La noticia de que Isabelle Junot está embarazada llega como un soplo de alegría y, al mismo tiempo, nos hace volver la mirada hacia su libro más reciente, Eat Girl: de la obsesión a la ilusión, donde la autora reflexiona sobre la relación que tenemos con la comida y, entre otras, de cómo esta se entrelaza con nuestra educación y crianza. En estas páginas, Junot no sólo habla de alimentación, sino de cómo los patrones de dieta y las reglas sobre el cuerpo se transmiten desde la infancia, condicionando la relación de los niños con la comida y con ellos mismos.
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Isabelle Junot, el embarazo y la educación sin dietas
En Eat Girl Isabelle señala que vivimos inmersos en una sociedad donde los cuerpos adecuados y no adecuados se presentan como estándares inamovibles. Desde pequeños recibimos mensajes, a veces sutiles, sobre lo que debemos comer, cómo debemos vernos, qué alimentos son buenos y cuáles malos.
Comentarios sobre peso o hábitos alimenticios, observaciones aparentemente inocentes de familiares, amigos o incluso profesores, crean un ecosistema donde la culpa y la ansiedad ante la comida se normalizan. Junot lo describe con claridad: «Mi objetivo es ayudarte a comer para sentirte bien y no para verte bien. Para que las buenas decisiones nutritivas salgan naturalmente sin forzar y dejes de luchar contra tus antojos incontrolables«. Este enfoque resuena especialmente en el terreno de la crianza, porque los mensajes que internalizamos en la infancia tienden a acompañarnos toda la vida.

Junot también alerta sobre la alimentación emocional y cómo los niños aprenden a usar la comida como premio, castigo o consuelo. Cuando los adultos dicen «si te portas bien te doy dulces» o «si comes esto, crecerás fuerte», se crea un vínculo entre la conducta y la alimentación que muchas veces genera ansiedad y culpa, más que disfrute y satisfacción. La relación con la comida, como la describe Isabelle, no debería ser un campo de batalla ni un instrumento de control, sino una experiencia natural y placentera que enseña a escuchar al propio cuerpo.
En una de sus páginas explica que premiar a los niños con alimentos prohibidos «es una de las primeras formas en que nos adentramos en la cultura de las dietas». Señala que «nos enseñan a desear lo que no deberíamos querer y a sentir culpa por disfrutarlo, sentando las bases de una relación tensa con la comida».
Restricciones y reglas que no funcionan
Uno de los grandes puntos de Eat Girl es la crítica a las dietas rígidas y las normas estrictas sobre la comida. Junot explica que las prohibiciones intensas generan un ciclo: restricción, atracón, culpa y nuevas restricciones. En la educación y la crianza, esto se traduce en imposiciones sobre lo que los niños deben comer y horarios estrictos que no respetan sus apetitos naturales.

La autora propone romper con ese patrón mediante la alimentación intuitiva, un enfoque que busca que cada persona reconozca sus señales de hambre y saciedad, que disfrute de la variedad de alimentos sin juicios y que se libere de la culpa que acompaña a los excesos ocasionales. Comer chocolate o helado deja de ser un problema moral y se convierte en parte de una alimentación equilibrada y emocionalmente saludable.
La alimentación intuitiva también se refleja en la manera de educar a los niños frente a la diversidad de alimentos, enseñándoles a probar sin presiones ni moralizaciones, a escuchar sus propios deseos y límites, y a comprender que la relación con la comida no define su valor como personas. Isabelle insiste en que los adultos tienen un papel crucial: modelar hábitos equilibrados, aceptar sus propios cuerpos con sus cambios y mostrar que la comida puede ser fuente de placer y nutrición al mismo tiempo.

Crianza y educación con conciencia
El libro de Junot ofrece claves para una crianza consciente: evitar usar la comida como herramienta de recompensa o castigo, permitir que los niños decidan cuánto comer, fomentar la diversidad sin juicios y hablar abiertamente sobre cuerpos, emociones y alimentación. También recuerda que enseñar a respetar los cuerpos ajenos, a aceptar la diversidad y a desactivar la presión social es parte de un aprendizaje más amplio sobre la autoestima y la empatía.
Que Isabelle Junot esté embarazada añade un matiz especial a esta conversación. Su propio cuerpo se transformará en estos meses, y será fascinante imaginar cómo aplicará en la maternidad los principios que defiende en Eat Girl. Cómo hablará de alimentación con su hijo o hija, cómo equilibrará expectativas sociales y naturales, cómo transmitirá la libertad de disfrutar de la comida sin culpa.
