Desde 1965, el Bird on a Rock de Jean Schlumberger vuela alto en el firmamento de la joyería: un pajarito caricaturesco y lleno de vida que se posa sobre una piedra preciosa, capaz de arrancar sonrisas y suspiros. Originalmente concebido para broches, este símbolo ahora extiende sus alas al arte del tiempo: Tiffany & Co. lo ha transformarado en una línea de relojes que mezclan legado, creatividad y alta relojería.
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Tiffany & Co. lleva su icónico ‘Bird on a Rock’ a la relojería
La historia arranca en 1965, cuando Schlumberger entra en Tiffany. Su Bird on a Rock fue, desde el principio, una audacia estética: una figura caprichosa encaramada en una gema de gran impacto visual.
Lo que inicialmente causó risa en los directivos causó fascinación en el público. En las décadas posteriores, se expandió a collares, pendientes, anillos… Y ahora, a relojes, una etapa natural, según Tiffany, en su renacimiento relojero bajo LVMH.

Hoy ese mismo pajarito perla sobre un reloj de pulsera, un objeto que encapsula precisión técnica y belleza emocional. Tres versiones, tanzanita, morganita y aguamarina, se combinan con un elaboradísimo engaste: el ave está realizada artesanalmente en oro de 18 k, con 119 diamantes y un zafiro rosa para el ojo.
Total: 587 diamantes sumando 3,60 quilates, también en la hebilla de cocodrilo. El contraste entre el realismo texturizado de las garras y la piedra clave crea un efecto de suspensión poética, de armonía con el cuerpo del reloj.

Tiffany no se limita a colocar un broche sobre una carcasa: ha fundido dos universos creativos. La esfera de nácar blanco está grabada con motivos florales, inspirados en la casa de Schlumberger en Guadalupe.
En el reverso, una apertura con lente de aumento permite admirar la gema desde otro ángulo, acompañada por un grabado sunburst y diamantes, un guiño a la famosa Floral Arrows brooch.

Además, cada pajarito se esculpe a mano durante más de 24 horas, un gesto artesanal que pone en evidencia el valor del tiempo invertido. La manufactura de los relojes, de 36 mm de caja, movimientos suizos, diseño y ensamblado en Ginebra, simboliza la incursión decidida de Tiffany en el universo de la alta relojería: ya no es una casa que simplemente produce joyas, sino que aspira a que la medición del tiempo sea también una experiencia emocional.
Desde su adquisición por LVMH en 2021, Tiffany ha redefinido su posición en el lujo: más de 95 % de sus ventas provienen de joyería, y su visión es clara: «todos los relojes futuros estarán ligados 100 % a nuestra actividad en joyería», señala Anthony Ledru, CEO.

El precio del reloj Bird on a Rock‘ de Tiffany & Co. varía según el modelo, pero uno de los más exclusivos, el Bird on a Flying Tourbillon (foto superior) en oro blanco con diamantes, alcanza los 300.000 €.
Ese enfoque embona perfectamente con la llegada del Bird on a Rock como reloj: es un diseño que activa inmediatamente conexiones emocionales con los clientes que ya conocen el broche, ofreciendo continuidad y evolución.
Más que un reloj: un mensaje de belleza y libertad
Para marcas, joyeros, artistas o soñadores, el mensaje es claro: construye con raíz y visión, evoluciona con elegancia y coherencia. Tiffany no inventó un reloj, le dio alas a su símbolo: una idea antropomórfica, casi juguetona, transformada en un objeto sofisticado que lleva el mensaje de que la belleza puede y debe acompañarnos en lo cotidiano.
