¿Qué harías si el Gordo de la Lotería de Navidad llama a tu puerta? Para muchos, la fantasía de ganar este histórico premio navideño es el sueño de toda una vida, pero ¿cómo nos afecta realmente este golpe de suerte? Virginia Valdominos, psicóloga y psicoanalista de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero, nos adentra en los complejos laberintos emocionales que surgen tras el impacto de un premio tan significativo.
En una conversación cargada de reflexiones profundas, Valdominos explica cómo ganar puede traer consigo euforia, pero también angustia y culpabilidad, alterando relaciones familiares y sociales de maneras insospechadas. Además, revela las claves para mantener la ilusión sin caer en la dependencia del azar y cómo gestionar la riqueza emocional que trae consigo este tipo de éxito, un verdadero desafío para el equilibrio interno. Porque, como dice la experta, «el verdadero premio no está en el billete, sino en el autoconocimiento».
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La Lotería de Navidad y la tormenta emocional
«Si ganas El Gordo de Navidad, ¿es mejor contarlo o esconderlo?», planteamos a Valdominos. La respuesta no es simple, pues depende de la capacidad de cada persona para integrar ese triunfo en su estructura psíquica. Según la experta, el éxito puede provocar sentimientos de culpa, especialmente si contar la noticia afecta las relaciones familiares o sociales.
«El temor a la envidia o al rechazo puede llevar a la persona a optar por ocultarlo», explica. Sin embargo, ocultar un premio tan grande puede ser también una defensa inconsciente, una manera de evitar las tensiones y conflictos que podrían surgir.
Al preguntar sobre las primeras reacciones emocionales tras ganar, Valdominos destaca dos emociones primarias: el shock y la euforia. «El cumplimiento de un deseo largamente anhelado puede generar una sensación de éxtasis, pero también puede ser seguido de angustia», comenta. Esta ambivalencia emocional se explica por la dificultad del Yo para aceptar un logro que ya no es sólo una fantasía, sino una realidad tangible.
Para algunas personas, el éxito puede activar sentimientos de culpabilidad o incluso generar una respuesta melancólica, donde el triunfo parece convertirse en una carga. En ciertos casos, los ganadores pueden experimentar lo que se denomina auto-sabotaje o incluso problemas de salud.
El impacto de ganar la lotería no sólo afecta al ganador, sino también a su entorno más cercano. Valdominos explica que las relaciones familiares pueden experimentar cambios significativos, ya que el triunfo puede ser vivido como una traición a las expectativas del entorno.
«El éxito puede despertar envidias y rivalidades», señala. Además, no es raro que aparezcan nuevos amigos que buscan acercarse al afortunado con intereses oportunistas. La psicóloga resalta que las tensiones familiares pueden surgir por la percepción de desigualdad o injusticia, especialmente si algunos miembros del círculo cercano sienten que no han recibido una parte justa del premio. «Las relaciones humanas se vuelven más complejas cuando el dinero se cruza en el camino», afirma.
Si bien ganar puede traer consigo una serie de desafíos emocionales, ¿cómo pueden aquellos que no ganan la lotería mantener la ilusión? Según Valdominos, el deseo humano encuentra su motor en la falta, más que en la satisfacción total. «El deseo sigue vivo, y la expectativa no depende únicamente del resultado», explica.
Para aquellos que no obtienen el premio, la clave está en transformar la frustración en una motivación nueva y en no obsesionarse con un único objeto de deseo. Esta actitud es fundamental para prevenir sentimientos de fracaso o resentimiento, y para mantener una relación más saludable con el deseo en sí.
¿Es posible que ganar El Gordo termine siendo más problemático que beneficioso? Para algunos, el éxito puede activar conflictos internos que no habían sido abordados, llevando a una sensación de vacío o desajuste emocional. «Cuando el deseo se satisface externamente, puede generar una privación interna, lo que lleva al individuo a sabotearse a sí mismo», señala Valdominos.
La experta explica que el Yo, que había tolerado el deseo en forma de fantasía, puede no ser capaz de soportar la realidad de la satisfacción plena. Así, el premio, lejos de ser una solución, puede convertirse en una fuente de angustia, alterando el equilibrio emocional y las relaciones personales.
Finalmente, Valdominos aborda la diferencia crucial entre disfrutar de la ilusión de jugar a la lotería y depender emocionalmente de ganar. «Disfrutar del juego permite mantener vivo el deseo», comenta, pero advierte que cuando la persona depende emocionalmente de ganar, esto refleja una incapacidad para aceptar la falta inherente a la condición humana.
La dependencia de ganar puede llevar a la repetición compulsiva, alejando al individuo de una relación equilibrada y saludable con su deseo.
Para Valdominos, el verdadero premio de la lotería no está en el billete ni en la recompensa material, sino en el viaje hacia el autoconocimiento. «Tanto si la suerte toca a tu puerta como si no, no culpes al azar. El verdadero premio está en conocerte a ti mismo», concluye, ofreciendo una visión profunda y liberadora de lo que significa ganar o no ganar.
Al final, el Gordo de la Navidad puede ser mucho más que un simple sorteo. Como nos recuerda Virginia Valdominos, el desafío más grande radica en gestionar nuestras emociones y relaciones en el camino hacia el éxito, sea cual sea su forma.