La medicina estética está hoy a la orden del día, pero es importante ponernos en las manos adecuadas (profesionales y expertas) a la hora de someternos a cualquier tratamiento. Hoy nuestro protagonista tiene una historia curiosa. Su nombre es Javier Ribelles, era futbolista, y acabó dejándolo para dedicarse a la medicina estética. Ahora, se ha hecho un nombre en este mundillo y cuenta con una gran reputación.
Cuando nos miramos al espejo y observamos nuestro rostro detenidamente, muchas veces vemos imperfecciones, pequeñas arrugas y marcas de expresión que van cambiando nuestro rostro y pueden provocar problemas de autoestima y crearnos inseguridades.
Por ello, es importante dejar atrás el tabú de la cirugía estética y comprender que hay determinadas intervenciones que pueden ayudarnos a hacernos sentir mejor con nosotros mismos.
Para hablar de todo ello, el Dr. Javier Ribelles nos ha invitado a conocer su consulta, su trabajo y hemos tenido la oportunidad de poder hablar con él. Lo primero que le preguntamos es por su visión de la medicina estética y cómo él la entiende, acorde a los cánones actuales de belleza. «Yo entiendo la medicina estética en clave de naturalidad, armonía y, sobre todo, tratamiento individualizado para nuestros pacientes».
Mucha gente puede tener prejuicios porque, de partir siendo una figura futbolística, a llegar a ser una médico estético con diferentes puntos de atención a lo largo de la península, pero nos encontramos con una persona meticulosa, amante de su trabajo y que tiene una gran visión de la estética. Su vocación nace desde que era joven y, a los 18 años, ya le comienza a brotar la pasión por la que, en un futuro, sería su profesión.
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«Hubo un momento en el que tenía las dos cosas a la vez, el fútbol y la carrera de Medicina, terminada en 2016. Decidí hacer el MIR y lo hice dos veces, acabándolo con buena nota, pero decidí seguir el camino del fútbol, puesto que era mi sueño de cuando era niño«, nos cuenta Ribelles. «Seguí estudiando y acumulando másters, hasta que, con 31 años, vi que mi carrera en el fútbol ya estaba acabando, puesto que el equipo en el que jugaba ya estaba en Segunda División y la distancia con mi mujer era muy grande».
Llegó un momento en el que Ribelles estaba en Tarragona, jugando en el Nastic de Tarragona, y su clientela comenzaba a crecer, por lo que tuvo que tomar una de las decisiones más complicadas de su vida y se decantó por la medicina. «Dejé el fútbol para dedicarme 100% a la medicina estética y no me arrepiento nada. Me encuentro bien y estoy muy contento, aunque todavía no me ha dado tiempo a echar de menos el fútbol. Tengo muchos proyectos muy apasionantes por delante y les estoy dedicando mucho tiempo».
Nos pica la curiosidad sobre sus inicios y su primer tratamiento fue con neuromoduladores, que es una sustancia que se aplica y reduce la movilidad del músculo sobre el que se aplica. De esta forma, se consigue relajar, durante algunos meses, los músculos faciales, previniendo la formación de arrugas y suavizando las existentes, hasta dejar una piel lisa y de aspecto rejuvenecido. «Esa noche no dormí (se ríe), porque además al paciente le tienes que vender una seguridad, como si fuera el tratamiento número 1.000. Sólo tenía ganas de que llegara la revisión rutinaria de los 15 días». Con esto aprendió que hay que tener seguridad y eso le ha ayudado a posicionar su nombre en el pódium de la buena reputación.
Una de sus especialidades es la armonización facial, puesto que a la hora de realizar el tratamiento, Ribelles trata la cara como un todo, es decir, no mira las facciones de forma individual, puesto que eso sería tratar poniendo parches y es imposible conseguir un resultado estético y equilibrado. Hay que estudiar la cara como un global y es importante, puesto que ahí ves el proceso de envejecimiento y en qué parte se está dando. Hay que huir de volúmenes grandes y evitar que se termine creando el síndrome de overfilled, es decir, una cara demasiado tratada y demasiado rellena.
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Nos recomienda que hay que avanzar con la prevención y que, con una armonización facial correcta, nos veremos mucho mejor. Hay que saber muy bien dónde aplicar los productos, puesto que es muy fácil crear volúmenes innecesarios y llegar a desarrollar una armonización ficticia. También hay que tener en cuenta las sombras, puesto que eso nos hará reposicionar los volúmenes y también mejorar la textura. «Donde veamos que hay necesidad, ahí es donde podemos rellenar con neuromoduladores, tensores e incluso impulsores del colágeno. Eso sí, sabiendo bien qué producto específico hay que escoger para cada zona».
Lo que está claro es que, en España, Madrid es la meca de los médicos estéticos y, aunque existan muchos, pocos son capaces de esculpir un rostro a golpe de aguja y que lo cincelen como si de una obra de arte se tratara.
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