La empresa gallega que vende millones de polvorones en todo el mundo: «Las recetas son centenarias»
En Navidad hay sabores que no necesitan presentación. Basta con oler la mezcla de almendra tostada, manteca y azúcar para que la memoria haga su trabajo: sobremesas familiares, mesas amplias, papelitos arrugados y ese instante inevitable en el que alguien dice «venga, el último…». En ese imaginario colectivo el polvorón ocupa un lugar privilegiado y, detrás de muchos de ellos, hay una familia que lleva casi dos siglos amasando tradición: la familia Galicia, responsables de Dulces El Toro, una de las marcas artesanas con más arraigo de nuestro país.
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Para hablar de historia, presente y futuro de este dulce tan español, y tan navideño, hemos entrevistado a Álvaro Galicia, responsable de la marca de la sexta generación de pasteleros. Una empresa que nació en el siglo XIX en Tordesillas y que hoy sigue creciendo sin perder su esencia.
El polvorón que viaja entre generaciones
«Mi tataratatarabuelo, Melitón Galicia, fue quien inició esta andadura», recuerda Álvaro. «Desde entonces, las recetas centenarias han ido pasando de generación en generación, adaptándose a cada época sin perder su identidad». Hoy, Dulces El Toro vive un momento de expansión: nuevas tiendas, mayor capacidad productiva y una marca que ya trasciende Valladolid para hacerse un hueco en todo el país.
Un dulce con identidad española
Cuando le preguntamos qué hace al polvorón tan especial, Álvaro no duda: tradición, sabor y memoria. «Hay un arraigo cultural muy fuerte. El polvorón es un dulce muy de aquí», explica. «Es uno de los productos más consumidos de la Navidad, aunque intentamos que se consuma todo el año porque realmente es un producto que lo permite».
«Hay un arraigo cultural muy fuerte. El polvorón es un dulce muy de aquí»
Aun así, admite que su estacionalidad sigue siendo marcada: «El polvorón continúa muy ligado a estas fechas. El turrón ha logrado abrirse camino fuera de la campaña, pero el polvorón sigue siendo un dulce muy navideño. Nuestro esfuerzo va orientado a desestacionalizarlo poco a poco».
Del amasado manual a la tecnología que respeta lo artesano
175 años dan para muchos cambios. También en la forma de elaborar un polvorón. «La evolución ha sido enorme, sobre todo en la parte manual», cuenta Álvaro. «Hoy en día nos apoyamos en maquinaria de envasado y soluciones tecnológicas que nos permiten producir más cantidad en menos tiempo, pero sin perder la esencia artesanal. La máquina ayuda, pero la receta, el control y la forma de trabajar siguen siendo artesanales».
Un consumo que cambia… pero no tanto
Aunque el sector de los dulces navideños está relativamente estable, Dulces El Toro vive un crecimiento constante. «Ganamos cuota todos los años, pero es cierto que el sector en general está bastante estancado», explica. «Eso sí, el polvorón ha crecido más que el turrón en estos últimos años, aunque empieza a tener su techo de cristal».
«El polvorón ha crecido más que el turrón en estos últimos años, aunque empieza a tener su techo de cristal»
Ese freno obliga al sector a innovar. «El polvorón ha perdido parte del arraigo que tenía, por eso están apareciendo nuevas variedades y propuestas. Igual que ocurrió con el turrón, que ahora tiene mil formatos, el polvorón va por el mismo camino: nuevas versiones, nuevos sabores, nuevas ideas».
¿Y cómo se ve desde fuera de España el polvorón?
Vender un polvorón fuera no es fácil. No hay traducción perfecta. «¿Cómo lo describes? ¿Es una galleta? ¿Es una pasta? Está a medio camino», admite Álvaro entre risas. «Es un producto muy español y cuesta explicar su textura mantecosa, terrosa, tan distinta».
La clave, asegura, es probarlo. «En Europa funciona muy bien, están más acostumbrados a este tipo de dulces. En Estados Unidos cuesta más que lo entiendan y que les guste. En Latinoamérica pasa lo contrario: tienen productos muy similares y lo acogen con naturalidad».
¿Lo consumen los jóvenes? Sí, cada vez más
Una de las preguntas clave es si las nuevas generaciones lo siguen comprando. Álvaro responde con firmeza: «Hay mucha tradición familiar: son los padres o los abuelos quienes suelen comprar los polvorones para la Navidad». Pero añade que algo está cambiando.
«Nos estamos acercando al público joven, con nuevas fórmulas, nuevos formatos y comunicación más fresca. Cuando un joven piensa en dulces navideños, piensa en turrón porque ha visto un montón de variedades. El polvorón empieza ahora ese mismo camino».
El polvorón estrella… y las nuevas propuestas
Entre todos los productos, hay un rey absoluto: el Polvorón El Toro. «Es el que nos ha dado la fama», afirma. «Aún tiene mucho recorrido por delante, pero la marca ya es reconocida y cada vez genera más interés».
A su alrededor, Dulces El Toro ha construido un universo dulce:
- El Torito de chocolate
- Polvorón de almendra
- La nueva versión de aceite de oliva, una de las grandes novedades
- Nuevas pastas pensadas para consumir todo el año
- Panettone
- Una pasta de mazapán tradicional que se usa para hacer sopa de almendra, una receta antigua que quieren rescatar
«Nos gusta traer cosas que se consumían antes y mantener vivas recetas que no queremos que se pierdan», explica Álvaro.
«Nos gusta traer cosas que se consumían antes y mantener vivas recetas que no queremos que se pierdan»
175 años de historia… y sólo es el principio
La marca celebra aniversario y lo hace con la mirada puesta en el futuro. Más tiendas, más innovación y un mensaje claro: el polvorón no es sólo para Navidad.
«Queremos que la gente lo disfrute todo el año», insiste. Y, escuchándole, no parece una misión imposible. Al fin y al cabo, pocas cosas unen tanto como un dulce que lleva casi dos siglos viajando de mesa en mesa.
Dulces El Toro no sólo vende polvorones. Vende tradición, memoria y ese gesto tan español de romper un polvorón entre los dedos antes de llevarlo a la boca. Y eso, en estas fechas, o en cualquier otra, sigue siendo pura magia.