Llenar el mundo de belleza es una búsqueda enriquecedora en cada detalle que, al igual que una joya, singular y delicada, consigue enamorarnos con su complejidad todos los días. Descubrir el arte de la joyería es adentrarse en un mundo creativo, único y mágico, en el que conviven no solo creatividad y artesanía, sino también inspiración y materiales nobles, imaginación y savoir faire. Es un mundo en el que se pone alma en cada pequeño detalle, para que cada pieza sea única y especial. Joyas que transmiten, que cuentan historias, que nos emocionan, un objeto tan cotidiano que se convierte en experiencia. Pocas firmas podrían definirse con estas palabras, pero las que lo consiguen, logran hacernos creer en la magia de los instantes. IPPOLITA es la palabra que proclama a gritos este sentimiento, es exclusividad, libertad, profesión, cariño, elegancia… Es uno de esos descubrimientos que nunca podrás olvidar.
«La belleza en nuestra vida cotidiana trae alegría a la experiencia humana y fomenta la cultura del cuidado»
Ippolita Rostagno nace en 1963 en las colinas toscanas a las afueras de Florencia. Criada por una madre artista estadounidense y un padre intelectual italiano, la pequeña Ippolita no tarda en descubrir su amor por las joyas en las tiendas y puestos del Ponte Vecchio.
Asistió durante cuatro años al Instituto d’Arte de Florencia, donde estudio escultura y cerámica. Tras finalizar sus estudios se muda a Los Ángeles y funda Rime, una compañía de danza alternativa que explora la poesía y el movimiento a través del baile.
En 1986 se muda a Nueva York y continúa explorando la escultura dentro del texto de la artesanía y comienza a trabajar en oro de 18 quilates, lo que le lleva a diseñar colecciones de joyería para minoristas destacados.
Cuatro años más tarde, identifica un vacío en el mercado de la joyería para joyería fina diseñada para usarse a diario de manera informal. Ante esta preocupación, refina aún más sus técnicas creativas y su estética personal en un lenguaje característico de formas naturales, orgánicas y esculpidas.
En 1999 Bergdorf Goodman lanza su primera colección de joyería fina homónima junto a Ippolita y años más tarde, en 2004, nuestra protagonista agrega color a su vocabulario a medida que descubre el mundo de las piedras preciosas y semipreciosas, y desarrolla un enfoque distinto y poco convencional que se convierte en la piedra angular de la estética de su marca.
Posteriormente, agregará plata 925 a la colección, lo que da como resultado un mayor alcance y una nueva audiencia para la marca.
En 2012 abrirá su primera tienda insignia en 796 Madison Ave, Nueva York, y en 2013 ganará el premio de los Jewelers of America Gem Awards, uno de los más altos honores otorgados a profesionales y empresas que prestan servicios en las industrias de joyería fina y relojería.
Siete años más tarde IPPOLITA, celebra 20 años de cultivar la belleza y rediseña las 20 piezas icónicas que continúan siendo los referentes de la marca. Abre boutique en Chicago en 900 North Michigan Avenue.
Por último, este 2022, vuelve a sus raíces italianas con la apertura de su tienda insignia en Via Monte Napoleone 23 Milán en la gloriosa grandeza neoclásica del Palazzo Gavazzi.
IPPOLITA plasma en sus joyas la esencia artística florentina. En cada colección, la firma rinde homenaje al diseño tradicional de esta ciudad italiana mediante originales piezas confeccionadas a mano con gemas caleidoscópicas. Reconoce las raíces clásicas y los ecos renacentistas en el diseño de sus joyas de lujo.
Sostenibilidad
El credo de IPPOLITA es ‘Arte. Escultura, Belleza’, y se ha convertido en la base del diseño y fabricación de joyas de la firma durante sus años de vida. «Mi profundo amor por las materias primas de las que se elaboran hermosos adornos conduce orgánicamente a una gran consideración por los recursos naturales de los que se derivan», cuenta Ippolita.
El principal material es, por supuesto, el oro. El 100% del oro que utilizan proviene de fuentes recicladas y su calidad es idéntica al oro extraído. De acuerdo con sus creencias, desde la firma eligen casar su amor por la belleza con el respeto por la Madre Naturaleza. «El mundo contiene una cantidad finita de metales y minerales, y estamos comprometidos a usar solo oro previamente refinado. Nuestras refinerías compran joyas de consumo devueltas y chatarra de oro industrial» continúa.
Al eliminar todas las aleaciones y otros contaminantes del metal, crean un 99,99 % de oro puro que sus propios artesanos posteriormente combinan con plata para crear su exclusiva aleación de oro ‘verde’ de 18 quilates.
La sociedad italiana en general se basa en gran medida en el principio de ‘cuanto menos, es mejor’. Es básicamente una sociedad sin residuos. Además, la gran tradición de los talleres de artistas y la artesanía se basa en la creencia de hacer las cosas uno mismo, con las propias manos.
«Al principio, literalmente, no sabía nada sobre la obtención o la elaboración específica de las piedras preciosas y semipreciosas. Todo lo que sabía era que quería usar formas que no estaban disponibles en el mercado, por lo que, por necesidad, tendría que cortarlas yo misma. Empecé mi viaje en la India, pero finalmente terminé en Bangkok porque me relacioné con la sensibilidad hacia el material de los artesanos tailandeses.
El descubrimiento más inesperado fue la gran cantidad de hermosos materiales que hay y, en segundo lugar, que solo un pequeño porcentaje de los brutos se consideró utilizable. Cortar su propio material le da la oportunidad de usar más de la materia prima de lo que normalmente se hace y de encontrar la belleza en las inclusiones que han tardado siglos en fabricarse».