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Roland Pérez, sobre el viajero más selecto de Menorca: «Valora el lujo que se percibe más que el que se exhibe»

Roland Pérez, sobre el viajero más selecto de Menorca: «Valora el lujo que se percibe más que el que se exhibe»
(Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)
Ana Márquez
  • Ana Márquez
  • Mi sueño era convertir mi pasión en profesión, y lo conseguí. En cuanto terminé la carrera de periodismo entré en el mundo editorial y no he parado de escribir sobre moda, belleza, cine y estilo de vida para importantes cabeceras como COOLthelifestyle. Me encanta aprender y enseñar, tanto que soy docente de Periodismo Digital y Redes Sociales en Condé Nast College. Y como curiosidad, añadir que soy imagen de una crema facial de una conocida marca y es posible que me encuentres en algún 'beauty stand'.
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Hubo un tiempo en que Menorca era la hermana discreta de las Baleares. Mientras Mallorca abría sus puertas al turismo de masas e Ibiza brillaba en el radar internacional con su cultura clubbing, Menorca se mantenía en una dimensión aparte: más salvaje, más íntima, más protegida. Tal vez por eso la eligieron en su día personajes como Joni Mitchell, que encontró aquí su particular paraíso de calma, o el escritor Gerald Durrell, que convirtió la isla en telón de fondo para sus reflexiones sobre la belleza natural. Y tal vez por eso, hoy, Menorca es sinónimo de un nuevo lujo: más sensato, más emocional, más conectado con lo esencial.

Menorca es el refugio elegido por quienes saben que el verdadero lujo es pasar desapercibido. Ana de Armas y Tom Cruise lo saben bien.

Ese nuevo paradigma tiene un nombre propio: Villa Le Blanc Gran Meliá, fue el primer hotel cinco estrellas gran lujo de la isla, una joya blanca a orillas del Mediterráneo que redefine lo que significa alojarse con elegancia y conciencia. «El lujo hoy se aleja de lo superfluo para adentrarse en lo auténtico, en lo emocional y lo experiencial», explica su director, Roland Pérez, con la serenidad de quien sabe que está dirigiendo no sólo un hotel, sino una declaración de intenciones. «Consiste en anticiparse a las necesidades del huésped y ofrecer momentos de calma, privacidad y conexión con el entorno».

Roland Pérez, sobre el viajero más selecto de Menorca: «Valora el lujo que se percibe más que el que se exhibe»
Roland Pérez, director del hotel. (Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)

«El viajero que elige Menorca busca autenticidad, belleza natural y un ritmo más pausado»

En Menorca, la naturaleza sigue marcando el ritmo. El sonido del viento en los pinos, el azul imposible de calas como Macarella o Mitjana, el pan con sobrasada del horno de pueblo. No es un destino que se conquiste, sino que se descubre, o más bien, que se deja descubrir. «El viajero que elige Menorca busca autenticidad, belleza natural y un ritmo más pausado. Nosotros respondemos con una experiencia que celebra la cultura local, una arquitectura integrada en el paisaje y una gastronomía de kilómetro cero», resume Pérez.

La experiencia Villa Le Blanc (que no en vano toma su nombre de la pureza) se vive casi como una coreografía sutil: líneas arquitectónicas que se mimetizan con el horizonte, interiores luminosos y silenciosos, detalles que no gritan pero acarician. El lujo, aquí, es casi invisible. «El viajero actual valora el lujo que se percibe más que el que se exhibe. Proponemos un lujo silencioso, emocional y consciente», insiste su director.

(Foto: Villa Le Blanc)
(Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)

«Hemos demostrado que sostenibilidad y lujo no sólo no son incompatibles, sino que se enriquecen mutuamente»

Construido con criterios de sostenibilidad y emisiones netas cero, Villa Le Blanc es pionero en un modelo que hasta hace poco parecía impensable: combinar confort cinco estrellas con compromiso ambiental. «Hemos demostrado que sostenibilidad y lujo no sólo no son incompatibles, sino que se enriquecen mutuamente. Utilizamos energías renovables, sistemas de reutilización de agua y materiales respetuosos sin comprometer el diseño ni la excelencia en el servicio», dice Pérez.

