Este 2021 ha surgido un nuevo concepto en el mundo de la gastronomía: el drunch. Un concepto que surge de la palabra drink -bebida- y la palabra lunch -comida- y que está cambiando el interior de muchos restaurantes los fines de semana. Termina la hora de la comida y se alarga la sobremesa con copas y cócteles mientras la música no deja de sonar. El plan de los fines de semana ya no es el brunch, es el drunch… Y está claro que es un concepto que ha llegado para quedarse.
Salvaje (Calle Velázquez, 96)
Es una de las grandes aberturas de 2020, y en 2021 es uno de esos sitios de moda en los que hay que reservar con antelación. Llegó el año pasado después de tener sedes en Bogotá, Miami y Ciudad de Panamá, y a finales de año puede que también abra sus puertas en Barcelona. Fermín Azkue, chef ejecutivo de Salvaje se encarga de dar de comer y cenar -temprano, claro- a aquellos que quieran probar su cocina, japonesa con un toque fusión. Eso sí, con pescados del Cantábrico, el Mediterráneo y el Atlántico -pulpo, lubina, percebes, gambas rojas, ostras…-, y otros productos de nuestra despensa nacional.
¿Qué pedir? Los rolls Dinamita -con relleno de cangrejo con mantequilla trufada-, sus nigiris, su dumpling de bogavante, carabineros a la robata con holandesa de yuzu o bacalao negro con emulsión umeboshui. Por supuesto, después del lunch… Llega la drink, y de ahí el concepto. En Salvaje pincha un Dj mientras cenas -y bebes un cóctel- y por las noches -ahora las tardes- el espectáculo está asegurado.
Zielou (Estación de Chamartín)
De Madrid al cielo, por eso te proponemos Zielou, en el ático de la Estación de Chamartín. Una propuesta gastronómica en la que se incluyen sesiones acústicas o espectáculos en directo. Zielou tiene una carta que se basa en la cocina española con influencias de todo el mundo, destacando la presencia thai y peruana. Entre las propuestas destacamos el tartar de salmón con guacamole y coco, el steak tartar de buey el taco de carrillera de ternera y crema agria o el solomillo del pobre con salsa española y brotes tiernos. Y para brindar, su exclusivo servicio de coctelería de la mano de Nicolás y Javier Maestro.
Tepic (Calle de Ayala, 14)
Para los amantes de la cocina mexicana, Tepic es una muy buena propuesta. Con las nuevas normas ahora en Tepic la barra es non stop, por lo que podemos alargar las comidas y las sobremesas con lo mejor de su coctelería mexicana. Para comer, y que empapen bien las bebidas, los panuchos yucatecos, las tostadas de tinga de pollo, las sopes de flor de calabaza, su aguachile de camarón o cualquiera de sus tacos -cochinita pibil, de tinga de pollo, con champiñones…-. ¿Un buen para convertir la comida en drunch? Una cata de tres tipos de mezcal con platillos para acompañar, como el guacamole o la flor de calabaza. Para todo mal, mezcal. Y para bien, también.
Aarde (Plaza de la Independencia, 10)
No es la primera vez que te hablamos de Aarde. Hoy lo incluimos porque es uno de los place to be de la capital. En la cocina tenemos a Giovanni Campoo Galea, que nos trae África a través de sus platos. En Aarde es posible viajar con el tenedor. ¿Uno de sus platos de estrella? La lasaña de chingulugu, que no puede faltar si deseamos reservar para el drunch. Uno de esos lugares donde el ambiente invita a la copa… Y en el que hay que quedarse horas para ver y dejarse ver.
Krápula (Calle de Jorge Juan, 27)
Es el restaurante con alma rockera de Jorge Juan. El segundo proyecto del Grupo Zoko se distingue de sus restaurantes vecinos por su personalidad gamberra, algo que se aprecia en la decoración, en la carta y por supuesto, en el ambiente. La decoración tiene el sello de Diego Leandri, que se inspira en la psicodelia propia de la estética de los 60.
En la carta, un producto muy actual, el atún. Un producto made in Cádiz que se mezcla con otros platos fusión que por cierto, este 2021 se han renovado. Las croquetas de chicharrones de Cádiz con caviar de queso payoyo, el serranito de ventresca de atún, los gambones al ajillo con oreja de atún, el carpaccio de picaña… Para brindar, para la sobremesa y para convertir la comida en drunch: más de 70 referencias en botellas de vino, mezcales, whiskeys y otros destilados y una carta de cócteles con el sello de Luis Inchaurragavan. ¿Apetece un cóctel con Bowie de banda sonora?
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