Una de las mejores épocas de la ciudad de París fue, precisamente, la Belle Époque. Periodo comprendido entre el inicio de la guerra franco-prusiana de 1870 y la Primera Guerra Mundial, hubo una auténtica revolución en la sociedad de la época. Y en París, por supuesto, se vivió. Se empezó a ensalzar el capitalismo, hubo grandes avances en la ciencia, hubo grandes transformaciones en el mundo de la moda… París estuvo en ebullición. Precisamente en este periodo de la historia se inspira la Maison Proust, un nuevo hotel de lujo en la Ciudad de la Luz. En el tercer distrito, en pleno Le Marais.
Pasillos tapizados en cuero cordobés, luces tenues, terciopelo… La Maison Proust en uno de esos hoteles que no deja indiferente a nadie. Sobre todo porque está inspirado en Marcel Proust, novelista y crítico francés, uno de los grandes escritores parisinos de la época. «Cada planta está inspirada a un tema, pero todo está relacionado con el universo de Proust. Por ejemplo, las tres primeras plantas están ligadas a las personalidades de la vida parisina, la cuarta planta son pintores, la quinta a escritores, y la última, única y exclusivamente a Proust» nos explican desde la Maison.
¿Y por qué la Belle Epoque como inspiración? Porque desde que entras a la Maison Proust, invitan a dedicarse a la contemplación, a la observación, a vivir el momento. El cambiar de escenario, el viajar a otra época, lo pone todo mucho más fácil. Sobre todo en un momento en el que a pesar de que había una revolución, todo iba mucho más lento que ahora. Para lograr este efecto han hablado con el diseñador Jacques García, uno de los mejores de París, con trabajos en rincones como Tokyo, Los Ángeles, Marrakech, Doha… ¿Y por qué él? Porque su estilo es atemporal, siempre busca el refinamiento sin seguir las modas.
Los dueños de Maison Proust, Sylviane Sanz y Yoni Aïdan, han contado con él porque querían que hubiera piezas reales de la época: desde una carta real de Marcel Proust a la princesa Soutzo, obras de Giovanni Boldini, León Bonnat, Eduardo Leon Garrido, Jean Béraud, Jean Cocteau... Incluso hay un retrato del propio escritor realizado por Aymer de la Chevalerie.
En sus 23 habitaciones, en las que encontramos maravillosas suites, se respira el espíritu de Proust y de la época en cada rincón. También en su magnífico spa -con productos de La Mer, por cierto-, en su bellísimo lobby… En cada lugar de esta magnífica maison. Porque de eso se trata, de trasladarnos a otra época. De ser conscientes de que estamos en París, pero el París de finales del siglo XIX y principios del XX.
