Madrid se viste de gala para el desfile del 12 de octubre, cuando las calles se llenan de banderas, uniformes y miradas elegantes que celebran el Día de la Hispanidad. Y mientras los colores patrios dominan el Paseo de la Castellana, hay un nuevo protagonista que conquista las manos más refinadas: el Sangre de Toro. Este rojo profundo, elegante y con alma, destrona al clásico rojo Ferrari y a la manicura francesa perfecta para convertirse en el tono más sofisticado, y poderoso, del otoño.
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La manicura ideal para el 12 de octubre
El Sangre de Toro no busca ser protagonista; lo es por naturaleza. Es el tono que ahora se ve en las manos de las mujeres más elegantes del momento: de las que combinan un blazer de lana con unos vaqueros perfectos, de las que entienden que el poder de un color no está en su brillo, sino en su hondura.
A diferencia del rojo clásico, que puede resultar evidente, este matiz tiene algo de misterio. Es un rojo con matices de vino tinto, un punto achocolatado y un acabado cremoso que aporta profundidad y elegancia. Es el color de las manos que sostienen una copa en un cóctel de otoño, o que asoman discretas entre los guantes de piel en un evento de día.

En los últimos desfiles de temporada, tonos similares se dejaron ver en los looks de Zimmerman, Chanel y Dior. Las uñas se llenaron de rojos oscuros, casi borgoñas, que se movían entre lo clásico y lo moderno con naturalidad. Ese mismo espíritu se traslada ahora a las calles: un lujo maduro, elegante y, sobre todo, atemporal.
Las manicuristas más solicitadas ya lo han bautizado como el nuevo rojo silencioso. Es el tono que aporta autoridad y elegancia instantánea sin necesidad de acompañarlo de nada más.

Cómo llevarlo y no fallar
El Sangre de Toro pide manos cuidadas y uñas pulidas. Es un tono que luce mejor en uñas cortas o medianas, con forma ovalada o almendrada, y con un acabado brillante, casi de laca. En cuanto al maquillaje, combina especialmente bien con pieles luminosas y labios naturales: deja que las uñas sean el punto focal.
En un momento en que los neutros dominan la escena, este rojo oscuro se convierte en el detalle inesperado que cambia todo. Es el punto final perfecto para un look impecable. Una declaración de estilo que no pasa desapercibida, pero tampoco necesita presentaciones.
