Hace más de 15 años que empezó el sueño que es como un cuento de hadas. Un cuento, por descontado, con final feliz. Porque la emprendedora Ana María Chico de Guzmán continúa a día de hoy haciendo -con el mismo mimo y buen gusto que cuando comenzó- los tocados artesanos más solicitados del momento. Tocados y sombreros de todo tipo pensados para decorar las cabezas más célebres e ilustres de España y alrededores con su firma, MIMOKI. Tocados diseñados para favorecer y distinguir en bodas bautizos y comuniones. «Y también en funerales», añade Ana María.
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«Comencé en mi casa de manera casual, con los baúles de mi madre y de mi abuela haciendo tocados para mis amigas y mi familia», recuerda con su característica, natural y cálida sonrisa, la hija de los marqueses de Ahumada y sobrina nieta de Fabiola de Bélgica. «Había tocados antiguos preciosos», explica mientras recuerda con ilusión momentos de su infancia entre tesoros familiares.
Hoy, desde su tienda del Barrio de Salamanca de Madrid, que alberga el taller de sombrerería en el sótano, salen muchos de los tocados más fotografiados cada fin de semana de primavera. Es temporada alta, es tiempo de bodas y de ‘MIMOKIS’. «Unos cien cada fin de semana», calcula la diseñadora, «entre los de venta y los de alquiler». Desde 30 euros se puede alquilar un tocado sencillo, y hasta los 500 puede llegar a costar uno de la línea de alta costura hecha a mano con materiales naturales.
«Hay un protocolo estricto para lucir un tocado, -nos cuenta Ana María- porque no es lo mismo ir a una boda de día que a una de noche, ni lucir un vestido largo que llevar uno corto o medio», explica.
«Lo correcto es, por ejemplo, llevar pamela o un sombrero de día o un tocado alado, para cubrirse del sol y, en cambio, los tocados más discretos, como diademas o turbantes son más adecuados de noche, con un traje largo», añade la creadora de MIMOKI. Durante el día sólo la novia o madrina suele vestir de largo.
La clave del éxito de esta firma de moda es la combinación del buen gusto con la personalidad de su fundadora. Ana María irradia una mezcla de energía, naturalidad y paciencia que atrapa a quienes la conocen, y esa mezcla hace que su taller eche humo. Está felizmente casada, es madre de una hija y su día a día es un no parar.
Ella disfruta asesorando a sus clientas porque es una excelente relaciones públicas y es la mejor imagen de su firma, una firma que no deja de crecer. Discreta y elegante. Joven y tradicional. Se inspira en cualquier sitio y en cualquier cosa para crear historias con sus diseños y su única pretensión es hacer felices a las clientas que lucen primavera tras primavera un MIMOKI.
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Trabajo diario y muchas horas en el taller y con las clientas, asesorándolas y creando para ellas. Ana María disfruta con su profesión, y bromea diciendo que lo que menos le gusta del negocio «es la parte administrativa». Sus tocados favoritos son los blancos y negros y le encanta lucirlos con una coleta. «Un peinado que favorece y permite lucir el cuello», dice son su franca sonrisa.