No hace falta explicar que el Premio Pritzker de Arquitectura es el galardón más importante para todos aquellos que se dedican a una de las profesiones más bonitas del mundo. Es una manera de celebrar a todos aquellos que, con sus proyectos, sus edificios, su trabajo, han contribuido al enriquecimiento de la sociedad. Un premio que ha sido otorgado a grandes nombres a los que hay que sumar uno más. Acabamos de saber que el arquitecto japonés Riken Yamamoto, acaba de obtener el Premio Pritzker de Arquitectura 2024, el más alto honor de la arquitectura. ¿Por qué ha ganado este año? ¿Cuál ha sido su trayectoria? Hacemos un repaso… Y celebramos que un nombre más se ha unido al Olimpo de los arquitectos. Así le definen: el arquitecto que aporta dignidad a la vida cotidiana.
Arquitecto y defensor social, Pritzker dixit
Desde Pritzker explican que Yamamoto es, además de arquitecto, un defensor social. «Establece un parentesco entre los ámbitos público y privado, inspirado sociedades armoniosas a pesar de la diversidad de las identidades, economías, políticas, infraestructuras y sistemas de vivienda», confirman. Él define la comunidad como «una sensación de compartir un espacio», y añade: «El enfoque arquitectónico actual enfatiza la privacidad, negando la necesidad de relaciones sociales. Sin embargo, aún podemos honrar la libertad de cada individuo mientras vivimos juntos en un espacio arquitectónico como una república, fomentando la armonía entre culturas y fases de la vida».
Esa filosofía de vida, esa manera de entender la arquitectura, teniendo a la sociedad y a la vida en comunidad como base de todo, es lo que le ha elevado a lo más alto. «Une culturas, historias y ciudadanos multigeneracionales, con sensibilidad, adaptando la influencia internacional y la arquitectura modernista a las necesidades del futuro, permitiendo que la vida prospere», afirman desde Pritzker. Pertenece, por cierto, a la segunda generación de japoneses del siglo XX en el que hay otros grandes nombres como Toyo Ito -también Premio Pritzker- o Tadao Ando.
Arquitecto que aporta dignidad a la vida cotidiana
¿Cómo le definen sus compañeros? «Una de las cosas que más necesitamos en el futuro de las ciudades es crear condiciones a través de la arquitectura que multipliquen las oportunidades para que las personas se reúnan e interactúen. Al difuminar cuidadosamente la frontera entre lo público y lo privado, Yamamoto contribuye positivamente más allá del mandato para habilitar a la comunidad», explica Alejandro Aravena, presidente del jurado y premio Pritzker 2016. «Es un arquitecto tranquilizador que aporta dignidad a la vida cotidiana. La normalidad se vuelve extraordinaria. La calma conduce al esplendor».
Creador de conciencia social, defensa del jurado
Un pensamiento que también defienden el resto del jurado del Premio Pritzker. Y es que Yamamoto fue seleccionado «por crear conciencia en la comunidad sobre lo que es responsabilidad de la demanda social, por cuestionar la disciplina de la arquitectura para calibrar cada respuesta arquitectónica individual, y sobre todo por recordarnos que en arquitectura, como en democracia, los espacios deben ser creados por la voluntad del pueblo…».
Su historia
Nacido en Pekín, en 1945, fue recolocado al final de la II Guerra Mundial en Japón, país que le ha acogido y le da la nacionalidad. Desde pequeño ha vivido entre lo privado y lo público. Creció en una casa que fue modelada según el machiya tradicional japonés, con la farmacia de su madre en la parte delante y la sala de estar detrás. Su padre murió cuando era muy joven, era ingeniero. Siempre quiso seguir sus pasos pero acabó siendo arquitecto. Con 17 años, visitando el icónico templo de Nara -construido en 720 y reconstruido en 1426- se quedó fascinado. «Estaba muy oscuro, pero pude ver la torre de madera iluminada por la luz de la luna y lo que encontré en ese momento fue mi primera experiencia con la arquitectura», explica.
Se graduó en el Departamento de Arquitectura de la Nihon University. Hizo un máster en la Facultad de Arquitectura de las Artes de Tokio, en 1971, y es dos años después cuando funda Riken Yamamoto & Field Shop. En sus primeros años como arquitecto, viajó en coche con su mentor, Hiroshi Hara… Y gracias a eso, pudo comprender cómo vivían diferentes comunidades de todo el mundo: Francia, Marruecos, España, Grecia, México, Costa Rica, Colombia, Perú… Llegando hasta países como India, Nepal o Irak. «Y concluyó que la idea de un umbral entre los espacios públicos y privados era universal», explica su biografía.
Su trabajo es inmenso, y por muchos de sus proyectos, basados en esta idea de comunidad, ha recibido diferentes premios, a los que hay que añadir este. ¿Y alguno de sus proyectos? Escuela Koyasu en la ciudad japonesa de Yokohama, la Biblioteca Tanjin en China, Viviendas Pangyo en Corea del Sur, el Museo de Arte de Yokosuka, Ecoms House en Tosu, Japón; la Estación de Bomberos de Hiroshima Nishi, la Universidad de Saitama en Koshigaya… Ha hecho construcciones en otros lugares del mundo, pero el país que le vio crecer se lleva la palma en cuanto a proyectos.
Obras conectadas con la sociedad
«Yamamoto desarrolla un nuevo lenguaje arquitectónico que no sólo crea espacios para que vivan las familias, sino que crea comunidades para que las familias vivan juntas«, dice Tom Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt, que patrocina el premio. «Sus obras están siempre conectadas con la sociedad, cultivando una generosidad de espíritu y honrando el momento humano».