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El Mustang que Richard Gere regaló a su entonces mujer Carey Lowell, a la venta por 60.000 €

El Mustang que Richard Gere regaló a su entonces mujer Carey Lowell, a la venta por 60.000 €
(Foto: Catawiki / Getty)
Rocío Álvarez
  • Rocío Álvarez
  • Periodista multimedia especializada en belleza, viajes y estilo de vida. Durante mis años de vida, la lectura se ha convertido en una compañera fiel y gracias a ella descubrí mi vocación: crear y transmitir a través de las palabras. Con esta convicción me matriculé para cursar Periodismo en la Carlos III y después de años formándome encuentro mi sitio en el mundo: COOL. ¿Mi ley de vida? Nunca desistas, porque el día que lo hagas siempre pensarás en lo que podría haber sido.
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Es rojo, descapotable y con más historia de la que aparenta. El Ford Mustang que perteneció a Richard Gere acaba de salir a la venta y no es un coche cualquiera. Esta máquina americana, que evoca carreteras infinitas, libertad y veranos sin final, tiene una conexión directa con uno de los actores más icónicos de Hollywood y la plataforma de subasta Catawiki lo presenta coincidiendo con el 35 aniversario de Pretty Woman.

Gere adquirió este Mustang en sus años dorados, justo cuando era considerado el epítome del galán moderno: elegante, misterioso y con un punto salvaje. El coche le acompañó durante años y ahora, más de cuatro décadas después, sale a la venta con un precio estimado de entre 40.000 y 60.000 €. Teniendo en cuenta su procedencia, podría superar esa cifra sin despeinarse.

Richard Gere
Richard Gere con su entonces mujer, Carey Lowell en 2011. (Foto: Getty)

Fue un regalo de Richard Gere a su entonces mujer Carey Lowell

Este Mustang rojo no es solo una pieza de colección: es una joya cargada de historia de Hollywood. Acompañado por un certificado que detalla su trayectoria, este descapotable de 1983 fue adquirido por el actor como un regalo muy especial para su entonces esposa, Carey Lowell, actriz y modelo reconocida por interpretar a una de las inolvidables chicas Bond en Licencia para matar (1989). Ahora, casado con Alejandra Silva y afincado en España, ambos conducen un Volvo XC90 mild hybrid.

Más allá de su imponente estética y su valor como clásico automovilístico, este Mustang encierra una historia de amor entre dos estrellas de cine, convirtiéndose en un vehículo con alma, que ha sido testigo silencioso del lujo, el romance y la velocidad en la vida real de Hollywood.

Además de su pedigrí hollywoodiense, lo que también lo hace especial es  su configuración: motor V8, cambio automático, carrocería en rojo pasión y tapicería en negro. Todo en él grita placer al volante, y está tan bien conservado que parece sacado de un plató de cine en pleno 1983. A eso hay que sumar que ha pasado buena parte de su vida en California, lejos de la corrosión y las inclemencias europeas, lo que le garantiza una salud mecánica envidiable.

Este Mustang pertenece a la tercera generación del modelo (conocida como Fox Body), una etapa que hoy vive un renacimiento entre coleccionistas por su diseño angular y su carácter noventero. Durante años, estos Mustangs fueron los olvidados de la saga, eclipsados por los modelos de los 60 y 70. Pero el tiempo les ha dado una segunda vida, especialmente a versiones descapotables como esta, que mezclan lo deportivo con lo hedonista.

Richard Gere
Richard Gere en la película American Gigoló conducía un Ford Mustang. (Foto: Paramount)

Para amantes del motor… y Richard Gere

La venta del coche está gestionada por Artcurial, una de las casas de subastas más prestigiosas de Europa. Y no es casualidad que lo presenten no como un simple automóvil, sino como una obra de arte con matrícula. En el catálogo, destacan tanto su impecable estado como su procedencia. No es el coche más potente del mercado, ni el más raro, ni el más caro, pero probablemente sea uno de los que más historia tienen en cada centímetro de chapa.

Para los cinéfilos, es un fetiche. Para los nostálgicos, un sueño. Para los coleccionistas, una oportunidad. Y para los amantes del motor, una joya que une todo lo que hace especial a un coche clásico: belleza, carácter y una historia que contar.