¿Qué coche elegirías que simbolizara la esencia de los deportivos de los años 80? Sin duda alguna, uno de los grandes imprescindibles sería el Ferrari Testarossa. Un diseño precioso e intimidante, unido a la fiera de 12 cilindros de motor, convirtieron a este espléndido Ferrari, en uno de los iconos más populares de su época. Ha formado parte de series de televisión y películas, su mención entre los más entendidos en el mundo del motor levanta conversaciones infinitas y apasionadas, tras su volante han desfilado importantes personajes, ha sido el protagonista de más de un anuncio de publicidad y no solo eso, sino que además formó parte del mítico videojuego OutRun. Si junto a todas estas características, pensamos en su elevado precio, no es de extrañar que el Testarossa haya transcendido el tiempo y se haya convertido en todo un mito, presente en nuestros días. La oportunidad de atisbar uno en la vida real, con nuestros propios ojos, es todo un regalo. Hoy hablamos sobre el espléndido Testarossa, objeto de culto, icono de los 80 y el deportivo con el que muchos niños, y no tan niños, soñaron en su momento.
- Así son los últimos Ferrari F8 Tributo que se fabricarán
- Mansory hace del Ferrari SF90 Spider un sueño
Ferrari Testarossa, icono de los 80
Entre 1984 y 1992, Ferrari fabricó más de 7.100 unidades del Testarossa, el modelo sucesor natural dentro de la gama Ferrari de otro icónico modelo: el BB 512I. El Testarossa fue presentado oficialmente en el Salón de París en 1984.
Su denominación comercial tenía mucho que ver con la historia de Ferrari, pues fue un homenaje a los exitosos coches de competición de finales de la década de los cincuenta.
Testarossa, su denominación en italiano, significa ‘cabeza roja’, haciendo referencia al color en le que se pintaban las tapas de distribución de los coches de carreras de aquella época. En 1991 el Tesatrossa dejó de producirse para dar paso a su sustituto, el 512 TR.
La carrocería fue diseñada por Pininfarina, consiguiendo romper los moldes estéticos de aquella década. La canalización de aire y la gigantesca parte posterior fueron los distintivos de este modelo, que aunaba funcionalidad y diseño en cada una de sus versiones. Además de sus llamativas puertas de estilo ‘ala de gaviota’.
¿Por qué supuso tal impacto estas dos características? El interior de su predecesor, el Ferrari BB 512i, era un auténtico horno, debido al radiador, el cual estaba montado en la parte delantera, lo que provocaba que las canalizaciones de agua pasasen por debajo del habitáculo, esto unido a que no disponía de aire acondicionado.
Pininfarina solucionó este problema colocando dos radiadores más pequeños en la parte delantera, con lo que el aire era canalizado hasta los radiadores. En algunos países las tomas laterales debían ir protegidas por rejillas y para poder eludir este problema, la marca diseñó branquias laterales, a día de hoy insignia del Ferrari Testarossa.
Pininfarina también redujo la distancia del suelo y del fondo del Testarossa, completamente plano, ejerciendo el conocido ‘efecto suelo’.
No podemos hablar del Testarossa sin hablar del motor, toda una novedad para la época. Su boxter de 12 cilindros evolucionado acabó convirtiéndose en el motor más potente que se había montado en un vehículo de producción. Este modelo fue toda una innovación tecnológica, todo un Fórmula 1 cubierto, con matrícula.
La aceleración de nuestro protagonista es brutal, sobre todo para la época, de 0 a 100 km/h en 5,8 segundos. El peso oficial en seco es de 1.506 kg.
En cuanto al precio, este ha variado a lo largo de los años y países. El precio oficial de salida de Londres fue de unos 83.350 dólares.
Hoy en día, debido a su estatus icónico y a la demanda de coleccionistas, los precios de los Testarossa bien conservados pueden oscilar entre 100,000 y 250,000 dólares, dependiendo del estado y la rareza del modelo.
