Existe un fenómeno en torno a determinadas ubicaciones que hace que parte de su historia se desarrolle alrededor del cine y sus figuras. Lo llamamos la filmosfera y engloba a todas esas ubicaciones que han sido emblemáticas entre Hollywood y sus actores, dentro y fuera de la pantalla. Bien sea dando vida a universos ficticios a través de sus espacios o sirviendo de acogida para las estrellas que dan vida a sus personajes en la vida real. Entre todo el encanto del sur Italiano, cerca de la Costa Amalfitana, uno de los puntos turísticos más codiciados, se encuentra uno de los secretos mejor guardados: Ravello. La pequeña población ubicada en Salerno encierra el Hotel Villa Cimbrone, uno de esos lugares de ensueño, a vista de la filmosfera, ¿quieres conocerlo?
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El Hotel Villa Cimbrone es un lugar de ensueño. Un escondite mediterráneo que data del siglo XI que ha servido de refugio, de lugar de desconexión a personajes completamente adversos a lo largo de su historia. Desde los integrantes del Grupo Bloomsbury (denominados así a una asociación de escritores, artistas y críticos británicos que configuraron uno de los mayores clubs intelectuales del siglo XX) hasta figuras como Greta Garbo.
Ha sido escenario de super carteleras de Hollywood, entre ellas, Wonder Woman (2017), donde su Terraza Infinita hace de mirador de Themyscira, la mítica isla hogar de las amazonas. En el otro lado, el de la vida real de los actores, encontramos la parte más personal de esta ubicación. ¿Alguna vez habías escuchado el síndrome de Greta Garbo? Hace referencia a cuando los actores deciden alejarse de la vida pública y la presión mediática. Este nombre hace honor a la icónica actriz, ganadora de un Óscar honorífico, Greta Garbo, quien eligió precisamente el Hotel Villa Cimbrone como uno de sus lugares de escapada durante los años 30. Recalificando y construyendo el mito en el que se ha convertido actualmente.
Cinco generaciones de la familia Vuilleumier se han encargado de este hotel. Su historia se remonta hasta los años 69, cuando Marco Vuilleumier fue contratado como curador. Treinta años después, en la década de los 90, la gestión del complejo pasó a heredarse, generación tras generación.
Toda la villa encarna la sofisticación y el imaginario de la aristocracia de principios del siglo XX de Lord Grimthorpe. El noble británico fue quien reconstruyó la propiedad, inspirado por sus viajes. Los espacios interiores y exteriores están perfectamente integrados entre sí, siguiendo un estilo medieval, propio de un palacio. Su fachada exterior de piedra convive de forma casi orgánica con el paisaje abrupto que deja el acantilado en el que se encuentra.
Elementos originales restaurados de la villa conviven así con las privilegiadas vistas de la villa. Precisamente estas vistas hacen de sus jardines un edén ubicado frente al mar. Dispone de unas vistas inigualables al Golfo de Salerno, aunque su punto más distinguido es la icónica Terraza Infinita. Sobre todo porque para llegar hasta ella hay que cruzar la Avenida de la Inmensidad, un camino rodeado de cipreses que culmina en una elegante terraza vigilada por bustos romanos. Tal es su encanto que actualmente sus jardines exteriores están abiertos al público externo por un precio de 7 euros.
Paseando por el interior de Hotel Villa Cimbrone, sus huéspedes caminan entre una galería de obras de arte, frescos y muebles de anticuario que se articulan entre sus 19 habitaciones. Con especial mención al Salón de los arcos, representativo por sus techos abovedados. En este punto precisamente podemos ver la influencia de la mezcla cultural del Mediterráneo, con arcos apuntados y ornamentaciones que reflejan influencias góticas y, en menor medida, moriscas. Se trata de uno de los rincones más especiales del conjunto que sirve de espacio de celebración de eventos, como bodas.
Con una estrella Michelin, el Hotel Villa Cimbrone configura a su vez una oferta culinaria que reafirma su fama como uno de los mejores hoteles de la zona. Il Flauto di Pan, restaurante galardonado, interpreta los sabores de la cocina tradicional italiana en base a un completo respeto por el producto, que se traduce en un viaje a través de los aromas costeros en cada plato. Junto a él, Mediterráneo es la segunda propuesta del hotel, ideal para quienes quieran degustar platos en los que el producto es el rey de la carta. En cuanto a ubicación, destaca Il Balcone di Lucille, junto a la Terraza Infinita, que permite disfrutar de un cóctel con las vistas del complejo como telón de fondo.