El cine es un arte que provoca sentimientos y puede infligir una infinita cantidad de sensaciones que atraviesan a los espectadores. En tus entrañas sientes ese silencio sosegado y en poco tiempo, y sin darte cuenta, estás frente a frente con la película. Ese momento de emoción que sucede cuando sabes que vas a ver una película digna de ganarse cada premio de la industria y te sumerges en una historia representada por grandes actores y actrices. Sentimientos a flor de piel cuando ves cómo la película te cautiva teniendo un momento a solas entre los dos. Esa es la sensación que provoca la nueva película de Penélope Cruz, Ferrari.
- Ferrari, Bugatti y Mercedes se coronan como los coches más caros en 2023
- El único Ferrari Testa Rossa sin restaurar del mundo cambia de dueño en una venta privada
Este largometraje gira en torno a las figuras atormentadas de Enzo Ferrari y su esposa Laura, quienes fundaron la empresa y escudería italiana Ferrari, ahora azotada por la bancarrota y cuya permanencia será determinada por la gran carrera de la Mille Miglia (mil millas a lo largo de Italia).
Ferrari lleva al espectador hasta 1957, cuando la factoría italiana, lejos de la gloria automovilística, pasaba por dificultades económicas, mientras que Enzo Ferrari arrastraba el trauma de la pérdida de su hijo Dino y mantenía una doble vida junto a su esposa Laura Garello y su amante Lina Lardi.
Así, adaptando el libro Enzo Ferrari: The Man, The Cars, The Races, The Machinede, Mann aspira a entrecruzar la dimensión profesional y la cara familiar del legendario piloto y empresario de Módena. Pero ahí es donde comienzan los problemas de Ferrari, ya que ninguna de esas dos películas dentro de la película termina de alcanzar una plenitud expresiva.
Todo sucede a través de una magnífica secuencia íntima, todo un himno a la dedicación automovilística y la pasión por el riesgo. La historia se sucede en las horas más bajas del empresario italiano cuando, lejos de la realidad actual, la empresa se encontraba en bancarrota y, por ende, en una situación de lo más complicada, así que se sumerge en una de las carreras más importantes del mundo con una oportunidad de salvar su futuro.
Es curioso porque, hace escasos días Penélope Cruz confesó que padece amaxofobia, un problema que sufren el 30% de los conductores en España. Es el miedo a conducir. El usuario, ante este tipo de situaciones y escenarios, sufre ansiedad y ataques de pánico cada vez que se pone delante de un volante o, incluso, cuando imagina o piensa que tiene que conducir. Todo esto sucedió a través del atropello que sufrió su hermana, Mónica, cuando eran pequeñas.
Al margen de este problema que padece, Cruz es una actriz de los pies a la cabeza y tiene una versatilidad increíble, la cual la ha demostrado interpretando a este complicado personaje. Ríe, llora y nos hace sentir el sufrimiento de Laura, nos crea una necesidad de entenderla y transmite todas esas sensaciones de forma impecable.
