Uno de los grandes valores patrimoniales de Madrid son sus edificios. A menudo estos inmuebles se encuentran entre los espacios arquitectónicos más destacados y valorados del país. A pesar de ser nuestra propia ciudad, muchas veces pasamos por alto su importancia histórica y arquitectónica. Por ello, en COOLthelifestyle vamos a hacer un repaso a algunas de las infraestructuras más importantes de la capital, en esta ocasión de la madrileña calle Alcalá: El Banco de España, la Fuente de Cibeles, el edificio de Correos y el Edificio Metrópolis.
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Arquitectura de la madrileña calle Alcalá
El Banco de España
Es uno de los edificios más representativos de la historia moderna de Madrid, representante puntero de la arquitectura española del siglo XIX y comienzos del XX. Originalmente, el Banco de España se encontraba en la calle de la Luna, más tarde se trasladaría a la calle Montera, posteriormente ocuparía la sede del Banco de Isabel II, en calle Atocha, y finalmente, de forma definitiva, a la calle Alcalá.
Para el diseño arquitectónico fue sometido a concurso público, al que se presentaron cuatro proyectos. Ninguno de ellos terminó de gustar a la comisión de obras del Banco central español, por lo que finalmente se encargó la dirección a los arquitectos Severiano Sáinz de la Lastra y Eduardo Adaro Magro. El rey Alfonso XII colocó la primera piedra de la nueva construcción en julio de 1884.
En 1927 se realizó la primera ampliación del edificio, por José Yarnoz Larrosa. Se prolongó la fachada y las puertas de acceso del edificio resultante de la ampliación se construyeron en hierro dulce.
La segunda ampliación tuvo lugar en 1969, por Javier Yarnoz Orcoyen, hijo del arquitecto encargado de la primera ampliación. Pero no fue este año cuando se concluyeron las reformas, ya que se quiso cerrar la manzana ubicada entre la calle Alcalá y la calle Marqués de Cubas para mejorar la seguridad del inmueble. La nueva obra no pudo llevarse a cabo debido a permisos de licencias.
Al fin, en 2003, se inició la última reforma de cierre de la manzana dirigida por Rafael Moneo y se introdujeron algunas novedades arquitectónicas que enriquecieron el conjunto del edificio.
Del edificio original conservamos la escalera de honor y el patio, antigua caja general y hoy sede de la biblioteca. Junto a la increíble escalera de mármol de Carrara se pueden admirar magníficas vidrieras de estilo simbolista, decoradas con figuras alegóricas. El patio de operaciones recoge ejemplos de Art Decó, como la vidriera superior o el reloj. En varios lugares del edificio se puede ver una representación del dios romano Mercurio, dios del comercio.
Además de su arquitectura, el Banco de España destaca por una singularidad poco conocida: la cámara acorazada. En ella se estima que el banco guarda casi un centenar de toneladas de oro en forma de lingotes y monedas, protegidos por un complejo sistema de seguridad. En esta sala acorazada se guarda parte del tesoro nacional.
Lo más interesante e insólito, además de las increíbles medidas de seguridad, es el arma secreta que esconde la cámara acorazada: el agua de la fuente de la Cibeles. Sobre la cámara acorazada discurre un río subterráneo del que se nutre la fuente de la Diosa Cibeles, llamado Canal de las Pascualas o de Oropesa. En el caso de que se intentase llevar a cabo un robo contra la cámara, se pondría en marcha un sistema capaz de inundar todas las instalaciones subterráneas en cuestión de segundos. Este dispositivo jamás ha sido puesto en marcha, ya que nunca ha sido necesario.
El Banco de España dispone de un gran número de cuadros, herencia del Banco de Isabel II y el Banco de San Fernando, las dos instituciones que se fusionaron para dar origen al Banco de España.
La colección de obras de arte se ha ido ampliando a lo largo del tiempo con diferentes adquisiciones y encargos e incluye obras meramente pictóricas, así como esculturas y fotografías.
Fuente de Cibeles
Otra infraestructura destacada de la calle Alcalá es la Fuente de Cibeles, construida en 1782 y es uno de los grandes símbolos de la ciudad. Se sitúa en el centro de la plaza a la que da nombre y está rodea de icónicos edificios como el Palacio de Buenavista, el Palacio de Linares, el Palacio de Cibeles y el Banco de España. Originalmente su ubicación fue junto al Palacio de Buenavista pero a finales del siglo XIX se trasladaría al centro de la plaza, en la calle Alcalá.
En la fuente vemos representada a la bella diosa romana Cibeles, símbolo de la agricultura, la fecundidad y la tierra. Posa sobre un carro tirado por dos leones, Hipómenes y Atalanta, dos personajes mitológicos. Estos tres personajes fueron esculpidos en mármol y el resto de la estructura en piedra.
Su construcción se debe a un encargo del rey Carlos III al arquitecto Ventura Rodríguez, sin embargo, los leones fueron esculpidos por el francés Roberto Michel.
En sus inicios la fuente no solo era un monumento artístico, sino que tenía una función primordial para los madrileños: disponía de dos caños de agua de los cuales se surtían las casas y el público general.
La fuente es también un icono para los seguidores del equipo de fútbol del Real Madrid, ya que en ella se celebran las victorias del equipo madrileño.
