basta», confiesa.

Lo que sí, lo que no y lo que nunca
«La cara cambia mucho, y los adolescentes aún no saben lo que quieren»
Su estilo directo, sin rodeos, es otro de los ingredientes que conquistan. Porque Olalla no sólo sabe decir no cuando es necesario, también se atreve a cuestionar ciertas modas que, en su opinión, rozan lo irresponsable. «Me parece una locura ver a chicas menores de edad pidiéndome retinol o un relleno. La cara cambia mucho, y los adolescentes aún no saben lo que quieren. No deberían poder hacerse retoques con tanta facilidad», denuncia.

Tampoco cree en las técnicas milagro o en las modas pasajeras aplicadas sin cabeza. «Cada boca es un mundo. No hay una técnica universal para todos. Lo ideal es confiar en el criterio del profesional y no obsesionarse con pedir lo que viste en una influencer. Lo que le queda bien a una cara, puede arruinar otra».
«Un aumento de labios se puede revertir, sí, pero no es un proceso inocuo. No es como borrar con goma»
Un aumento de labios bien hecho implica también una recuperación bien pautada. «La inflamación dura unos cinco o seis días, y el resultado final se aprecia a los 15. Hay que evitar alcohol, sol, piscinas y tener paciencia», aconseja. ¿Y si alguien se arrepiente? «Se puede revertir, sí, pero no es un proceso inocuo. No es como borrar con goma. Por eso siempre recomiendo pensarlo bien antes de lanzarse»

Para prolongar los resultados, recomienda mantener los labios hidratados con productos específicos como Coralips de Skinclinic, bálsamo que incluye ácido hialurónico, lanolina y vitamina E.