La cosmética estacional parte de una idea sencilla pero poderosa: lo que funciona en verano no necesariamente sirve en invierno. Las fórmulas ligeras y matificantes que agradecemos en los días calurosos pueden quedarse cortas cuando el viento y las bajas temperaturas resecan y debilitan la barrera cutánea. En cambio, el otoño y el invierno piden texturas más densas, ingredientes nutritivos y activos reparadores que refuercen la piel frente a la pérdida de agua y el estrés ambiental. María Garnica, experta en formulación cosmética natural y Directora de Marketing de Weleda, lo tiene claro y nos lo comparte: «Nuestra piel es un organismo vivo que cambia con el clima, y tenemos que aprender a escucharla».
Desde su experiencia, lo esencial no es desechar los productos que ya tenemos, sino saber cómo enriquecer nuestra rutina de forma inteligente. La idea de una cosmética estacional no es nueva, pero Garnica la aterriza con un enfoque práctico y sensato. Frente a la idea de mantener los mismos productos durante todo el año, ella propone una rutina base: limpieza, hidratación y protección solar, que se complementa con fórmulas específicas según las necesidades puntuales de la piel en cada época del año.

Lo que la piel pide en otoño para hidratarla e iluminarla
«No se trata de cambiarlo todo, sino de añadir lo que la piel nos pide»
«En verano, necesitamos productos más ligeros que no sobrecarguen la piel» explica. «Mientras que en invierno, con el frío y la sequedad, la piel tiende a deshidratarse y necesita fórmulas más ricas, con ingredientes que refuercen la barrera cutánea». Este cambio, según señala, no implica tirar lo que ya usamos, sino enriquecerlo con pequeños gestos: «Unas gotas de ácido hialurónico para hidratar más o un booster con vitaminas C y E si sentimos la piel más apagada».
Para Garnica, escuchar la piel es una habilidad que se desarrolla con observación y constancia. «No se trata de tener veinte productos, sino de entender qué nos está pidiendo la piel en cada momento y saber responder con inteligencia», subraya. Aquí entran en juego los boosters, pequeñas fórmulas concentradas que acabamos de lanzar y que permiten personalizar la rutina sin complicarla.

«La barrera hidrolipídica se debilita y la piel se descama con más facilidad»
Cuando bajan las temperaturas, los daños ambientales y la pérdida de agua por evaporación aumentan. Para protegerla, recomienda productos ricos en aceites vegetales, un ingrediente estrella en sus formulaciones: «Son altamente compatibles con la piel y ayudan a reforzar su función protectora». El enfoque de Garnica va más allá de las modas o la simple acumulación de productos. Sus fórmulas se basan en ingredientes naturales y eficaces como el colágeno activo, antioxidantes de granada o péptidos de maca, todos ellos con acciones específicas que se adaptan a las necesidades de la piel según la estación.
«Lo importante es ser flexibles y estar atentos. Nuestra piel no necesita lo mismo en agosto que en octubre, y ahí está la clave de un buen cuidado»
Desde su visión, no hay necesidad de cambiar radicalmente de rutina cada tres meses, pero sí de añadir o quitar elementos según el clima y el estado de la piel. Así, María Garnica nos invita a replantear nuestra relación con el cuidado facial y adaptarnos a las necesidades de nuestra piel este otoño: no como una rutina rígida, sino como un diálogo constante entre lo que la piel necesita y lo que somos capaces de ofrecerle, estación tras estación.