«Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz» . Estas palabras de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, reflejan la importancia que la lectura y la escritura tuvieron en su vida. En Madrid, encontró un lugar que encarnaba ese refugio: su hogar en el histórico barrio de los Austrias. El escritor, que falleció este domingo a los 89 años en Lima, Perú, no sólo dejó un legado literario monumental, sino también una vida tejida entre dos orillas: la de su país natal y la capital española, donde encontró un segundo hogar.
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Fue en 2002 cuando el autor de La fiesta del chivo adquirió, junto a su entonces esposa Patricia, una propiedad singular en una de las zonas más históricas y codiciadas de Madrid. Ubicado a escasos metros del Palacio Real, el piso está integrado en un edificio de finales del siglo XIX que conserva todo el carácter y el esplendor del viejo Madrid. Allí, Vargas Llosa no sólo vivió, también escribió, pensó, y custodió su amplia biblioteca personal: un espacio que fue tanto vivienda como taller creativo.
Con una superficie de 386 metros cuadrados, el inmueble ocupa toda la tercera planta del edificio. Dispone de dos dormitorios, dos baños y una terraza de 30 metros cuadrados desde la que se despliega una vista privilegiada de los tejados de la ciudad. Este enclave, a un paso de la Plaza Mayor y el Monasterio de las Descalzas Reales, ofrece un paisaje urbano digno de un escritor que siempre encontró inspiración en las ciudades que habitó.

Durante los años en los que mantuvo una relación con Isabel Preysler, Vargas Llosa dejó temporalmente este domicilio para trasladarse a la residencia de la socialité madrileña. Sin embargo, tras la ruptura, el autor regresó a su piso del centro, que se convirtió en símbolo de estabilidad y reencuentro con su rutina más íntima.
Una casa donde Mario Vargas Llosa vivió capítulos personales tan intensos como los que escribió
Según estimaciones del portal Idealista, el valor de mercado de esta propiedad supera el millón de euros. Una cifra que, aunque significativa, palidece frente al valor simbólico de este hogar que fue testigo de una parte esencial de la vida y la obra de uno de los grandes narradores del siglo XX.
En esa casa, en medio de estanterías repletas de libros, con el rumor de Madrid como telón de fondo, Vargas Llosa vivió capítulos personales tan intensos como los que escribió. Y es que para él, la literatura y la vida nunca fueron territorios separados.