Aunque parezca mentira, la presencia de las nuevas tecnologías ha hecho que la simulación de piedras preciosas pueda ser una realidad en cristal u otros materiales. Parece increíble, pero hoy en día, es mucho más sencillo poder hacer de un elemento básico, un doppelganger perfecto. Lo más común es crear réplicas de diamantes, con el objetivo de crear una cortina de humo en torno a la realidad. Por ello vamos a dedicar estas líneas a analizar la realidad, a hacer comparativas y descubrir como podemos distinguir y ver las diferencia entre un diamante auténtico y uno falso.
La solución es sencilla y, a través de distintos métodos caseros y muy sencillos de hacer en casa, podrás saber la originalidad del mismo.
Pruebas caseras
Si has recibido un regalo y quieres averiguar si el diamante que tanto deseas es auténtico o no, hay diferentes pruebas caseras que puedes llevar a cabo y, de esta manera, saber la realidad. Coloca la piedra frente a tu boca y emite vapor, justo como lo harías con un espejo. Si se mantiene empañada por un par de segundos, probablemente se trate de una falsificación, pues un diamante real dispersa el calor de tu aliento instantáneamente y no se empaña con facilidad.
Engaste y montura
Muchos no se compran un coche exclusivo si la composición que lo rodea no es la indicada, pues con los anillos hay que seguir la misma mecánica. Para ver la diferencia entre un diamante auténtico y uno falso, revisa los detalles que marquen los quilates como 10K, 14K, 18K, 585, 750, 900, 950, PT, Plat. Si lees las siglas ‘C.Z.’ esto indicará que la piedra central no es auténtica, esas siglas corresponden a zirconia cúbica, es decir, un diamante sintético.
Método del papel
Este método es muy curioso, puesto que lo único que necesitas es la página de un periódico. Si colocas el diamante encima y puedes leer el texto, incluso notar manchas negras distorsionadas, se trata de una imitación. Los diamantes originales fragmentan la luz de tal forma que no podrás leer nada. Aunque puede que el corte esté distorsionado. Puedes intentarlo incluso dibujando un punto pequeño en un pedazo de papel blanco, colocando la piedra sobre el mismo y mirar a través del diamante. Si es original no podrás verlo, si es falsificación notarás una reflexión circular en ella.
Vaso con agua
Al igual que pasa con el oro, uno de los métodos es dejar el diamante en un vaso de agua. Pueden pasar dos cosas, una de ellas es que el diamante flote o que caiga al fondo de forma directa. Si sucede lo primero, el diamante es falso, puesto que el interior de este, tiene un peso característico, una composición que lo hace pesado, por lo que caería al fondo del vaso como si de una roca se tratara.
Prueba del brillo
Otra prueba fácil y sencilla para distinguir y ver la diferencia entre un diamante verdadero de uno falso es su brillo. Para ello tendrás que colocar el diamante debajo de una lámpara. Una vez tengas colocada la piedra debes observar atentamente como la luz se refleja en la piedra. Si observas un extraordinario brillo reflejado en la joya, probablemente se trate de un diamante verdadero. Los destellos que proporcionan los diamantes son de un tono grisáceo, lo que te garantizará que está dentro de la categoría de las joyas reales. Si pasa todo lo contrario a ello, la piedra es falsa.