Si hablamos en el contexto de la música, un icono es aquella persona que ha generado un impacto, más allá de la música misma, destacando también por su estilo, actitud, manera de ejecutar sus instrumentos, las letras y pensamientos, además de su conexión con las audiencias. Muchas son las figuras que ha creado esta industria y muchas siguen vivas. Estas líneas van dedicadas a una de las voces más referentes del mundo, una leyenda viva que ha vestido grandes momentos con sus canciones y nos ha enseñado cómo la moda puede hablar de nosotros a través de las costuras. Hablamos de la vuelta a los escenarios de una gran voz, además de un icono de moda: Céline Dion.
La cantante nació en Quebec (Canadá) el 30 de mayo de 1968 en la cuna de una familia religiosa de 14 hijos. Comenzó a cantar siendo una niña en un local regentado por sus padres. A los doce años compuso su primer tema y lo envió a una discográfica. El productor musical René Angélil lo escuchó y financió su primer disco. Un momento en el que nadie sabía que estaba naciendo una auténtica leyenda.
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Su popularidad en los países de habla francesa era muy alta y, después, compuso y lanzó Unison, su primer disco en inglés en 1990. Aquel fue el inicio de su éxito internacional, que se consolidó cuando puso la voz a la canción de la película Bella y Bestia, como parte de la banda sonora de la película de título homónimo de Disney. Con el tema ganó un Grammy y un Óscar, siendo una de las cantantes más populares de la década de los noventa.
En 1996 vio la luz Falling Into You, del que vendió más de 25 millones de copias en todo el mundo. Al año siguiente, en 1997 publicó la canción My Heart Will Go On, el tema principal de la banda sonora de la película Titanic (1997) y su mayor éxito musical con el ganó su segundo premio Óscar. Con esta canción, es cuando la voz de la cantante se volvió eterna y consiguió vestir una de las mejores películas de todos los tiempos.
La moda siempre ha sido uno de los grandes gustos de Céline Dion, y seamos sinceros, es la diva que nadie esperaba en la Alta Costura. Pocos lo saben, pero la intérprete siempre ha sido una de las grandes clientas de este universo y en la última década todas sus actuaciones llevaban el nombre de los creadores más exquisitos del sector. Muchos fechan su despertar estilístico en 2016, pero seamos honestos, en su actuación de los Billboard de 2017 con ese vestido blanco de Stéphane Rolland. Ese momento en el que aparecía la cantante con un traje blanco ajustado con mangas abullonadas, rodeada de una cortina de cristales… Ahí es cuando nació la Céline Dion de la alta costura.
Ya no sólo sus puestas en escena te dejan sin aliento, sino que es capaz de adaptar las mejores prendas a su día a día, por año que cada vez que la vemos delante de la cámara va con algún estilismo impecable. Desde ese momento, ambos mundos se han dado la mano en la vida de la cantante y su puesta en escena siempre se viste de diseño. Su carrera fue en aumento, hasta que en 2022 se dio a conocer que padecía el síndrome de la persona rígida, una extraña enfermedad neurológica que produce espasmos y contracciones musculares.
El proceso y el momento más difícil de su vida, después de la muerte de su marido, René Angélil, y todo lo plasmó en un documental para Prime Video. Para el que lo haya visto, sabe que no hay forma de describir cómo se relata el sufrimiento de la cantante sobre una enfermedad que no tiene cura. Desde esos momentos que han quedado retratados en los que Dion sufre un ataque mientras la graban, hasta el relato sobre cómo se quedó en casa durante dos años sin salir. Pero lo más importante para ella se vio afectado: las cuerdas vocales. Estas se vieron influídas por tan rara enfermedad. Su voz ya no era la de antes.
En un emotivo video, Céline Dion reconoció su enfermedad y la retirada de los escenarios. Todo era incierto y no se sabia qué iba a pasar, pero hace unos meses nos llevamos una gran sorpresa.
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Después de haber disfrutado de grandes actuaciones en la gala de apertura de los Juegos Olímpicos 2024, con una Lady Gaga al puro estilo cabaret y Aja Nakamura como una diosa caída del Olimpo, la cámara se acercaba a la Torre Eiffel, acompañada del éxtasis que estaba viviendo París. Una voz familiar sonó con instrumentos de cuerda acompañando y comenzó a interpretar l’Hymne à l’amour, haciendo que la ciudad de la luz cayera en silencio. Céline Dion había vuelto, enfundada en un traje de alta costura de Dior. Este traje llevó mil horas de trabajo y fue creado en seda, acompañado de cientos de brillantes. Una creación a la altura de una de las grandes divas de la música.
Al terminar la actuación pensamos que iba a pasar mucho tiempo después de ver a Dion, pero hace unos días, en el desfile de 1001 seasons de Elie Saab celebrado en Riad, capital de Arabia Saudí, vimos cómo el último acto de un evento que duró más de una hora, comenzaba con unos bailarines acompañados por unas luces que simulaban el amanecer. Se levanta el telón y vemos cómo las modelos comienzan a desfilar con increíbles vestidos de noche cubiertos de pedrería y la figura de Céline Dion baja por una escalera. Minutos antes, emocionada ante la cámara, confesaba que el diseñador fue un gran apoyo y que sus creaciones la han acompañado en momentos muy importantes.
Su voz comienza a sonar con The Power of Love, uno de sus temas más conocidos. A pesar de su enfermedad y que tuvo que volver a aprender a cantar, Dion dejó a la sala completamente muda. Unos minutos más tarde, con sonidos que nos recuerdan a las 1001 noches, la cantante dio ritmo al desfile con I’m Alive, levantando al público por completo.
Con cinco Grammys, dos premios Óscar, dos Globos de oro, siete Billboard Music Awards, un festival de Eurovisión y más de 220 millones de álbumes vendidos en toda su carrera, Céline Dion se ha ganado el nombre icono. Una voz que subió al Olimpo, bajó al infierno y ha vuelto a resurgir como las cenizas de un ave fénix.