Con la llegada del solsticio de verano, la geografía española se tiñe de ritos y tradiciones. Viajamos hasta Menorca para descubrirte cómo se vive San Juan en esta isla, donde los majestuosos caballos mallorquines, los caixers y cavallers, ataviados en sus trajes tradicionales, hacen de esta fiesta una experiencia extraordinaria que, al menos, hay que vivir una vez en la vida. Y para completarla, te damos algunas direcciones a tener en cuenta para que disfrutes de la hospitalidad mediterránea más allá de las calles de Ciudadela. Desde restaurantes a hoteles, pasando por alguna que otra bodega.
Esta tradición se remonta siete siglos atrás, cuando San Juan se celebraba con una romería, recorriendo el camino de Ciudadela a la ermita de Sant Joan de Missa a lomos de caballos. Aunque los días grandes son el 23 y 24 de junio, el domingo 16 es el Dia des Be, arrancando así el comienzo de las fiestas.
Hoy en día, parte fundamental de estas fiestas es la Junta de Caixers, un grupo de personas representantes de la antigua sociedad estamental menorquina; es decir, la nobleza, la iglesia, artesanos y comerciantes, y campesinos. Los demás jinetes participantes reciben el nombre de cavallers, quienes con sus caballos de raza menorquina realizan juegos ecuestres y recorren las calles.
En medio de este ambiente festivo, Faustino Gran ofrece un refugio de tranquilidad y exclusividad en la misma Ciudadela. El hotel está formado por cuatro palacios y es el lugar perfecto para descansar después de las celebraciones. Ya sea porque desees alojarte en alguna de sus 41 suites, disfrutar de su spa o bien de una cena bajo las estrellas.
El restaurante, situado en el patio ajardinado, está a cargo del chef Matías Salvia quien apuesta por una cocina de producto de proximidad con toques de vanguardia. No te pierdas los ravioli de gamba roja.
Además del edificio principal, un palacio del siglo XVI, de visita obligada es Cal Bisbe y Can Llorenç, otras dos joyas arquitectónicas de reciente restauración dentro Faustino Gran. Ambos palacios comparten patio, donde descansa una piscina de ensueño con vistas privilegiadas a la catedral.
23 de junio: tradición, lujo y relax
El 23 de junio, víspera de San Juan, en Menorca es cuando empieza la fiesta grande. A las 14.00 h. en el palacio del Caixer Senyor, el Flabioler (flautista) pide permiso para empezar el repliege de caballeros y arrancan los llamados caragols, que es cuando los caballos comienzan a pasear por la calles de Ciudadela.
Si quieres alejarte del bullicio de la ciudad, muy recomendable es ir a Casa de Pau, un nuevo country club en mitad de la naturaleza a escasos metros de cala Fontanella, donde las aguas turquesas eclipsan al mismísimo sol. Eso sí, ten en cuenta que sólo sirven comidas y están abiertos hasta las 17.00 h. Aquí puedes comer a la brasa, bañarte en su piscina, tomar el sol, almorzar, pasear por la finca entre olivos…
24 de junio: el atardecer perfecto de Menorca
El 24 de Junio, el día de San Juan, la fiesta comienza a las 8:00 h y se celebran, además de varios actos protocolarios, los juegos ecuestres conocidos como los Juegos del Pla. La fiesta termina de madrugada, después del caragol de Santa Clara y el último toque de flauta en el palacio del Caixer Senyor.
Tras disfrutar del ambiente de Ciudadela, nada mejor que coger las maletas y buscar un lugar mucho más tranquilo en Menorca, lejos de las festividades de San Juan. Al sur de la isla encontramos un auténtico paraíso que acaba de abrir sus puertas. Se trata de Cap Menorca, un hotel boutique con impresionantes vistas al mediterráneo, pues se encuentra en un acantilado, en Son Bou, a pocos pasos de Cala Llucalari. Desde aquí los atardeceres son increíbles.
Otro Relais & Châteux de tan sólo 15 suites, cada una con su piscina privada y una decoración única. En nuestra visita, pudimos conocer al propietario y fundador de Mare e Terra, Laurent Morel-Ruymen, quien nos descubrió que el proyecto les ha llevado más de diez años poner en marcha. «Aún nos quedan por perfilar algunas cosas, pero quien venga este verano disfrutará de toda nuestra hospitalidad», señala.
En el siglo pasado, este lugar funcionó de base militar y aún se conservan antiguos restos, incluidos los caños de la época, que son dignos de ver. Un espacio de 30 hectáreas donde pasado y presente se dan la mano. Tras una exhaustiva reforma se presenta como un pueblo de villas independientes.
Morel-Ruymen nos explica que para él la hospitalidad es hacer la película soñada de cada huésped. “Una vez que tenemos la mejor cama, el total black en la habitaciones, la calidad de todos los textiles y el mejor destino que se puede tener, se consigue una experiencia inolvidable”.
Si aún tienes tiempo para seguir disfrutando de más atardeceres en la isla, toma nota: Artrutx Sea Club. Se encuentra en el faro de Cala’n Bosch, el segundo más antiguo de Menorca (inaugurado en 1895) y cuenta con una cocina mediterránea y una terraza de ensueño, con camas balinesas incluidas.
Tampoco debes perderte los atardeceres entre viñedos, también son seña de identidad de Menorca. En la bodega Binifadet tienen una terraza entre las vides donde probar algunos de sus grandes vinos.