Daniela Villegas no diseña joyas, crea talismanes. Afincada en Los Ángeles pero con alma mexicana, esta diseñadora ha logrado que su universo de orugas, escarabajos, colibríes y piedras preciosas trascienda la estética para convertirse en un lenguaje simbólico y emocional. Desde que fundó su marca en 2008, su joyería, hecha a mano en oro de 18 quilates y materiales naturales, se ha convertido en una declaración de intenciones: una oda a la naturaleza, a la transformación y a la energía que habita en cada forma viva. Sus piezas han conquistado a mujeres tan icónicas como Salma Hayek o Katy Perry, que las lucen como amuletos personales. En esta entrevista nos adentramos en su mundo creativo, en sus rituales, sus colaboraciones y en cómo ha hecho del diseño una herramienta de conexión espiritual.
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Daniela Villegas: la joyera que transforma la naturaleza en talismanes
En un rincón del mundo donde el oro no sólo brilla, sino que transmite energía, donde los escarabajos se convierten en amuletos y las orugas recorren los dedos como metáforas de transformación, habita el universo creativo de Daniela Villegas. La diseñadora mexicana, afincada en Los Ángeles, ha conseguido lo que pocos: convertir la joyería en un lenguaje emocional, espiritual y profundamente simbólico. Sus piezas no sólo se llevan, se sienten. Y quien las posee, sabe que no está adornando su cuerpo, sino protegiendo su esencia.
«La naturaleza es mi mayor fuente de inspiración»
Desde que fundó su marca en 2008, Villegas se ha mantenido fiel a una visión que desafía lo previsible: joyas únicas hechas a mano, en oro de 18 quilates, con piedras preciosas, materiales naturales, como plumas, escarabajos o piedras de río, y una narrativa que bebe directamente de la Madre Naturaleza. «La naturaleza es mi mayor fuente de inspiración. Me ofrece una cantidad ilimitada de opciones, porque nunca se detiene. Siempre está mutando, adaptándose. Yo aprendo de ese movimiento constante», explica.

Daniela no concibe la joyería como moda efímera. Su proceso creativo es tan intuitivo como meticuloso. «Siempre estoy anotando ideas, palabras, trazos en mis libretas. Sueño muchas de mis piezas. Las imagino completas, como si ya existieran. Entonces sólo tengo que escucharlas y darles forma», afirma. En ocasiones es la piedra quien dicta la forma final; en otras, es el concepto quien se impone. «Me encanta investigar el significado simbólico de lo que quiero crear. Eso me ayuda a contar historias más profundas».
«La joyería siempre carga energía y emociones. Crea conexiones con personas, momentos y lugares»
Para ella, una joya es mucho más que un objeto bello: es una extensión del alma. «La joyería siempre carga energía y emociones. Crea conexiones con personas, momentos y lugares. Eso es lo que la hace verdaderamente valiosa. No se trata sólo de estética, sino de intención», asegura.

«No creo en la repetición. Cada joya tiene su propia vida»
Por eso, el 99% de su producción está compuesta por piezas únicas. «Cambio combinaciones de color, proporciones, tamaños… No creo en la repetición. Cada joya tiene su propia vida». Sus colecciones son permanentes, vivas, como ella dice, y van creciendo con el tiempo, alimentadas por nuevos símbolos y experiencias. «No me interesa seguir temporadas. Me interesa seguir mensajes».
La alquimista de lo orgánico
Cada pieza que sale de su taller en Los Ángeles es una especie de microcosmos emocional. Daniela trabaja en lotes pequeños, selecciona personalmente a sus proveedores y se involucra en cada etapa del proceso. «Si existe en tu cabeza, es posible realizarlo. Tal vez tome tiempo, pero ya nació en tu mente por algo. Yo creo profundamente en eso», confiesa.

