México es uno de los lugares perfectos para vivir en un clima tropical eterno, sumergidos en el corazón de la naturaleza. Tulum se ha convertido en uno de los destinos preferidos para disfrutar del sol, el relax y la playa, pero también es una opción para vivir y alejarse del ruido del mundo. En medio de sus paisajes idílicos, hemos encontrado una casa con una gran imponencia exterior y una delicadeza interior, hablamos de Casa Caracol.
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El castillo de Tulum
El punto de partida de esta construcción fue una decisión curiosa, puesto que se pretendía replicar el castillo de Tulum, con el objetivo de convertirse en una residencia particular. El estudio Sijil, encargado de desarrollar la presente construcción, quiso construir nostalgia con un presente contundente. El potencial del espacio vacío era muy grande y gracias a la gran carga de identidad y simbolismo, junto a los materiales, tenían la misión de transmitir el espíritu de la cultura mexicana.
Una decisión con una gran herencia y una historia milenaria que se transmite a través de los detalles exteriores y los materiales. Con el auge de las casas modernistas y el propósito de superarse en cuanto a formas y conceptos, el estudio quiso devolver a México una parte de su historia, tomando un reto arquitectónico que regalara una parte de su legado, Casa Caracol.
Construida en piedra
Las grandes impresiones se experimentan desde el momento en el que se observa el diseño de la casa. Primero, vemos unos exteriores compuestos por largas escalinatas y plataformas de piedra. El acceso principal está orientado al noroeste, recibiendo a los visitantes un jaguar tallado en madera e iluminado naturalmente por una ventana circular. El ancho del vano permite que este elemento cumpla también la función de ser una especie de banco, donde uno puede recostarse para leer o, simplemente, descansar.
La planta del volumen principal consta de un tablero de 9 crujías acomodadas como un juego de gato X y O. Se ve una simetría perfecta que libera todo el espacio interior, logrando un lugar libre de obstáculos visuales donde los únicos muros divisorios son los que conforman las estancias de descanso, que están situadas en las esquinas superiores.
La sala, está inspirada en una serpiente emplumada y enroscada en piedra. Los escalones representan su lengua y el espacio se remata con una obra de gran formato firmada por Rigoberto Orozco, e inspirada en el cielo de Sian Ka’an, que se extiende sobre el Gran Arrecife Maya. Todo ello integrado en una sencilla composición geométrica.
La cocina de Casa Caracol está diseñada y construida en acero, aunque también muestra las imperfecciones más puras de la misma. Se complementa con una gran mesa para celebrar grandes comidas o cenas y aquí resalta la vajilla, obra del arquitecto y artista Luciano Matus. Bajo la escalinata de la pirámide se ubica una cava construida en varillas de metal, suelo de grava y algunas colecciones de objetos personales del propietario.
Interiores cuidados
Las habitaciones cuentan con sencillos acabados en piedra y los suelos no tocan los muros, puesto que tratan de respetar la estructura principal. La suite principal disfruta de una bañera de ónix monolítica y una sauna. Por otro lado, la habitación de invitados cuenta con una piscina dentro de un patio español. Además, cada espacio de descanso cuenta con un baño y ducha con vistas al exterior.
La residencia se experimenta a través de la convivencia con sus materiales, su iluminación particular y las sombras que el paisajismo genera sobre la piedra. Esta es una casa en la que no se usaron pinturas acrílicas, ni plásticos, fue hecha a mano y esa huella se siente en cada una de las esquinas. Casa Caracol es toda una gran obra arquitectónica que respeta la pureza de la historia y del lugar.