Nacida en Santa Mónica en 1984, esta californiana ha logrado hacer eco en la prensa mundial por sus obras de frutas con piezas de joyería. Kathleen Ryan juega con estos elementos naturales para crear colecciones de arte que evocan la majestuosidad de los colores de la fruta pero, que a su vez, reivindican la importancia de comprar estos alimentos con consideración. Con el fin de denunciar la cultura de desperdicio de alimentos de nuestra sociedad actual.
‘Bad Fruit’, como se ha llamado la última muestra, es una exposición de frutas gigantes elaboradas con amatista o mármol y cuya elaboración lleva tras cada una de estas frutas unas 8 semanas de trabajo. El detalle que caracteriza esta iniciativa de la artista Kathleen Ryan es la delicadeza y el empleo de colores. Además de la colocación de las perlas que emulan a los insectos y a los hongos que aparecen en la fruta en el proceso de descomposición.
Belleza reflexiva
Así, un racimo de uvas, un limón, una sandía, y un melocotón, son, entre otros muchos tipos de frutas, algunos de los protagonistas a los que ha dado luz Kathleen Ryan en esta galería con sede en Nueva York.
Piedras semipreciosas y preciosas son las que hacen posibles estas esculturas de gran tamaño para hacernos reflexionar sobre la manera en la que cada uno de nosotros consumimos a diario los productos que necesitamos.
“Las esculturas son hermosas y placenteras, pero hay una fealdad y una inquietud que viene con ellas”, compartía la artista con el medio New York Times.
Es cierto que la fealdad en este caso se traduce a una belleza escultórica absoluta y muy llamativa que consigue con estas piezas. De este modo, se hace realidad la delgada línea que separa a lo más hermoso de lo antiestético colocando con esmero cada una de las piezas que consiguen crear frutas con las que pararse a pensar.
