La maldición del diamante Hope cumple 200 años
Al igual que los seres humanos tenemos huellas diferentes y únicas, los diamantes también poseen características distintivas. Color, claridad, talla y peso en quilates. Es una de las representaciones físicas más prestigiosas de riqueza y valor. Si el diamante fancy de Tiffany & Co. es uno de los más deseados que han influido en la cultura y en el mundo del lujo, el diamante Hope podría decirse que lo supera por su poderosa y dramática historia. Tal es así que recibe el apodo de ‘diamante maldito’, ¿sabes por qué? Recordamos su historia ahora que se cumplen 200 años desde que fue adquirido por el el banquero holandés Henry Philip Hope que le dio nombre.
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El diamante Hope se encuentra hoy en día en el Museo Smithsonian, en Whasington D.C. y atrae al año a miles de visitantes no solo por increíble belleza de 45,5 quilates, sino también porque cada uno de sus destellos encierra una historia de desgracias y muertes.
Esta pieza ha servido incluso de inspiración a películas como ‘Titanic’. En dicho filme nos cuentan algo de su fascinante historia, señalando que la joya provenía de la corona de Luis XVI y María Antonieta. Pero antes de llegar a este reinado, comenzaremos por el principio.
La maldición de Hope
Diamantes tan valiosos suelen llevar consigo una gran historia. Fue descubierto en la India, en Golkonda, y llegó a manos de un comerciante francés, Jean-Baptiste Tavernier, quien lo introdujo en Europa.
En 1668 fue adquirido por Luis XIV y pidió que fuera incluido en su corona. Este rey revocó el Edicto de Nantes y Tavernier tuvo que huir del país… La maldición no acababa más que comenzar. Los libros de historia cuentan que Luis XIV prestó su diamante al ministro de Economía, Nicolas Fouquet, para que lo luciera en un acto y, al día siguiente, fue encerrado en prisión de por vida acusado de malversación.
Siglos después, el diamante pasó a manos de Luis XVI y María Antonieta, y por todos es conocidos su trágica muerte durante la Revolución Francesa. Los tesoros reales fueron saqueados y, durante años, se perdió la pista del diamante hasta que en 1823 el banquero, y coleccionista, Henry Philip Hope lo adquirió.
Tras pasar por varias manos como herencia de Hope, la gema llegó a Cartier. La marca nos cuenta que el diamante en bruto era de 115,36 quilates y que en 1910 lo adquirió para la elaboración de un colgante para Evalyn Walsh McLean. La socialité estadounidense no creía en la mala suerte de la gema pero, desafortunadamente, la tragedia golpeó su vida al fallecer sus dos hijos.
La pena acabó con ella y el joyero Harry Winston, atraído por su misterio, compró el diamante. En 1958 donó la piedra al Museo Smithsonian y en la siguiente foto se puede contemplar como se encuentra en la actualidad, sobre un diseño de Harry Winston de platino con 300 diamantes baguette.
El más raro de los diamantes
Además de su fascinante historia, el diamante posee una belleza única. Es clasificado como un diamante tipo IIb, el más raro de los diamantes naturales que posee niveles increíblemente bajos de impurezas de nitrógeno y fosforescencia, que emiten un brillo rojo cuando se exponen a la luz ultravioleta.