«El oro de 18 quilates transmite energía. Y si esa energía se crea con amor y con intención, se vuelve un canal de protección y sanación»
El oro que utiliza no es sólo un metal precioso: es un canal energético. «El oro de 18 quilates tiene una excelente conductividad. Es resistente, duradero, pero sobre todo, transmite energía. Y si esa energía se crea con amor y con intención, se vuelve un canal de protección y sanación».
En su universo creativo conviven mantarrayas, colibríes, serpientes, mariposas, tiburones, escarabajos y peces tropicales. Cada uno con su propia carga simbólica. «El escarabajo representa transformación y protección. La mantarraya, el equilibrio emocional. El pez, la fertilidad y la fuerza femenina. Todos son seres que me enseñan algo sobre la vida”.

Marbella Club: donde lujo y tierra se abrazan
En 2025, Daniela da un paso más al colaborar con uno de los hoteles más legendarios del Mediterráneo: el Marbella Club. Una unión entre arte, lujo y biodiversidad que ha dado lugar a una colección que conecta su imaginario con el entorno vivo y exuberante del resort.
«Me siento muy halagada de colaborar con un proyecto tan hermoso como Marbella Club. Es un lugar donde se respira naturaleza y lujo en cada rincón, un espacio que invita a vivir de forma más intencional, enfocada en la familia, la comunidad, la alegría y el buen vivir».

Inspirada en los jardines botánicos, los paisajes costeros y la historia compartida entre México y Andalucía, la colección está realizada completamente a mano en oro de 18 quilates y enriquecida con piedras preciosas como zafiros, diamantes, amatistas o perlas. Entre las piezas más llamativas destacan:
- El brazalete de lagartija, símbolo de renovación y resiliencia.
- El anillo oruga, que recorre varios dedos como metáfora de la metamorfosis interior.
- El pendiente ave del paraíso, que captura la exuberancia tropical de los jardines.
- La anguila eléctrica, convertida en contenedor de deseos y canal de intuición.

«Quería que cada joya contara una historia ligada al entorno del hotel, a su alma mediterránea».
«Quería que cada joya contara una historia ligada al entorno del hotel, a su alma mediterránea. Pero también a mi manera de ver la naturaleza: como un espacio sagrado, mágico, lleno de señales».
Cate Blanchett, Tilda Swinton y una familia de camaleones
A pesar de vestir a celebridades como Salma Hayek, Zoë Kravitz o Katy Perry, Daniela aún guarda sueños por cumplir. «Me encantaría ver mis piezas en Cate Blanchett o Tilda Swinton. Admiro profundamente su estilo: siempre chic, siempre diferente, siempre auténtico».

«Me encantaría ver mis piezas en Cate Blanchett o Tilda Swinton»
En su vida diaria, la diseñadora también se protege con sus propios talismanes. «Cambio mis joyas constantemente, pero hay algunas que no me quito nunca: mi argolla de matrimonio en forma de gusano, que junto a la de mi esposo forma un símbolo de infinito; mis escorpiones en el dedo meñique; y mi familia de camaleones, que representa a mis hijos, mi perro Tito, mi papá y mi marido. Todos ellos me acompañan y me inspiran».
El ritual creativo también forma parte de su día a día. «Diseño en silencio, con una vela encendida y una buena taza de té. Necesito estar rodeada de la mejor energía posible. La intención con la que se crea una pieza marca su destino».

«El mejor consejo que he recibido me lo dio mi padre: ama lo que haces y deja que se convierta en una fuente de placer y realización. Ese es el verdadero significado del éxito y de la felicidad»
Más allá de su talento como diseñadora, lo que define a Daniela Villegas es una filosofía de vida. Una forma de estar en el mundo en la que el arte, la naturaleza y la espiritualidad no compiten, sino que se abrazan. «El mejor consejo que he recibido me lo dio mi padre: ama lo que haces y deja que se convierta en una fuente de placer y realización. Ese es el verdadero significado del éxito y de la felicidad».
Y eso es, justamente, lo que transmite su obra: gratitud, respeto por lo sagrado y una estética salvaje que no pide permiso para ocupar espacio. Daniela Villegas no diseña joyas, crea pequeños altares. Y cada uno de ellos late con la fuerza de quien ha entendido que la belleza no está en el oro, sino en la historia que ese oro se atreve a contar.
