Llega el momento de querer salir, disfrutar del buen tiempo, hacer mil planes, vestirse de color. Estamos en verano, y es un hecho que el buen tiempo y los jardines van de la mano. Esos paisajes familiares, cercanos y llenos de vida que nos ayudan a alcanzar la calma.
Esto lleva siendo así desde la época medieval, pasando por el Renacimiento y el Barroco, pero hay un momento en el que la idea de jardín se convierte realmente en un tema de contemplación: el Impresionismo. Es entonces, y a través de los movimientos de vanguardia como el postimpresionismo y el simbolismo, cuando muchos artistas reflejan esta maravillosa idea.
Marie Krøyer en el jardín de la Sra. Bendsen, de P.S. Krøyer
Marie Krøyer. Pintora danesa que realizó sus estudios en el taller de Puvis de Chavannes, donde conoció al que sería su marido Peder Severin. Bajo la influencia del Impresionismo, el matrimonio se retrataba mutuamente.
En esta obra se observa a Marie leyendo descuidada en una silla tras un exuberante rosal con un perro dormido a sus pies.
El estanque de nenúfares, de Claude Monet
En esta obra de Monet se refleja la creación real que hizo de un jardín en la granja que adquirió después de la muerte de su primera esposa, en Giverny.
Caminos llenos de lirios, un riachuelo y nenúfares. Un elemento clave en la obra de este artista.
Berthe Morisot fue una de las fundadoras del movimiento impresionista. En esta obra se ve una escena íntima, familiar. Probablemente los protagonistas sean su marido y su hija, sentados en un banco en el jardín.
Villa di Marlia, Lucca, de John Singer Sargent
Due uno de los retratistas más célebres de su tiempo. Esta obra refleja el jardín de Villa di Marlia, en el que artista pasea entre naranjos y una balaustrada con grandes esculturas.
Jardín, de Gustav Klimt
Las flores campestres y las margaritas son las protagonistas en este lienzo de Klimt. El efecto visual es el de un tapiz lleno de color.
El sueño de la granada, de Felice Casorati
Una joven duerme sobre un denso manto de flores y apoyada sobre un almohadón.
El jardín de Vaucresson, de Édouard Vuillard
El lienzo cuenta la historia de una mujer que pasea por el jardín de su casa en una mañana cálida y con ropa ligera. Alejarse de la casa por las veredas, entre los setos y las praderas de hierba. Los arbustos crecen, exuberantes, en la ladera. La mujer se detiene y se arrodilla para observar las flores.