Gastro

Los 11 restaurantes imprescindibles de Menorca: entre langostas, queso y vistas de postal

(Foto: En Caragol)

Agosto en Menorca huele a higos maduros, a salitre y a calas escondidas tras caminos de tierra. La isla bulle, pero sin perder ese aire pausado que la distingue de su hermana mayor, Mallorca. Aquí, lo auténtico y lo trendy no se excluyen, y eso se refleja también en su gastronomía. Desde locales frente al mar que parecen sacados de una postal mediterránea hasta casas de campo reconvertidas en templos de cocina slow, la escena culinaria menorquina está en su mejor momento. Estos son los restaurantes de Menorca que pisamos este verano si queremos comer —y vivir— bien en Menorca.

Nonna Bazaar

En una finca de 400 hectáreas, al oeste de la isla, se esconde uno de los hotspots más comentados de la temporada. Nonna Bazaar es mucho más que un restaurante: es atardecer, música, diseño, fuego, cócteles y cocina en estado salvaje. El entorno rural, rodeado de olivos y muros de piedra seca, da paso a una experiencia que combina gastronomía mediterránea con espíritu cosmopolita. ¿La carta? Productos locales con sabores del mundo: pizzas de masa madre, verduras a la brasa, pescados enteros sobre el grill.

(Foto: Nonna Bazaar)

Torralbenc

Elegancia rural y cocina con mayúsculas en uno de los hoteles más exclusivos de Menorca. Torralbenc combina arquitectura tradicional y vanguardia en un entorno de viñedos y campos de lavanda. Su restaurante ofrece una carta refinada con mucho producto local: verduras ecológicas, arroces melosos, pescado salvaje, mariscos, quesos de la isla. Las mesas exteriores, entre buganvillas y silencio, invitan al deleite. Perfecto para una cena romántica o una ocasión especial.

(Foto: Torralbenc)

Café Balear

Un clásico imprescindible. Café Balear es sinónimo de pescado fresco, caldereta de langosta y ambiente portuario. Su flota propia de barcas garantiza producto del día, y eso se nota en la carta: calamares, rape, cigalas, gambas rojas… La terraza, con vistas al puerto antiguo, es un espectáculo a cualquier hora, pero especialmente al anochecer. Hay que reservar con antelación, pero merece cada minuto de espera.

(Foto: Café Balear)

Binifadet

Una de las bodegas más bonitas de la isla también tiene restaurante. Binifadet es sinónimo de vino menorquín (sus blancos y rosados son un must en verano), pero también de platos frescos, sencillos y sabrosos: ensaladas de burrata, carpaccios, tartares, pastas suaves, panes caseros. Todo servido en un jardín cuidado al milímetro, entre parras y esculturas. Ideal para una comida tranquila o una cena bajo las estrellas. Uno de nuestros restaurantes favoritos de Menorca.

(Foto: Binifadet)

Smoix

A las afueras de Ciutadella, en una antigua fábrica de calzado, Smoix sorprende con una cocina creativa, refinada y sin estridencias. Su chef, Miquel Sánchez, construye platos contemporáneos a partir del producto menorquín: pescados azules, embutidos, hierbas silvestres, frutas de temporada. El menú degustación es una experiencia gastronómica sin artificios. El espacio mezcla madera, hierro y luz natural con mucho acierto.

(Foto: Smoix)

Cova d’en Xoroi

No es un restaurante al uso, pero sería un crimen dejar fuera este lugar. Cova d’en Xoroi es una cueva convertida en bar musical y mirador sobre los acantilados del sur. Desde aquí, las puestas de sol son de otro planeta. Sirven cócteles, vinos y algunas tapas, pero lo importante es la experiencia: música chill, brisa marina y una copa mientras el sol se hunde en el Mediterráneo.

(Foto: Cova d’en Xoroi)

Can Vermut

Menorca también tiene su lado canalla, y Can Vermut lo celebra con vermuts caseros, tapas de autor y buen ambiente. Pequeño, desenfadado y con sabor auténtico. Aquí se viene a compartir: croquetas de calamar, patatas bravas con alioli de sobrasada, mejillones al vapor con limón. Siempre hay buen ambiente y alguna sorpresa fuera de carta. Ideal para una cena informal antes de salir por el centro.

(Foto: Can Vermut)

Santa Ponsa

Ubicado en una antigua casa señorial del siglo XVII restaurada con mucho mimo, el restaurante Santa Ponsa ofrece una cocina refinada en un entorno de cuento. Su jardín iluminado, rodeado de lavanda y velas, parece sacado de una película. La propuesta es fresca, creativa, con platos como raviolis de queso de Mahón, pargo al horno con mojo verde o tartas caseras de fruta. Se agradece el equilibrio entre sofisticación y sencillez.

(Foto: Santa Ponsa)

Es Cranc

Un templo de la caldereta de langosta, con fama más que merecida. Es Cranc es todo un clásico en Fornells, frecuentado tanto por familias locales como por políticos y celebrities que llegan en barco. La caldereta es gloriosa, pero también hay que probar los calamares a la menorquina o el arroz caldoso con marisco. El interior es rústico y auténtico, y el servicio, como el de toda la vida: profesional y sin artificios. Uno de los restaurantes en Menorca que hay que visitar una vez en la vida.

(Foto: Es Cranc)

Tast

Una opción más discreta pero tremendamente sabrosa. En el interior de la isla, Tast es un restaurante pequeño con mucho encanto, ideal para quienes buscan algo más local y menos turístico. El menú se basa en cocina menorquina tradicional con toques modernos: escabeches, carnes a baja temperatura, embutidos artesanos. Excelente carta de vinos baleares. Un descubrimiento que suele quedarse en la memoria de quien lo prueba.

(Foto: Tast)

En Caragol

Uno de los restaurantes de Menorca con ubicación privilegiada, en el acantilado de Cala en Porter, En Caragol. Es un restaurante de cocina tradicional menorquina con vistas inmejorables. Su especialidad son los caracoles (como su nombre indica), pero también triunfan los arroces, el pescado al horno y la ensalada de langosta. La terraza sobre el mar es de las más espectaculares de la isla. Perfecto para una comida larga y sin prisa.

(Foto: En Caragol)