Es, en definitiva, una nueva manera de viajar. Una que honra lo local y que no pretende domesticar el paisaje, sino habitarlo con respeto. «Desde el primer día, Villa Le Blanc ha querido formar parte del equilibrio que Menorca ha sabido preservar. No buscamos crecer a cualquier precio, sino aportar valor y proteger el alma del destino».

«Apostamos siempre por chefs de prestigio y una gastronomía de alto nivel… es un homenaje a la cocina menorquina y mediterránea»

Y si hay algo que habla el lenguaje del lugar, es la cocina. En los restaurantes S’Amarador Villa Le Blanc, Saó y Nivi, la mirada está puesta en el mar, en la tierra, y en los productores de la isla. «Elevamos el producto local con creatividad y respeto por la tradición, ofreciendo una experiencia culinaria alineada con los valores del hotel», explica Pérez. El resultado es una gastronomía sensible, elegante y profundamente sensata, donde cada plato dialoga con la identidad menorquina.

Hotel Menorca
(Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)

«No existe mayor éxito para Villa Le Blanc como ser embajadores de Menorca en el exterior y anfitriones de nuestros visitantes internacionales»

¿Qué mide el éxito de un hotel así? No sólo los datos de ocupación (aunque los tiene). «El verdadero éxito se mide en la huella emocional que dejamos en nuestros huéspedes. Cuando alguien se despide diciendo que ha vivido algo único y que se ha sentido cuidado, sabemos que hemos cumplido», afirma su director.

«No existe mayor éxito para Villa Le Blanc como ser embajadores de Menorca en el exterior y anfitriones de nuestros visitantes internacionales, que cada temporada escogen Menorca y Villa Le Blanc como una extensión de su hogar para disfrutar de sus vacaciones».

Hotel Menorca
(Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)

Villa Le Blanc ya es un icono del nuevo lujo. Uno que no necesita ostentar para impresionar, porque ha comprendido algo esencial: el futuro de la hospitalidad está en la armonía con el entorno y la autenticidad cultural. «Queremos seguir liderando un modelo de turismo consciente, comprometido con la sostenibilidad, el bienestar y la calidad. Creemos que es posible elevar el estándar del turismo de lujo sin perder de vista lo más importante: proteger lo que hace única a esta isla».

Y así, Menorca (la isla callada, la que siempre fue fiel a sí misma) se ha convertido en el destino más deseado por quienes saben que el verdadero lujo es, en realidad, volver a lo esencial. «Hemos visto cómo los huéspedes han convertido Villa Le Blanc en un icono del nuevo lujo en Menorca, un lujo silencioso, que marca un antes y un después en el destino de Menorca».

Hotel
(Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)

«El verdadero lujo estará en ofrecer experiencias irrepetibles, responsables y plenamente conectadas con el alma de esta tierra»

Cuando se le pregunta por el porvenir del turismo de lujo en Menorca, Roland Pérez no duda. Su visión es clara, comprometida y profundamente enraizada en la esencia de la isla: «Imagino un futuro donde la hospitalidad de lujo en Menorca se defina por su armonía con el entorno, y por una autenticidad cultural, gastronómica y social que no se disfraza, sino que se celebra. El verdadero lujo estará en ofrecer experiencias irrepetibles, responsables y plenamente conectadas con el alma de esta tierra», afirma con convicción.

Hotel
(Foto: Villa Le Blanc Gran Meliá)

Ese horizonte no es utópico: es la brújula que guía cada paso de Villa Le Blanc. «Queremos seguir siendo un referente, liderando un modelo de turismo consciente, que pone en valor la sostenibilidad, el bienestar y la excelencia como pilares irrenunciables. Desde el primer día, hemos sido fieles al espíritu de Meliá Hotels International, combinando innovación con un profundo respeto por el paisaje, la cultura y la gente de Menorca. Porque sí, es posible elevar el estándar del lujo sin perder de vista lo más importante: proteger lo que hace única a esta isla».