Palacio de Cibeles
La última estructura emblemática de la calle Alcalá corresponde al Palacio de Cibeles. Estamos acostumbrados a que los palacios o castillos que visitamos sean edificios antiguos, este no es el caso de nuesro último protagonista, ya que su construcción se iniciaba ya en el siglo XX.
Antiguamente, el solar que ocupa a día de hoy el Palacio de Cibeles, formaba parte de los Jardines del Buen Retiro. Su remplazo por el actual edificio se decidió en 1903 y al año siguiente se convocó un concurso para la construcción y diseño de un edificio que albergase los servicios de comunicaciones. El concurso lo ganaron Antonio Palacios y Joaquín Otamendi con un proyecto adaptado a la disposición del terreno y en el que se funden detalles estéticos neoplaterescos, modernistas y Art Decó.
El edificio fue construido no con una función monumental, sino para llevar a cabo la gestión del correo y las telecomunicaciones, de ahí su anterior nombre: Palacio de Comunicaciones.
Destacamos la fachada principal, la cual presenta dos torres pentagonales a los lados y un cimborrio en el centro que en su día se dotó de instalaciones radiotelegráficas. En esta torre hay también un reloj de alrededor de 3 metros de diámetro que se ilumina por la noche. Hoy en día, en la torre, se abre un mirador con vistas amplísimas de la ciudad.
A lo largo de la fachada encontramos numerosos pináculos, pensados inicialmente para sustentar los hilos telegráficos. También observamos escudos y figuras, entre ellas destacamos ‘La Rubia’, una escultura con medio cuerpo femenino y medio cuerpo vegetal que corona el arco de la puerta principal. El color blanco de la fachada se debe al uso de piedra blanca de Novelda.
Nos llama la atención la grandiosa escalera de entrada. El vestíbulo principal está construido con materiales nobles. Todavía encontramos mostradores o pupitres con superficie de mármol donde se rellenaban los impresos de correspondencia, ya que la parte principal del edificio albergaba la sala de reparto de la misma.
A día de hoy, esta sala se ha convertido en el Salón de Plenos del Ayuntamiento. El pasaje de Alarcón, que antes se utilizaba para aparcar los vehículos de correos, principalmente motos Vespa, hoy es la Galería de Cristal.
El Palacio de Cibeles, en sus 100 años de historia, ha sufrido pocas modificaciones: una ampliación hacia la calle, reparaciones por daños provocados por la Guerra Civil, reformas y restauraciones varias y la última de ellas, la reconversión en Ayuntamiento y espacio público, entre 2007 y 2011.
Esta última reforma ha supuesto la creación del espacio cultural CentroCentro, la apertura de un restaurante de alta cocina, de una cafetería y terraza en la sexta planta, del mirador, la inclusión de ascensores o en acondicionamiento de la Galería de Cristal. En 1993 el Palacio de Cibeles fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Aun se conservan antiguos buzones.
Edificio Metrópolis
Acompañado de los tejados del centro de Madrid, en plena Gran Vía, se encuentra el emblemático Edificio Metrópolis.
Fue levantado entre 1907 y 1911 sobre el solar donde había estado la famosa, por aquel entonces, Casa del Ataúd, apodada de esta manera por su forma estrecha. En aquel entonces se iniciaba la construcción de la Gran Vía y el nuevo edificio se convertiría en el más alto de la ciudad con sus 45 metros.
Su primer propietario fue la compañía de seguros La Unión y el Fénix Español. En 1972 la aseguradora Metrópolis adquirió el edificio y ha sido su propietario hasta día de hoy.
Su interior es poco conocido por el público ya que no puede visitarse. Todo su espacio está destinado a oficinas de la compañía propietaria. Lo poco que conocemos de sus elegantes estancias y del interior del inmueble es a partir de fotos y vídeos.
Por ellas sabemos que su mobiliario y decoración son los originales de principios de siglo XX. Desde dentro se pueden admirar las vidrieras de la reconocido y exclusiva firma Maumejean. La estructura del edificio consta de seis plantas en total y dos sótanos. El interior de la gran cúpula está hueco y la azotea, con una ubicación privilegiada, tampoco tiene ningún uso asignado que se conozca.
Lo que más destaca de este inmueble es su aspecto exterior. Tiene toques afrancesados de estilo neorrenacentista. En la fachada destacan los pares de columnas corintias y concretamente la cúpula de pizarra extraordinariamente adornada con 30.000 panes de oro de 24 kilates. Por la noche 205 focos le otorgan una iluminación espectacular.
Por la superficie de las fachadas se distribuyen varias esculturas que aumentan aún más su valor, muchas de las cuales son alegorías del Comercio, la Agricultura, la Industria y la Minería.
Sobre la cúpula estuvo en un principio la figura del Ave Fénix, símbolo del primer propietario del inmueble. Tras su venta, la figura fue trasladada de lugar y hoy adorna los jardines de la sede de Mutua Madrileña en el número 33 del Paseo de la Castellana.
La figura que podemos ver en la actualidad es una Victoria Alada obra de Federico Coullaut-Valera, autor de otras obras expuestas en Madrid. Fue un encargo de la compañía Metrópolis en 1975.