¿Qué tiene el valle de Joux para que sea la cuna de los relojes suizos de lujo?
Según un viejo dicho, en el valle de Joux nada crece, más que rocas… Y que relojes, tendríamos que añadir. Porque es en este bucólico paraje situado al norte de Ginebra, en el macizo del Jura, donde han nacido y se desarrollan en la actualidad los grandes nombres de la relojería: Audemars Piguet, Vacheron Constantin, Jaeger-LeCoultre, Breguet… Pero, ¿cómo llegaron a este enclave rústico y boscoso? ¿Qué tiene de especial este valle en el oeste de Suiza? ¿De dónde procede la reconocida tradición relojera suiza? Hoy en COOLthelifestyle respondemos todas tus dudas.
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El valle de Joux
La tradición relojera suiza y el valle de Joux
¿De dónde procede la reconocida tradición relojera suiza? De una huida. En la primera mitad del siglo XVI, Francisco I de Francia promovió la fabricación de relojes en su Corte, sin embargo, el tejido artesanal estaba en manos de los protestantes y la ruptura de la convivencia provocó que muchos huyeran a Ginebra.
En aquel entonces, en Ginebra, estaba prohibida la fabricación de joyas y de otros objetos de lujo, gracias a lo cual las habilidades mecánicas de los relojeros se unieron a la necesidad de los orfebres de buscar alguna alternativa a la joyería… Así nació el gremio de los relojeros de Ginebra.
En la ciudad se montaban las piezas, pero estas eran producidas previamente en el valle de Joux, donde los inviernos eran largos y la tierra rica en recursos naturales como el mineral de hierro, las corrientes de agua y la madera.
El valle de Joux y la historia de la relojería
En la historia de la relojería no existe región más importante que el valle de Joux. Este valle entre las montañas del Jura, en la linde con la frontera francesa, lleva siglos especializado en la micromecánica. A causa de los rigores del invierno, cuyas nieves copiosas les aislaban de las grandes ciudades, los granjeros empezaron a fabricar componentes para relojes.
Tanto los hombres como las mujeres se abocaban a las típicas mesas de trabajo de los relojeros bañadas por la luz natural. Con el paso del tiempo, los relojeros afinaron su talento y ampliaron sus competencias: pasaron de la fabricación de componentes a la producción de complicaciones.
A mediados del siglo XVIII, los relojeros del valle de Joux habían alcanzado tal reputación que las casas relojeras, en particular las de Ginebra, les encargaban la creación y la fabricación de los relojes con complicaciones más prestigiosos.
En aquella época, los relojeros del valle proporcionaban las denominadas ‘ébauches’, movimientos con complicaciones en bruto que luego las casas relojeras decoraban antes de añadir cajas, esferas y agujas y comercializar los relojes bajo su nombre.
De esta forma, aunque las casas relojeras reivindicasen la paternidad de los modelos que aún hoy en día presentan como parte de su patrimonio, en realidad los movimientos procedían del valle de Joux. Algunos de los movimientos más célebres surgieron de la empresa de Louis-Elysée Piguet, una de las ramas de las que se originó Blancpain.
Hoy en día, en el valle de Joux son numerosas las familias que, como tantas generaciones de antecesores, perpetúan el oficio de relojero rindiendo homenaje a las tradiciones locales. Blancpain –una de cuyas ramas históricas se remonta al año 1859– encontró en el valle su lugar predilecto: se estableció en el pueblo de Le Brassus, donde abrió un taller en 1891.
Otro ejempli es de Jules Louis Audemars y Edward Auguste Piguet que, en 1875, reunieron bajo un mismo techo todas las habilidades necesarias para crear y comercializar sus propios relojes. La firma aún sigue en Le Brassus bajo el nombre de Audemars Piguet.