Cuando alguien menciona las palabras moto clásica, la primera imagen que suele aparecer es la de una Harley-Davidson rugiendo por la Ruta 66. La marca nacida en Milwaukee a comienzos del siglo XX convirtió la moto en símbolo de rebeldía. Pero lo que muchos desconocen es que, a más de 7.000 kilómetros de esa cuna mítica del motor, en Mataró se fabrican unas máquinas que no tienen nada que envidiar a las legendarias Harley. Su nombre: Leonart Motors.
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Este 2025, Leonart celebra 20 años como marca, aunque sus raíces se remontan a 1986, cuando un proyecto familiar comenzó a soñar con hacer motos diferentes. Desde entonces, la compañía ha convertido Mataró en un inesperado epicentro del motor, con modelos que circulan no sólo por España, sino también por Alemania, Francia, Japón o Malta.
Al frente están los hermanos Jordi y Marc Llorens quienes aprovecharon el auge de las motos de 125 cc (que podían conducirse con carné de coche) para crear modelos con diseño propio y estética diferenciada frente a los scooters convencionales. «Quisimos crear productos más atractivos, más grandes y con una estética con la que la gente se sentía más cómoda». Hoy en día, según medios como El País, la compañía ya factura 1,8 millones.
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Su secreto ha sido ofrecer una alternativa atrevida a las motos convencionales de baja cilindrada. El primer gran éxito fue la Spyder 12, después llegó la Daytona 125 (2009), las Bobber 125 y 350, y la Tracker 125. Hoy, el buque insignia es la Pilder 125. Cada moto de Leonart lleva impreso el carácter de Mataró.
Entre 2013 y 2016 la empresa colaboró con el grupo Piaggio, y en 2022 dio un salto hacia el futuro con la Leonart Rigger, su primera propuesta de movilidad eléctrica.
Las comparaciones con Harley-Davidson son inevitables. Ambas marcas nacieron con espíritu familiar y rebelde, ambas supieron construir comunidad en torno a la moto y ambas entendieron que es un estilo de vida.

Harley levantó su imperio en Estados Unidos, transformando el mito del motorista en icono cultural. Leonart, desde Mataró, ha logrado hacerse un hueco en el mapa internacional con una filosofía similar. Y aunque la diferencia de cilindrada y escala es evidente, lo que comparten es mucho más poderoso: la capacidad de convertir una máquina en una declaración de identidad. Quizá por eso muchos ya las llaman Las Harley de Mataró.