La magia que respiran los relojes de diseño contiene una especial estela que hay que disfrutar. El origen de la relojería exclusiva contempló su nacimiento en Suiza, la meca de las maquinarias más complejas del mundo, en el siglo XVI, cuando el reformador Juan Calvino prohibió el uso de las joyas. A resultas de ello, los orfebres y joyeros de la región empezaron a dedicarse a la relojería. Su objetivo era la creación de un accesorio que pudiera vestir las muñecas y que su funcionalidad fuera efectiva. Con el correr de los años, el surgimiento de casas especializadas entró en auge. Una de ellas, nació en 1753 bajo el nombre de Blancpain, una manufactura que sentó cátedra con la primera mujer CEO en la historia de la industria, a la vez que la innovación sobre las creaciones.
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Con la herencia familiar como esencia y la pasión como clave de progreso, la marca pasó por grandes dificultades, aunque su impulso llegó con uno de sus iconos, el reloj Ladybird, un diseño refinado y con personalidad propia. Su origen fue, con calificativo, el reloj redondo de mujer más pequeño del mundo, y ha surcado los años envejeciendo como el buen vino. Como vista preliminar sobre la mecánica, podemos resaltar que esta pequeña máquina está dotada de un movimiento mecánico complejo y su ensamblaje es totalmente artesano, una definición de exclusividad y elegancia bastante acertada. Un reloj pensado por una gran figura femenina y dedicado la belleza de la mujer.
Los colores se han ido apoderando de este modelo y reúnen la sobriedad del lujo, junto a una amplia y viva cromática aplicada en la correa. Con los pies puestos en 2023 y el verano pisándonos los talones, el Ladybird Colors ha llegado para crear un hueco atemporal en nuestra vida. No solo muestra viveza, sino que muestra dos nuevas complicaciones añadidas, el segundero pequeño y la fase lunar, la que tiene hasta pestañas. El brillo proviene de su esfera de nácar perlado con 70 diamantes engastados y los números teñidos en color.
Si lo observas de forma detenida, puedes comprobar una leve y estética asimetría que descompensa el reloj sutilmente sobre el conjunto de la esfera. Es visible el carácter propio sobre su diseño y los números romanos, en forma descentrada y curvas disimuladas, destacan por un realce con un engaste delicadamente decreciente que se reproduce en el segundero pequeño y la fase lunar.
Sobre una caja de 34,9 mm de diámetro y proporciones armónicas, sus 59 diamantes que suman hasta dos quilates recrean el brillo que acompaña al nombre de la marca. El modelo exhibe un estilo genuino con un engaste de alta gama logrado a través de un minucioso ajuste que da lugar a un resultado excelente. Su tictac se basa en 1163 (en el caso del segundero pequeño) y 1163L (en el de la fase lunar). Su dotación interna se engrana mediante una reserva de marcha de 4 días y de una espiral de silicio, unido para medir el tiempo en el día a día con precisión, comodidad y estilo. La masa oscilante de oro, aunado en color con la caja, luce motivos circulares, que bailan mano a mano con las líneas de la esfera. Hay una cosa que nos queda clara y es que la capacidad de superarse de la casa es todo un hito reseñable en los libros de la historia de la relojería de alto nivel. Todo ello reaviva la esencia de la alta relojería y esta elegante oda es digna de calificarse como obra de arte.