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Ágatha Ruiz de la Prada: «El coche es muy yo, sin miedo a llamar la atención»

Agatha Ruiz de la Prada
Agatha Ruiz de la Prada. (Foto: GTRES)
Ana Márquez
  • Ana Márquez
  • Mi sueño era convertir mi pasión en profesión, y lo conseguí. En cuanto terminé la carrera de periodismo entré en el mundo editorial y no he parado de escribir sobre moda, belleza, cine y estilo de vida para importantes cabeceras como COOLthelifestyle. Me encanta aprender y enseñar, tanto que soy docente de Periodismo Digital y Redes Sociales en Condé Nast College. Y como curiosidad, añadir que soy imagen de una crema facial de una conocida marca y es posible que me encuentres en algún 'beauty stand'.
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Ágatha Ruiz de la Prada nos cita en su taller de la calle Villanueva, 5, en pleno barrio de Salamanca. No es una dirección cualquiera: desde hace casi un par de años, este edificio se ha convertido en el verdadero corazón de su imperio creativo. Es la única tienda propia de la compañía en España, pero también alberga las oficinas, el taller, el estudio y buena parte de la memoria viva de una diseñadora que no conoce el freno. La excusa de la visita es irresistible: la presentación de su última colaboración con una marca de coches.

«Queríamos que el Nuevo Grande Panda fuese algo fresco y COOL», nos contaba FranÇois Leboine, jefe de diseño de Fiat, hace unos meses. Pues bien ahora se duplicado este concepto gracias al saber hacer de Agtaha Ruiz de la Prada. Dorado, luminoso, con gigantes corazones en rosa fucsia recorriendo la carrocería, el vehículo es una declaración de intenciones rodante. Optimismo, color y un punto de irreverencia que rompe con la sobriedad habitual del sector del automóvil.

«He hecho coches muy buenos con Fiat, a los que les quiero mucho, pero llevo haciendo coches desde hace muchísimos años», recuerda la diseñadora, que ya había intervenido vehículos en países como Chile o Perú mucho antes de esta nueva colaboración con el Nuevo Fiat Grande Panda.

«Cuando vinieron los de Fiat con el coche, yo ya había hecho uno hace mil años», añade, dejando claro que esta alianza no es un capricho puntual, sino parte de una relación creativa de largo recorrido.

Agatha Ruiz de la Prada
(Foto: Ana Márquez)

El resultado es un Panda que se reconoce a distancia. No busca pasar desapercibido ni mimetizarse con el tráfico urbano. Es un coche que comunica alegría y personalidad, aunque no todo haya sido posible. «El mundo del automóvil es muy difícil: te dicen que hagas, pero luego no te dejan hacer casi nada», confiesa Ágatha con franqueza. «Cambiar ciertas piezas puede costar, quizá, un millón de euros. Es un sistema de producción enorme y, al final, hay que adaptarse».

Esa capacidad de adaptación es precisamente una de las claves de su gran creatividad.

Un taller que es un universo

«Hace poco hicimos siete desfiles en una semana. Una salvajada»

El recorrido por el taller es una inmersión en su imaginario. El edificio, flanqueado por dos jardines cuidados por el Ayuntamiento, ofrece una calma inesperada en el centro de Madrid. «Nunca hay ruido y están súper bien cuidados», comenta Ágatha, señalando un privilegio tan cotidiano como inspirador.

Dentro, conviven prendas de desfiles recientes, piezas de exposiciones, prototipos y colecciones en desarrollo. Hay espacios que se transforman según la necesidad: hoy un taller, mañana un cuarto de pruebas improvisado. «Aquí cerramos las cortinas y lo convertimos en un cuarto de pruebas», explica, mientras nos habla de una agenda que roza lo imposible. «Hace poco hicimos siete desfiles en una semana. Una salvajada».

Modistas
Taller de Agatha Ruiz de la Prada. (Foto: Ana Márquez)

La actividad no se limita a la moda. El taller es también un laboratorio de licencias y colaboraciones que abarcan desde el hogar hasta la gastronomía. «Estamos preparando una botella de vino, una colección de sartenes, productos de cocina…», enumera. «Algunos proyectos tardan tres o cuatro años en salir, pero de repente, milagrosamente, salen».

Entre los éxitos recientes destacan los carritos de la compra, los productos para mascotas («ha sido la locura con los perros») y nuevas líneas que llegarán en breve: textiles para el hogar, táperes de cristal, termos, sofás o colchones. Todo bajo una premisa clara: trabajar siempre con grandes empresas y mantener intacto su lenguaje visual.

Color, constancia y una energía inagotable

Mientras hablamos, Ágatha va y viene, saluda a su equipo (algunos llevan más de 25 años con ella) y piensa en el próximo avión. «Mañana me voy en un vuelo que sale a las siete. Eso significa levantarme a las cuatro», dice sin dramatizar. La hiperactividad forma parte de su ADN.

El Nuevo Fiat Grande Panda encaja a la perfección en ese relato: no es sólo un coche, es una extensión de su universo. Un objeto cotidiano convertido en soporte creativo, como antes lo fueron los vestidos, los muebles o los objetos domésticos.

Agatha Ruiz de la Prada
Taller de Agatha Ruiz de la Prada. (Foto: Ana Márquez)

En la calle Villanueva, entre corazones fucsias, telas, recuerdos de desfiles y proyectos por estrenar, Ágatha Ruiz de la Prada demuestra que sigue creando con la misma energía de siempre. Y que, cuando se trata de color y optimismo, aún le queda mucha carretera por delante.