Con siglos de historia, las casas reales europeas son un gran referente a nivel internacional y, además de tener algunas de las mayores fortunas del continente, sus tesoros reales son dignos de admirar. Una de las que destaca es la familia real británica, la cual puede presumir de elegancia y buen gusto, además de una histórica colección de piezas de joyería icónica. Hoy en día las lucen Camilla Parker-Bowles o la propia Kate Middleton, pero antes que ellas las vistió uno de los grandes iconos del mundo. Recordamos a Isabel II en el segundo aniversario de su muerte y lo hacemos a través de un paseo por su joyero real.
Así como una amplia colección de casas y castillos, la reina Isabel II tenía uno de los mejores joyeros de toda la realeza europea y su valor es incalculable. Poseía una extensa colección de joyas: más de 300 piezas, incluidos casi 100 broches, alrededor de 50 pulseras y hasta 34 pares de pendientes, y decenas de espectaculares tiaras, que ha lucido a lo largo de los 70 años de su reinado. Por supuesto, también las coronas han sido uno de los accesorios que ha usado, aunque sólo lo ha hecho en eventos oficiales. Estos son algunos ejemplos.
- Así es la exclusiva colección de tiaras de Margarita de Dinamarca
- El collar de 79 millones de euros de Kate Middleton, y otras exclusivas (y costosas) joyas reales
La Corona Imperial
El 1 de enero de 1967, la Reina vistió la corona del Estado Imperial junto con el collar de diamantes que había usado para su coronación. Ordenada por el rey Jorge VI en 1.937, está engastada con 2.868 diamantes en monturas de plata, en su mayoría tallas de mesa, rosa y brillante, y piedras de colores sobre oro, incluidos 17 zafiros, 11 esmeraldas y 269 perlas.
Su altura es de 31,5 centímetros y pesa aproximadamente 1,28 kg, con un valor superior a los cuatro millones de euros.
Tiara rusa de flecos
Su origen se remonta a la reina Alexandra de Dinamarca, ya que fue un regalo con motivo del aniversario de su boda con el rey Eduardo VII. Ella quería una sola cosa y era una tiara como la de su hermana, la emperatriz de Rusia, Maria Fíodorovna.
Cuando Isabel II falleció, la pieza fue heredada por su nuera la reina María, que la sumó a su ya importante colección de diademas. Luego del fallecimiento de esta última en 1953, la tiara quedó como legado a la reina Isabel II, que la convirtió en una de las piezas más relevantes de su ajuar, además de su favorita porque se podía transformar en un collar. Según expertos en la materia, está tasada en más de dos millones de euros.
Collar de perlas de tres vueltas
La reina Isabel II lo usaba a diario y era su accesorio favorito para complementar sus coloridos estilismos. Su estima sobre él era bastante grande, ya que fue un regalo de su padre, el rey Jorge VI, por su 18 cumpleaños y en raras ocasiones se lo ha quitado.
Festejar con perlas era una tradición de la familia real británica, inaugurada por la reina Victoria. La monarca empezó a obsequiar a sus hijas y a sus nietas una perla en cada cumpleaños. Es de las pocas joyas que no ha heredado la actual reina, Camilla Parker-Bowles. No se sabe el precio exacto del mismo, pero cada perla puede costar cerca de los 3.000 euros.
Broche Cullinan
El diamante Cullinan ha sido uno de los más grandes que se ha encontrado. Hallado en una mina sudafricana, perteneciente al pueblo que lleva el mismo nombre, en bruto pesaba más de 3.000 quilates, unos 600 gramos, unas cifras insólitas para la época.
Fue dividida en más de 100 piezas y están repartidas en otras joyas de la corona. Está compuesta por varios diamantes, pero es el central el que destaca con 18,8 quilates. Además de su gran valor por sí mismo, el hecho de que perteneciera al diamante más grande jamás encontrado lo convierte en una gema más valiosa si cabe. Además de ser un diseño exclusivo, su precio se estima en más de dos millones de euros.
Collar de rubíes
Este diseño fue un regalo del príncipe Alberto a la reina Victoria. Después de eso pasó a formar parte del joyero de la reina Alexandra, que alteró el diseño porque los rubíes estaban puestos junto a ópalos y consideraba que eso daba mala suerte.
No se ha visto en muchas ocasiones a Isabel II con esta opulenta creación y la última vez que se lo puso fue en 2015 cuando hizo una visita oficial a Alemania. Su alto valor supera el millón de euros.