Más éticos, más baratos y prácticamente imposible de distinguir a simple vista. Los diamantes de laboratorio están cultivados en un laboratorio con la ayuda de procesos tecnológicos avanzados idénticos a las condiciones en las que los diamantes se forman naturalmente. Los diamantes de laboratorio, también llamados sintéticos o artificiales, son creados por la mano del hombre y actualmente representan menos del 1% del mercado mundial.
Símbolo de estatus y poder, el diamante es el mineral más duro del planeta y el mejor conductor térmico. Tiene un gran poder de fascinación sobre el ser humano y pocas son las mujeres que no tienen al menos uno en su joyero.
Desde el Instituto Gemólogo Español analizan todas las piezas que les llevan con el objetivo de graduar su calidad y certificar su procedencia. Explican que a simple vista es imposible distinguir un diamante de laboratorio de uno que no lo es, pero cada vez hay más aparatos que permiten diferenciarlos.
Los diamantes de laboratorio están formados por estructuras de átomos de carbono y, por tanto, tienen las mismas propiedades ópticas y químicas que un diamante natural.
¿Son diamantes de verdad?
Los diamantes de laboratorio son reales, sólo que proceden de un origen diferente. Es por ello que a simple vista no se pueden diferenciar, se requiere de un equipo especializado para ello. Ambos son igual de espectaculares a la vista y química y visualmente son idénticos.
Los diamantes de laboratorio están fabricados artificialmente, mientras que los diamantes naturales se forman dentro del manto de la Tierra.
¿Son más baratos?
Pueden ser hasta un 30% más económicos que un diamante natural de los mismos quilates y calidad.
Cómo se fabrican
Método HPHT
Según nos explican desde el Instituto Gemólogo Español, el diamante sintético fue obtenido por primera vez en el año 1954 por General Electric, utilizando un método basado en la cristalización del carbono en diamante a altas presiones y temperaturas.
En este método se utilizan presiones de 50-60 kbar y temperaturas de 1300 a 1600ºC, correspondientes a las condiciones de formación del diamante en el manto terrestre, a profundidades de unos 200 km. El método se conoce como HPHT (High Pressure High Temperature). Este método se convirtió rápidamente en la principal fuente de diamantes sintéticos industriales (pequeños diamantes de baja calidad utilizados para múltiples aplicaciones técnicas, sobre todo como abrasivos).
La obtención de grandes cristales por este método es mucho más complicada y costosa. No obstante, en el año 1970 fueron obtenidos también los primeros cristales de diamante sintético HPHT calidad gema de hasta un quilate de peso. Los primeros diamantes sintéticos calidad gema eran mucho más caros que los naturales. Posteriormente, los avances tecnológicos permitieron abaratar los costes, de tal forma que a mediados de los años 90 aparecieron las primeras empresas que comercializan el diamante sintético HPHT de calidad gema.
Método CVD
Otro método de síntesis de diamantes no requiere presiones y temperaturas tan elevadas. Se trata de un método de deposición de vapor químico o CVD, de Chemical Vapor Deposition en inglés. En este caso se utiliza el gas metano como fuente de carbono, que se mezcla con hidrógeno y se ioniza mediante el plasma. Los iones de carbono se depositan sobre una superficie creando una capa muy fina de diamante.
Este método, utilizado por primera vez en el año 1952, inicialmente no se planteaba como posible método de síntesis de diamantes gema debido a la lentitud del proceso. La deposición de capas de diamante tiene otras aplicaciones técnicas, así que la investigación en este campo es muy intensa.
El desarrollo del método permitió depositar capas de diamante sobre diversos materiales, además de acelerar la deposición de forma muy significativa. El perfeccionamiento de la síntesis CVD también hizo posible la obtención de monocristales de diamante sintético CVD de calidad gema, y en el año 2005 apareció la primera empresa que se dedica a su comercialización.