La escapada de Navidad perfecta tiene que tener los componentes perfectos para que sea algo idílico. Francia tiene una elegancia característica y los hoteles que se encuentran en el campo, tienen un encanto propio. Para crear recuerdos hay que ir a un lugar que nos ayuden a generarlos y hemos encontrado el rincón perfecto, Domaine de Primard. Esta villa, con fuerte carácter francés, pertenece a una de las grandes musas del cine galo, Catherine Denueve, cuya casa familiar se ha convertido en un impresionante hotel de lujo, donde puedes alojarte y cenar en un restaurante de estrella Michelin.

El château tiene un pasado histórico, pues el rey Enrique II mandó construirlo para que Diana de Poitiers tuviera una propiedad en la actual región francesa de Normandía, a menos de dos horas de París. Domaine de Primard fue el refugio de la legendaria actriz francesa durante 35 años. Aquí se olvidaba del mundo cuando cuidaba su jardín y alimentaba a sus queridas gallinas. Catherine Deneuve disfrutaba de esta casa los fines de semana y las vacaciones y también crió a sus dos hijos, que también han seguido su pasión por el cine y la interpretación, Christian Vadim y Chiara Mastroiani.


Su pasión por esta villa era absoluta, pero en el año 2018, la actriz la vendió por la cantidad de 3,9 millones de euros, a una pareja que lo convirtió en su casa de campo, pero poco después Guillaume Foucher y Frédéric Biousse han realizado varias reformas para convertirlo en el imponente Domaine de Primard, un hotel que se ha unido a la colección de Relais & Châteaux.


El hotel de 5 estrellas mantiene el chic de Catherine Deneuve en detalles de decoración, como el papel pintado del despacho o la gran chimenea de la cocina. La armonía formada por la casa, sus estructurados jardines y la naturaleza salvaje de los alrededores, animada por el agua, crea un universo de poesía. Sus más de 40 hectáreas a orillas de los meandros del río Eure permiten un agradable retiro lejos del frenesí del cine. A Denueve le costó vender su casa de campo, pero los nuevos propietarios se comprometieron a mantener el alma de la propiedad.



Su interior tiene una herencia del siglo XVIII, una decoración contemporánea que rompe con el clasicismo, a través de sus colores pastel, dominados por el verde celadón, guiños ornamentales, objetos chinés y detalles que aluden a la vegetación que le rodea. Combinan dibujos del siglo XVIII, grabados de rosas, fotografías y e ilustraciones de artistas contemporáneos y piezas de las grandes artistas, como Pierre Frey, la Faïencerie de Gien, o Louis Drucker.


Dicen que es el lugar perfecto para sumergirse en la naturaleza y sus jardines alaban esta teoría. Diseñados hace más de 30 años por el paisajista Jacques Wirtz, autor de los jardines del Carrousel del Louvre y del jardín de las Tullerías de París, creó un cuidado paraíso vegetal de árboles centenarios, prados, parterres de flores, huerta e invernadero, amén de sus más de 250 variedades de rosas, capricho de la mismísima Catherine Denueve, que ahora disfruta este hotel.



Conserva lo esencial, creando un lujo discreto, con una gastronomía llevada por un equipo que sigue las líneas de la excelencia. Sus menús de almuerzo, o de cenas en 5 o 7 servicios, deleitan los paladares en un sorprendente desfile de platos, ligeros y sabrosos como berenjena, tomate, ciruela, judías, coco, sepia y alga. Para sublimar el paladar, su sommelier Louis Muller busca la perfección, y la alquimia continúa con la chef pâtissière Iris Fumey, que sirve deliciosos postres como higo, endrina y hoja de higuera o chocolate, café y lenteja. Todo ello siempre servido desde los huertos colindantes a la finca.


Este hotel es un ejemplo de excelencia, dedicación y delicadeza, al servicio de todos sus huéspedes y personas que lo quieran visitar para disfrutar de una exquisita gastronomía francesa, sin perder la esencia de la diva del cine francés Catherine Denueve.

