Anoche, en un entorno donde la belleza, la elegancia y la trayectoria se dieron la mano para celebrar el 50 aniversario de La Roche Posay, María Pombo acaparó todas las miradas. La cita reunió a destacadas figuras del panorama nacional, pero fue la madrileña quien protagonizó una de las conversaciones más reveladoras de la velada. Relajada pero firme, María compartió con nosotros una reflexión profunda sobre su presente empresarial, marcada por decisiones valientes, cierres de ciclo y nuevas etapas cargadas de propósito.
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«Me desvinculo de todos los proyectos que monté hace diez años. Por ejemplo, Name… Éramos siete socios y cada uno tiene sus objetivos. Llega un punto en el que necesito centrar energías y hacer algo al cien por cien y cosas que me hagan realmente ilusión», confesaba, con la serenidad de quien ha aprendido a priorizar lo esencial, en el 50 aniversario de La Roche Posay.
Hace un par de meses en el podcast Act2ality dijo que «los márgenes de beneficios son más sencillos al ser comida (refiriéndose a La Martinuca)», e informó de que «una marca de ropa de calidad es muy, muy complicado que sea rentable».
Para quienes han seguido su evolución profesional, esta afirmación marca un antes y un después. Name, su primera incursión en el mundo de la moda, nació como una firma contemporánea y desenfadada, respaldada por un equipo joven y creativo. Sin embargo, como ocurre en muchos proyectos compartidos, el tiempo redefine metas y caminos. Hoy, María cierra esa etapa sin nostalgia, pero con claridad: ya no quiere estar en todas partes, sino sólo donde su implicación sea total.

María Pombo cierra la firma tras dejar Tipi Tent, su primer proyecto de moda junto a su hermana Marta y su ex cuñado Luis Giménez, quien ahora queda como único socio.
María Pombo y su éxito con las tortillas de patata
En este nuevo enfoque de su vida empresarial hay una apuesta clara y rotunda: La Martinuca. Un proyecto gastronómico que, pese a su aparente sencillez, encierra una visión sofisticada del emprendimiento actual: volver al origen, pero con estrategia, valores y una impecable ejecución.
«Sí sigo con La Martinuca y con más cositas», nos dijo entre sonrisas. Y es que esa cosa aparentemente pequeña ha resultado ser el proyecto más rentable (y personal) de su carrera. En palabras de su socia Natalia Coll, «La Martinuca nace de una idea tan simple como extraordinaria: reivindicar el legado cultural de la tortilla de patatas, ese plato que nos une a todos los españoles». Lo que comenzó con la receta de la abuela Martina, compartida por Víctor Naranjo ‘Viti’, se convirtió en una aventura empresarial compartida con Pablo Castellano, Álvaro, Adrián y la propia María.

Pero no se trata sólo de buena cocina. La Martinuca ha sabido conjugar autenticidad con visión empresarial, recuperando un plato tradicional y elevándolo al nivel de producto gourmet. Cada tortilla se elabora con ingredientes seleccionados y una receta que respeta la tradición, mientras que la marca se posiciona con fuerza a través de una estética cuidada, una distribución ágil y una narrativa en redes sociales que conecta con un público amplio, fiel y exigente.
En el pódcast que mencionábamos al principio, María también desveló cifras que sorprenden incluso a los más escépticos del emprendimiento: «Los márgenes son más sencillos. Al ser comida, hay más beneficios que con una marca de ropa. En La Martinuca hemos facturado este último año casi 3,5 millones de euros y recibimos 3.000 pedidos a la semana».
María Pombo representa hoy a una nueva generación de empresarias que no temen reinventarse, cambiar de rumbo o decir adiós a lo que ya no encaja. Lejos de diversificar por diversificar, apuesta ahora por proyectos en los que cree profundamente, donde puede implicarse sin reservas y aportar su autenticidad.